Gabriel García-Márquez/Sentudo común
¿Proximidad social?
Hace no mucho tiempo, una funcionaria muy cercana al alcalde Américo Zúñiga fue objeto de cuasi un linchamiento mediático por –según se dijo- haber insultado a una agente de tránsito, una de las mismas que alguien pretende equipar con armas dizque para desempeñar mejor su trabajo.
Hace tampoco mucho tiempo, un periodista tuvo el atrevimiento de detener su vehículo –en una fila que ya esta formada- un minuto sobre la calle Carrillo Puerto y cuando ya reanudaba su marcha (sin haber entorpecido para nada el tráfico vehicular) se apersonó una señora agente de tránsito estatal y le descargó toda su soberbia y prepotencia hasta que –por fortuna- llegó una patrulla y una dama de policía vial le mostró cómo resolver un caso sin mayor importancia mediante la gentileza y el don de servir realmente a la ciudadanía. Si no es por esta dama policía vial, quién sabe hasta dónde hubiese evolucionado el problema generado por la actitud hostil e intimidatoria de la agente de tránsito estatal.
El sábado por la noche la historia se repitió. Quisiera pensar que no es cosa directa contra el periodista.
Enfermo este comunicador desde hace muchos meses y ahora con un tratamiento médico diario, repentinamente se sintió mal de salud mientras intentaba realizar unas compras en una tienda comercial ubicada junto a la plaza Clavijero.
Llamó vía telefónica a su esposa para que acudiera por él. La señora, acompañada de un par de nietos bebés aún y la nana, llegó a recogerlo. Detuvo el coche frente a la tienda comercial (sin obstaculizar el tránsito vehicular, además de que había varios automotores más estacionados en ambas aceras del arroyo vehicular) y entró a buscarlo.
Apenas lo había localizado cuando escuchó el claxon de su auto, porque la nana lo tocó para avisar la presencia de Tránsito, pues se había quedado dentro del vehículo con uno de los bebés. De inmediato regresó la conductora (acaso 30 segundos haría en salir) y ya tres agentes de tránsito rodeaban su vehículo. Dos varones ni siquiera intervinieron, pero la tercera, una señora de nombre Nery Alejandra González C. se negó sistemática y rotundamente a escuchar la razonable explicación que le daba la conductora por haber dejado unos instantes su unidad.
Se le dijo la razón de asistir a una persona enferma, se le conminó a prestar apoyo en tal circunstancia a la ciudadanía a la que debe –ante todo- servir, pues además ya se iba a retirar la unidad, pero los oídos sordos fueron siempre su respuesta.
Su empecinamiento fue aplicar una multa acompañado por la amenaza insolente y soberbia de “me puedo llevar el coche”. Acaso así se explique uno aquello de la colaboradora de Américo.
La indefensión y la impotencia son enormes, una verdadera ofensa, por la actitud y prepotencia de estas “servidoras” públicas que mal entienden su autoridad y se olvidan que tienen trabajo y comen gracias a quienes hacen objeto de sus amenazas y abusos de autoridad.
Se le pidió explicación para infraccionar a uno (el vehículo del periodista) y no a todos los que estaban mal estacionados y se limitó a decir que la unidad había sido abandonada por el conductor. De risa. ¿Abandono al salir unos segundos de mi vehículo? ¿Y en medio de una situación de emergencia? ¿Con más gente a bordo, incluyendo un bebé? Ya quisiera la ciudadanía ver a estas señoras agentes de tránsito actuar igual frente a vehículos sospechosos, con gente armada a bordo o ante carros oficiales entorpeciendo la circulación a cualquier hora y en cualquier lugar. Allí se les acaba su soberbia.
Uno se pregunta para qué sirven la preparación y los cursos que se presume reciben estos “servidores”. ¿El discurso que proclama la proximidad social dónde queda? ¿Proximidad? Sólo para perjudicar al ciudadano.
Además, la señora Nery Alejandra González tomó fotografías (antes de cualquier otra cosa) a una propiedad privada como es un vehículo. ¿Con qué derecho se apropia de datos personales de un ciudadano? ¿A dónde van a parar estos datos? ¿Quién podrá usarlos y para qué?
Aunque en Tránsito del Estado no pudieron o no quisieron recibir la queja del ciudadano por este abuso de autoridad y comportamiento grosero y prepotente de su agente, sólo por la exigencia del propio ciudadano de ser atendido, la queja finalmente quedó presentada ante la Dirección de Asuntos Internos de la Secretaría de Seguridad Pública, donde se espera que el criterio en favor del interés ciudadano prevalezca –como tanto lo ha dicho el titular Arturo Bermúdez Zurita- y haya oportunidad de comprobar, con este asunto, que la sociedad efectivamente es a la que se sirve y no de la que se sirven malos elementos.
Apenas el martes 18 ante el gobernador Javier Duarte, el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Alberto Sosa Hernández se refería a los derechos de todo ciudadano de libertad y presunción de inocencia para aplicar un juicio justo, algo que las señoras agentes de tránsito parecen entender exactamente al revés.
Vamos a ver que tan cierto es lo que se nos dice y repite constantemente. Y que la ley se aplique no sólo a los de afuera, sino también a los de adentro.
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