
Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
No es uno sino varios los medios que están usando la famosa frase mexicana “Vete a la chingada” en el vecino país. Ejemplo son Jimmy Kimmel de la cadena ABC, que directamente a la cámara le ha tirado la frase a Trump. Otros en apoyo han coreado la frase en varios medios. La frase, pues, sube de tono. La expresión no tiene pierde porque exige un acto de expulsión con envío a lo que para muchos se llama la chingada. Para llegar a ella, hay que decir que a la Real Academia Española (RAE) la rebasa su propio espacio, porque toma las definiciones de varios pueblos americanos de los cuales como era de esperarse, son los mexicanos los que dan la pauta. En el diccionario Larousse se ven tres referencias suyas en torno al verbo chingar: estropear algo, robar o padecer un contratiempo. En otros países la definición se deriva de otra manera. En Argentina y Uruguay, por ejemplo, significa colgar un vestido especialmente de un lado. En América Central es cortarle el rabo a un animal. El término chingo es más difuso, y solo en México se confirma: cosa molesta y pesada. Más que hablar de un lenguaje popular, México rebasa esa definición convencional y se trepa al lenguaje diciendo lo que es real en los contextos ciudadanos. Y aunque algunos se hagan de la boca chiquita y se la den de finos, coinciden: que se vaya a la chingada a quien no queremos tener cerca.
EN EL CHINGOLÉS, LA EDITORIAL COSTA-AMIC ERRÓ EN SU CONCEPCIÓN
Por allá, por el 1972, se dio a conocer un diccionario llamado Primer diccionario del Lenguaje Popular Mexicano (Amazon octava edición 1987). Fue escrito por Pedro María de Usandizaga y Mendoza, que presumía exhibir a un mexicano inculto que usaba los vocablos pendencieros o procaces para expresar su baja cultura. El diccionario es una obra curiosa, picaresca, bien investigada, pero se equivoca en su intención. El mexicano en determinadas etapas y lugares puede tener expresiones que parezcan primitivas, pero en eso se ha fincado el pueblo para que se hagan los grandes diccionarios. La propia RAE para dar a conocer lo que se llamaría lenguaje culto, lo tomó de las expresiones del pueblo, de su sensibilidad en la creación original del lenguaje. Eso lo vemos en esta expresión chingar, que nutre las definiciones mexicanas que son ahora utilizadas en el imperio vecino. Ya se repite en medios, miles corearán en breve la frase.
EL MEXICANO HA CREADO EN SU LENGUAJE UN TÉRMINO TAJANTE: LA CHINGADA
El nombre que Andrés Manuel López Obrador le puso a su finca, La chingada, es parte de un sentido del humor, de la gran cultura de una persona que ha escrito alrededor de 20 libros. El término ha perdido su posición de clandestina de ser mala palabra como dicen algunos. Cualquier persona en su habla cotidiana utiliza el término, como en la gran mayoría de los países a excepción de México, se usa el término culo como expresión corriente y normal. Paradójicamente, usamos mucho el término recular. Y en eso de lo que llaman malas palabras, algunos medios prohíben usar algunas de ellas, mientras las expresiones llamadas correctas exhiben la verdadera suciedad, la miseria de la hipocresía convencional del lenguaje.