La senadora perredista michoacana con licencia Iris Vianey Mendoza Mendoza tiene un camino no sólo empedrado, sino también cuesta arriba para su defensa. Le pesa la sombra de Julio César Godoy Toscano, un caso notorio en el que la dirigencia perredista se quemó la lengua. Es natural que ahora le soplen al jojoque.
Todo empezó en las redes sociales con una fotografía donde la senadora aparece cantando y bailando junto a una luminaria local, la cantante grupera Melissa Plancarte, hija de Enrique Plancarte, identificado por el gobierno como el segundo hombre al mando de Los Caballeros Templarios. Dijo que “ni la conoce”
El tema escaló y obligó a realizar un control de daños que incluye la licencia de la legisladora. «Los señalamientos en contra de mi persona son totalmente falsos, son una genuina amenaza en contra de mi persona y de mi familia. No podemos permitir que se instale la duda de que uno de los miembros del Senado pertenece a estos grupos”, indicó.
La medida es un cambio de giro. Hasta ayer, la legisladora no había hecho mucho para ayudarse a sí misma. Para empezar, utilizó un viejo y ahora inútil truco de comunicación política, que hace recordar, precisamente, la carta de Godoy en la Cámara de Diputados: “No es sencillo vivir señalado y culpado por la opinión pública, con una campaña desbordada en mi contra…”
Por exceso de uso, el recurso de la “campaña en mi contra” se ha desgastado, incluso se ha vuelto contraproducente para sus usuarios. Como en los viejos tiempos, cuando se entendía que sí cada vez que un funcionario anunciaba que no subiría el precio de los alimentos, ahora los lectores interpretan que algo esconden o de plano son culpables aquellos que hablan de una campaña en su contra.
Además de los errores en su estrategia de comunicación, la senadora enfrenta un ambiente difícil en su partido. Como se decía antes en la izquierda, las condiciones políticas específicas indican que se encuentra en condición minoritaria en la correlación de fuerzas internas. O sea, no es del grupo de Los Chuchos. Pero esa es otra historia.
Como bien dice la senadora, el “imaginario colectivo” es fundamental en política. Es precisamente ahí donde está la imagen de Julio César Godoy Toscano. Como usted recuerda, en Morelia, Michoacán, el 31 de julio de 2009, el senador Jesús Garibay leyó ante el gobernador Leonel Godoy y los diputados federales electos una carta del también diputado electo y medio hermano del Ejecutivo estatal, Julio César Godoy, señalado como enlace entre La Familia Michoacana y el gobierno:
«Manifestándoles bajo protesta de decir verdad, que no participo en acto delictivo alguno, que no tengo relación o vínculo con esa organización criminal, que soy abogado de profesión y que por ello tengo que atender en mi despacho a todo tipo de gente».
El diputado electo envío carta porque ya era un prófugo pues la PGR había girado una orden de aprehensión en su contra. Sin embargo, los líderes del PRD le creyeron e incluso protegieron su ingreso clandestino a la Cámara de Diputados para que, en septiembre de 2010, pudiera rendir protesta y tuviera fuero.
Un mes después, en octubre, mediante una filtración, se conoció la grabación de una conversación entre Godoy y supuestamente La Tuta, Servando Gómez, entonces líder de la Familia Michoacana y hoy cabeza de los Caballeros Templarios ¿Y qué dijo Godoy? Que no era su voz, sino una muy similar a la de él. Que ni lo conocía.
Godoy Toscano fue desaforado el 14 de diciembre de 2010, con una votación de 435 votos a favor, dos en contra y 21 abstenciones, pero para entonces ya era prófugo otra vez, como cuando mandó la carta que leyó el senador perredista Jesús Garibay un año y medio antes. Hasta el PRD, excepto el indefendible Gerardo Fernández Noroña, tuvo que morderse la lengua y votar a favor.
Con esos antecedentes, en términos de opinión pública, la defensa de la senadora Mendoza Mendoza por parte de su partido resulta más difícil que la de Godoy en su momento. No importa que tan inocente o que tan culpable sea, importa el lugar que ocupa en la agenda de los medios. No está en juego la verdad, sino lo verosímil.
Otro error en la estrategia de la senadora ha sido el contraataque, porque sus argumentos son débiles. Llamó a Carmen Aristegui para desmentir a José Manuel Mireles, miembro destacado de los grupos de autodefensa en Michoacán, y terminó confesando que, efectivamente, ella gestionó una reunión en el Senado de la República entre legisladores y presuntos integrantes de los Caballeros Templarios y que, efectivamente, se lo pidieron otros políticos también acusados por Mireles de tener vínculos con Los Caballeros Templarios.
Y se enredó más pues dijo que ese mismo día el grupo estuvo en la Cámara de Diputados y en la Comisión Nacional de Derechos Humanos. La respuesta no se hizo esperar y llegó de su propio partido: Silvano Aureoles, aspirante a gobernador de Michoacán y coordinador de los diputados perredistas, negó que tal cosa hubiera ocurrido.
Esta vez la cúpula perredista no parece dispuesta a morderse la lengua, aunque las imputaciones actuales contra la senadora tengan menos importancia que aquellas que se hacían contra Godoy. Digo actuales porque las redes sociales se siguen moviendo en el tema. Así, la sombra de este Julio César no es sombra que cobije y el futuro de la senadora con licencia parece complicado.
Twitter: @castroherme