Carlos Ramírez/Indicador político
‘La sangre de Medusa’ recoge cuentos imperdibles de José Emilio Pacheco
El escritor mexicano José Emilio Pacheco (1939-2014) no necesita mucha presentación. Sabemos que es un indispensable de las letras mexicanas y de las letras en lengua española en general.
Con una pluma versátil fue poeta, cuentista, novelista, ensayista y traductor, convirtiéndose en uno de los escritores más importantes de nuestro país en el siglo XX.
Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia en 1973 por la novela corta que da título al libro de relatos ‘El principio del placer’. Asimismo, ganó el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y en 2009 el Premio Cervantes, considerado el de mayor prestigio en nuestra lengua.
Hoy, en esta sencilla columna, lo vamos a recordar con la recomendación de su libro ‘La sangre de Medusa y otros cuentos marginales’, editado y publicado por Ediciones Era en 1990.
Concretamente, este libro recoge relatos de José Emilio Pacheco que fueron publicados en periódicos y revistas en el periodo que va de 1956 a 1984.
El texto más antiguo, en palabras de Pacheco, es ‘Tríptico del gato’ de 1956 con el que abre el libro. Un texto, por cierto, casi de lectura obligada para todo amante de los mininos.
Cabe señalar que José Emilio Pacheco menciona que modificó los relatos para la publicación del libro en cuestión, sin embargo las páginas mantienen su “primitiva estructura”, misma que sigue intacta.
José Emilio Pacheco corrige, suprime, añade y cambia títulos, pues “los textos no están acabados nunca y uno tiene el deber permanente de mitigar su imperfección y seguir corrigiéndose hasta la muerte”.
Entrando de lleno en el libro, los cuentos que más disfruté son:
‘La sangre de Medusa’, sobre un Perseo que se sabe amo absoluto y semidiós respetado. Él decapitó a Medusa, sin embargo ha pasado el tiempo y ahora lo habitan la tristeza y el recuerdo de sus viejas hazañas.
Ha dejado de visitar las caballerizas donde se encuentra Pegaso que ahora está ciego, anciano y con las alas marchitas, “ruina de aquel hijo del viento que nació de la sangre de Medusa”.
A esta historia que tiene mucho por delante se entrelaza otra historia: la de Fermín Morales, un hombre que a los seis meses de relación se casó con Isabel, una mujer que lo rebasa en años y con la cual se va a vivir a una vecindad de la calle Uruguay de la Ciudad de México. Ahí vivirán, al parecer, una interminable reyerta.
Al tratarse de un cuento y por obvias razones de su brevedad, dejo al lector que descubra por qué las historias de Perseo y de Fermín terminan fundiéndose y convirtiéndose en una sola.
Otro cuento que disfruté se llama ‘Paseo en el lago’. Una historia que pasa por el puerto de Veracruz y por la laguna de Catemaco. El narrador de este cuento viaja a Veracruz con su esposa Elena, donde visitarán a una tía de ella de nombre Edelmira.
El viaje en un principio pinta muy bien, con las salvedades del clima típico del puerto jarocho. “Fuimos a San Juan de Ulúa, a Villa del Mar y a Mocambo. Elena se sentía mejor que nunca. A mí Veracruz me gustó mucho pero la humedad y el calor me torturaron. El sol me quemó y no pude cerrar los ojos en la noche asfixiante”, dice el narrador.
Sin embargo, la verdadera pesadilla llegará con el viaje a Catemaco y la presencia de Edelmira, la tía de Elena con la que mantendrá una gran disputa en pleno paseo en lancha.
El espacio de esta columna solo me hace ahondar en dos cuentos del libro, pero hay más y muy buenos como ‘La noche del inmortal’ y ‘El enemigo muerto’, por citar algunos.
Por último, les comento que el libro trae una sección titulada ‘Mínima expresión”. Se trata de 24 relatos muy breves de los cuales comparto cuatro para gozo de ustedes:
Memorias de Juan Charrasqueado
-Yo no lo maté: él solito se le atravesó a la bala.
Adoración
La libélula se acercó a venerar el helicóptero, su dios. Fue triturada por las aspas.
Infernalia
-Anoche no soñé. Despierto, comprendí que estaba en el infierno y ustedes eran los demonios.
Cuitzeo
-No tengo nada que ocultar -dijo el lago al secarse.
Como pueden ver, el cuento es un género de infinita flexibilidad.
Además, “no hay forma de escapar de la narración. De la cuna a la tumba vivimos llenos de historias”, como lo expresó José Emilio Pacheco en el año 2013 durante una charla titulada “El cuento y la novela como formas de conocimiento humano”, en el marco de un ciclo de conferencias celebrado en las instalaciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Twitter: @PPCarreto