Andi Uriel Hernández Sánchez/Contrastes
Funcionarios del gobierno, representantes del empresariado y legisladores de distintas fuerzas políticas se encuentran en Washington con un objetivo claro: defender el Tratado de Libre Comercio en la renegociación que ayer comenzó.
Aquí no se oye una sola voz que haga coro a legisladores de Estados Unidos y pida la anulación del TLC, como ocurría en 1991, 1992 y 1993, cuando decían que Carlos Salinas iba a vender México y que llevaría al país a la quiebra.
Hoy tienen que reconocer que mintieron o, en el mejor de los casos, se equivocaron. Salinas tenía razón.
Antes del TLC México contaba con una balanza comercial favorable a Estados Unidos, y ahora nos favorece en 64 mil millones de dólares.
Ni López Obrador ni Cárdenas ni ninguno de los que marcharon aquí y recorrieron Estados Unidos para promover entre sus congresistas que no votaran a favor del TLC con México van a admitir que se equivocaron. Pero el país necesita más memoria y menos estigmas.
A partir del Tratado, según el Banco Mundial, en México se crearon 10 millones de empleos ligados en un 50 por ciento a la actividad exportadora, en la que se pagan salarios 40 por ciento por encima del promedio nacional.
Antes del TLC, el 57 por ciento de las exportaciones correspondían a hidrocarburos, y hoy sólo el cinco por ciento de las ventas mexicanas a Estados Unidos corresponden a petróleo.
El Tratado de Libre Comercio nos salvó de la petrolización de la economía.
De acuerdo con un estudio reciente (junio 2017) de JP Morgan, el 37 por ciento de las exportaciones mexicanas son maquinaria electrónica y de otras industrias, 25 por ciento vehículos y 24 por ciento autopartes. Sólo cinco por ciento petróleo.
Hoy México exporta más manufacturas que toda América Latina junta. Es decir, exportamos más productos manufacturados que Brasil, Argentina, Perú, Colombia, Chile y Venezuela unidos. Más los que quieran sumar.
¿Se vendió el país? ¿El TLC nos condenó a ser “colonia”? ¿Quebró la nación?
“Va a morir de hambre el campo”, decían. Resultó al revés. México tenía un déficit comercial de mil millones de dólares en productos agropecuarios con Estados Unidos antes del TLC. Hoy esa situación se revirtió. El saldo comercial en ese rubro favorece a nuestro campo en tres mil 204 millones de dólares (cifra de 2016).
Algunos miembros de Morena arguyen que el TLC acentuó la desigualdad. Sí aumento la desigualdad regional: se quedaron atrás los estados donde ellos han tenido fuerte presencia política e ideológica, contraria a la inversión privada, satanizan a la inversión extranjera, a la apertura comercial, y no respetan la propiedad ajena. Los estados conectados al comercio exterior han crecido a tasas muy superiores, algunos a nivel de China.
Ellos, Morena y sus antecedentes, apostaron y le siguen apostando al petróleo. Es lo que hizo Venezuela con Chávez, pero ante la caída de precios está en la bancarrota, inflación de dos mil por ciento anual, desabasto, el bolívar (peso) del gobierno está a 10 por dólar, el tipo de cambio oficial está a dos mil 970 por dólar, y el dólar en mercado negro se vende a 15 mil 445 bolívares.
Así estaríamos si les hubiéramos hecho caso. Y en esa receta insisten.
Se equivocaron con el TLC, que ha sido ampliamente benéfico para México. Por eso Trump está hecho un energúmeno.
Por supuesto que el TLC no ha solucionado todos los problemas del país. No tenía por qué hacerlo, ya que únicamente es una herramienta.
Y contra esa herramienta lucharon, denostaron, marcharon, hicieron giras por Estados Unidos y escribieron y gritaron a los cuatro vientos que Salinas era un vende patria.
Hoy algunos como AMLO guardan silencio. Otros, la mayoría, están por defender –y sus legisladores se encuentran en Washington- a capa y espada el Tratado de Libre Comercio.
Vaya ironía: todo un reconocimiento a Carlos Salinas.