Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
Las festividades que van seguidas en estas fechas, dado que se van institucionalizando, deberían de ser separadas al menos en los conceptos. El Día de muertos considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, tiene una connotación más profunda que la del Halloween, porque esta se ha convertido prácticamente en una festividad comercial. Sin que la anterior deje de estar ausente en lo mismo. Su origen si fue profundo porque se celebraba con unas fiestas la recolección de las cosechas y las ofrendas de la naturaleza. En las ciudades no se ve esa premisa, a lo mejor en el campo. En cambio, pese a que como siempre las iglesias se apoderan de las fiestas populares, en el caso del Día de Muertos, se reconoce toda la tradición ancestral de esa celebración. La vinculación de los desaparecidos con los vivos, a través de ritos y ofrendas con los que se actualiza la vida ausente.
SE MEZCLAN SERES FANTÁSTICOS, CON FENÓMENOS REALES
Brujas, duendes y gnomos son los personajes centrales de las fiestas de Halloween. Y los vemos además, en la vida diaria por su forma de actuar, sobre todo en política. Pero el aura no es algo fantástico aunque algunos escritores lo hayan llevado a ese nivel. Cuando la fantasía se apodera de una fecha, todos esos extraños seres que están en nuestras mentes y sobre todo en los libros, no existieron, fueron creación de lo desconocido. De lo que surgió en la sombra, lo que apareció en los bosques, en los caminos oscuros, en los seres sombreados, paralelos a las plantas. Había oscuridad en las comunidades distanciadas o en senderos peligrosos sobre los que era un riesgo transitar. Mucho tenía que ver eso con la falta de luces como las que ahora tenemos. En parte de los seres que ya conocemos como fantásticos, muchos incluyeron el aura, una trasnsfiguración salida del cuerpo, como una especie de fantasma claro que podría llamarse alma. Y en efecto, como lo hemos señalado en otra ocasión, según conceptos filosóficos, psicológicos, parapsicológicos, artísticos, etcétera, todos tenemos un aura. Es, se dice, la proyección de nuestra alma a través de una estela de colores. Hago esta observación, porque hay quienes introducen el aura en lo fantástico, como si se tratara de un fantasma que surge del cuerpo, o una exhalación humana que creemos ver y que los creadores de la llamada literatura infantil, mencionaron.
EL AURA EXISTE Y SURGE A PARTIR DE DETONANTES Y PUEDE DAR PIE A VISIONES
Aunque son muchos los escritores que crearon fantasía, de la lista que tengo que sufría ataques de aura, solo Allan Poe pudo escribir algunos de sus cuentos y narraciones, sometido a la alteración de la visión que se produce cuando el aura se apodera de alguien. Hay que recordar que en la mención que se ha hecho de los estudios de la Clínica Mayo al respecto, se sostiene que no hay claridad todavía sobre por qué se produce el fenómeno. La novela breve de Carlos Fuentes, Aura, sorpresivamente en ese género de ficción, fue influida por Los papeles de Aspern de Henry James, que no es fantástica y por algunas de Alfonso Reyes, que tampoco lo son. Quizá otra de sus influencias mencionada en esa obra, de Nathaniel Hawthorne, La hija de Rappaccini, podría entrar en ese concepto. Para algunos esa obra de Fuentes, podría estar concebida en una de horror, porque si consideramos otros seres fantásticos como las hadas, las brujas, los gnomos, pueden exhibir su antinaturalidad, pero solo causan horror si se llevan a los niveles a los que Fuentes llevó a Aura. Estas disquisiciones en realidad a pocos les importan, si vemos como se han trastocado estas fiestas, en seres enormes, fantásticos, con rostros a veces monstruosos en los que la fantasía se expresa de esa manera, aunque en buenos trabajos, sin la poesía que arropa muchos de los cuentos que giran en torno a estos temas.