El fin del INE o la reforma que se asoma
Extraordinario que el Día del libro creado en México en 1979, haya sido para celebrar el cumpleaños de Juana de Asbaje, la gran monja Sor Juana. Ella nació el 12 de noviembre de 1648, por lo que ahora estaría cumpliendo 375 años. Pocos para alguien a quien conservará la eternidad. La fecha de reconocimiento tenía muy clara aquella terrible represión que sufrió la monja poeta de parte del clero conservador, que la obligó a dejar de escribir y quemó todos sus libros y sus documentos, algunos por fortuna salvados en su momento, con anterioridad. Esa fecha aplicada al libro, tiene vigencia en la actualidad, cuando sigue manteniéndose la amenaza de su fin, del que éste parece burlarse. Las muchas ferias que se realizan al año en México y en el mundo, la insistencia de escritores, poetas y otros escribientes de imprimir libros y la resistencia de editoriales a dejar la lucha por el rescate y permanencia, está vigente. Sor Juana protege al libro impreso desde el más allá.
¿LEERÁN LAS MONJAS ACTUALES EL MENSAJE DE LIBERTAD DE SOR JUANA?
La obra de la religiosa jerónima imprime una lucha por la libertad, que aún en el claustro, ella buscó a través de sus libros. El recuerdo de la monja Sor Juana trae a colación el caso de las otras monjas, obligadas tal vez por ellas mismas, a leer solo los libros que les impone su dedicación ¿Cual será la idea que esas mujeres, en buena parte recluidas, tendrán de la mujer que las antecedió en ese sacrificio personal de su propia fe? Aunque en esa fe haya trampas. En México hay alrededor de 30 mil monjas, pero muy poco sabemos de ellas. Mujeres que por voluntad propia decidieron donar sus vidas a una institución, apoyadas en una fe. Aunque se habla de mujeres ejecutivas, talentosas, maestras, investigadoras, enfermeras, el mayor porcentaje corresponde a las servidoras. Trabajadoras que sirven a los miles de curas y obispos que existen en el país. Más de 16 mil 500. Las instituciones del gobierno parecen no preocuparse de su destino, su forma de vida, su estatus laboral. Periódicamente -en las últimas décadas del siglo anterior y al principio de este milenio- hubo repuntes contestatarios de las religiosas y se conocieron situaciones terribles que siempre habían sido imaginadas: explotación sexual, explotación laboral, abuso permanente de los clérigos. Historias que retrotraen a aquellas otras, terribles de los conventos, que se evidenciaban por los muchos fetos y niños muertos hallados por los arqueólogos que horadan la tierra. Las capas del suelo justifican aquel dicho: los viejos pecados tienen largas sombras.
LAS TRAMPAS DE LA FE Y LA INIQUIDAD CONTRA UNA MONJA Y SUS LIBROS
Hace tiempo vi la película Yo, la peor de todas, basada en Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe del poeta y premio Nobel Octavio Paz. Es un filme argentino de 1990, de la directora María Luisa Bemberg con dos famosas actrices de la época, Assunta Serna y Dominique Sanda, la monja jerónima y la virreina María Luisa Manrique de Lara, uncidas en un amor, que se refleja en los profundos poemas de Sor Juana. En la película, cargada de erotismo, se besan. La obra retrata fielmente la inquina que signó la vida de una de las mujeres más brillantes y talentosas que ha dado la historia de México, Juana de Asbaje, considerada a nivel mundial uno de los grandes genios de la humanidad. Escuchar las argumentaciones de los prelados que la condenaron, es escuchar a todos esos oscurantistas que encabezan marchas en apoyo de la derecha. En el filme la sangre hierve cuando se ve a los amanuenses de los altos prelados desinfectar el camino por donde pasaron monjas o lapidar sus habitaciones para no contaminarse. Y más hierve cuando se ve como queman los libros de Juana – grandes ingenios de la humanidad convertidos en cenizas-, se le condena a no escribir y le hacen firmar su dimisión con su propia sangre. Lo más terrible es que eso sucedió en la realidad, y está en esa investigación enorme de Paz, ese ensayo larguísimo -mas de 500 páginas-, en donde la monja es obligada a convertirse en una sirvienta, y desprenderse de todo. Su muerte temprana, casi inducida por su cercanía a las epidemias de la época, segó una vida que ya había sido cercenada. Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, fue escrito en 1982 y han sido muchas las editoras que lo han lanzado, comenzando por una edición de autor en 1982 en Barcelona; Planeta, el Fondo de Cultura Económica y la editorial Ayacucho de Venezuela, entre otras. Esta última la tiene en línea, gratuitamente.