Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
Hace casi 5 años sucedió un episodio que nos dejó marcados como país. Ese día, una ira e indignación nos invadió a todos, y es que 3 mujeres y 14 menores fueron acribillados, solo 8 niños sobrevivieron, algunos con heridas físicas muy graves y todos con cicatrices emocionales. Un centenar de criminales cobardemente los atacaron en un paraje entre Bavispe, Sonora y Janos, Chihuahua.
Ese día inició una odisea para quienes decidieron no esconderse y enfrentar las consecuencias de un país asediado por el crimen organizado. Ha sido un peregrinar de institución en institución, buscando voluntades y estrechando esfuerzos.
Los papás, hermanos y más familia de Rhonita LeBarón Tucker, merecen todo nuestro reconocimiento, han hecho que nos quitáramos la venda que no nos dejaba ver como país, gracias a su largo caminar nos hemos dado cuenta de qué tan vulnerables podemos estar, pero también nos han enseñado que en el dolor hay mucha esperanza.
Después de la masacre, dirigí una petición al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le solicitaba que revisara el caso de la masacre porque había ciudadanos estadounidenses entre las víctimas, en respuesta, surgió la propuesta de que estos grupos fueran llamados “terroristas” y si somos sinceros, así deberían ser clasificados. El mandatario le ofreció ayuda a México.
El presidente de México lo rechazó, Andrés Manuel López Obrador señaló que ellos podrían detenerlos, se comprometió públicamente y en privado a hacer lo posible para detener a quienes fueron capaces de matar a mujeres y niños. Una promesa que no se cumplió, al día de hoy, no hay sentenciados por los homicidios.
Pero como siempre hemos pensado, hay un hermoso horizonte más allá del dolor. Cuando todo se ve oscuro, aparece esa mano franca dispuesta a levantarte o a luchar al lado tuyo, que sabe que si el miedo se comparte puede hasta desaparecer.
En este caminar de la familia buscando justicia, la comunidad se ha vuelto una fuente de inspiración. Muchas victimas se nos han acercado desesperadas porque no saben qué hacer, porque las autoridades o el gobierno le han cerrado la puerta en la cara, se han burlado, y apuestan a que sea el olvido el que resuelva los temas.
En este punto nos dimos cuenta que, luchar por la causa LeBarón, no era suficiente, descubrimos que caminar con los zapatos de la otra persona, te enseñaría todo un mundo diferente, lleno de nuevos matices, repleto de llanto y de ilusiones, y es aquí donde creo surgen los luchadores sociales.
Las victimas cuando deciden compartir su dolor, y luchar por las causas de los demás, se convierten en activistas. Nos dimos cuenta de que no hay causas ajenas, lo que hoy le pega a tu vecino, mañana puede ser para ti, así que al defenderlo, estás generando una hermandad que nos salva a todos.
Quiero reconocer a las victimas que decidieron no esconderse y que son aliadas de nuestra comunidad, desde Ceci Flores, la madre buscadora de Sonora, Marcela de Jesús Natalia, periodista e indígena desplazada de Guerrero, el profesor José Díaz Navarro de Chilapa Guerrero, tantos más que nos han enseñado que no existe camino imposible si viajas con las personas correctas.
A mis tíos, primos, amigos, a toda una comunidad que es solidaria y ama a México, sigamos de pie, defendiendo las causas de todos, porque sólo así, abonaremos a la paz y libertad que merece nuestra patria.