Ruperto Vázquez Ovando/Opinión en línea
En recuerdo a J. Guadalupe Navarro Coronado Que en Paz Descanse
Pasan los días y la curva de contagios del Covid-19 no se puede aplanar, ni controlar, y mucho menos domar, por la sencilla razón de que las autoridades sanitarias no han hecho lo que diferentes países del mundo hicieron para lograrlo.
Mientras en otras latitudes se ordenó el confinamiento voluntario, e incluso llegaron a multar a todos aquellos que no respetaban esas medidas, en nuestro país fue el Presidente de la República el primero que dijo que había que salir a la calle y consumir en restaurantes y fondas, que había que salir y abrazar a todo el mundo; mientras en casi todos los países se ordenó como medida obligatoria el uso de cubre bocas en lugares públicos, en México, el principal vocero de la pandemia afirmó que no era obligatorio usarlo porque no estaba demostrada su eficacia para prevenir el contagio del virus, yendo en sentido contrario a las medidas sugeridas por la Organización Mundial de la Salud.
Por otra parte, el no haber instrumentado medidas de apoyo solidario y subsidiario para la conservación del empleo a través del apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas, ha obligado a todos aquellos que perdieron el empleo y, a aquellos que tuvieron que cerrar sus negocios, a salir a buscar empleo para poder subsistir, lo que evidentemente potencializa la posibilidad de contagios.
Ahora que se sabe que la curva de la epidemia no tiene para cuando ser considerada como gráfica horizontal, vaya, ni siquiera puede ser observada como meseta de la curva de contagios, como afirmó el subsecretario, que ya estaba nuestro país en el mes de mayo, sabemos que México está entre los cuatro países con más muertes por esta enfermedad en el mundo, y tan sólo atrás de Brasil en Latinoamérica.
Es decir, que en tan sólo 144 días desde que se detectó el primer caso de coronavirus en México el 28 de febrero pasado, la cifra de muertes reconocidas por las autoridades es de 39,485 hasta el lunes 20 de julio.
En los primeros dos meses de la pandemia era común preguntarles a familiares y conocidos si sabían de algún caso de contagio o muerte por esta causa, y entonces se veía muy lejana la posibilidad de conocer a alguien en estos supuestos, sin embargo, a estas alturas de la crisis, y transcurridos tantos días con la misma situación, ahora lo más común es que todos tengamos uno o varios conocidos que han sufrido el contagio o incluso que han muerto sufriendo la enfermedad.
Los Coronado hemos sufrido la pérdida de un gran ser humano, nuestro primo José Guadalupe Navarro Coronado, por eso puedo afirmar que la muerte está cerca, más cerca de lo que pensamos, y por eso, pese a las decisiones del gobierno, nos debemos seguir cuidando, practicando las medidas sanitarias a nuestro alcance.
Llegará el momento en que será un imperativo desenmascarar el costo humano de las decisiones que ha tomado el Presidente de la República y el subsecretario López-Gatell en estos meses de incertidumbre para los mexicanos.
Me parece que con el paso de los días, y con el conocimiento de la población del número de contagios, así como del sentimiento de dolor por la pérdida de alguno de sus seres queridos, su resultado no creo que sea favorable.
Los mexicanos somos muy solidarios y el dolor nos une, pero cobramos caro la irresponsabilidad gubernamental.