
Raúl López Gómez/Cosmovisión
Las luchas por un cambio en el país, hacen asomar actitudes en quienes se suponen que desean ese cambio. Pero esas actitudes son contrarias a esas luchas. La respuesta a nuevas formas de actuar en el país, no se concentra realmente en los hechos propiamente dichos. Detrás de ellos está únicamente una postura política que aflora en contra de quien gobierna el país. Lo vemos en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Es lo mismo, por ejemplo, que fuimos viendo en el caso de Ayotzinapa en contra del régimen pasado y ahora a éste, cuando el verdadero culpable de los hechos se quedó impoluto. Lo mismo vemos en el caso del viejo poder judicial, denunciado con todo sus haberes y nunca una respuesta aguzada de personas que ahora parecen especialistas en derecho, al rechazar un proceso de reforma, cuando se tragaron en el silencio las corruptelas, los abusos y una justicia en muchos casos fallida.
INSISTIMOS, NO ES REPRESIÓN APLICAR LA LEY A QUIEN VIOLENTA
A partir de ahí y dado que la ciudadanía estamos siendo víctima de todos esos desarreglos, fincados en posturas políticas, las autoridades federales y locales deben de asumir otra postura a su vez. No de represión, que es éso lo que están buscando, sino de aplicación de la ley. La ONU da protocolos. Lo vimos cuando se detuvo a varias feministas en el centro de la ciudad y se les sometió a proceso después de invadir un edificio de la CNDH, destruirlo prácticamente y fincar cobranzas diarias a automovilistas, entre otras ilegalidades. En manifestaciones fuimos testigos de grupos encapuchados que arremetían contra policías y ciudadanos a muchos de los cuales herían.
LA VIOLENCIA LA IMPUSO EL SISTEMA Y LA CNTE NUNCA LA ENFRENTÓ
A partir de ahí, la reacción que debemos esperar es una respuesta tajante a lo que ha hecho la CNTE en los últimos días incluso generar un incendio en el local del SNTE y ejercer violencia enfrente de la Secretaría de Gobernación. Esa actitud se ha visto en otras partes, sobre todo en Guerrero. La CNTE, surgió el 17 de diciembre de 1979 y desde entonces se daban condiciones inhumanas en muchos sectores de la educación sobre todo en las zonas montañosas y en los campos alejados. En muchos de mis escritos hice notar lo anterior a los largo de muchos años y en algunos casos en movilizaciones en la capital que expusimos con otros periodistas, esas condiciones. Niños que tenían que caminar largos trechos entre las montañas para llegar a una cabaña arriba de un cerro, a tomar clases. La generosidad de muchos maestros que daban parte de su sueldo para comprar pizarrones, gises y cuadernos. Eso está en las hemerotecas y lo ratificamos ahora en muchos casos. Pero no podemos aceptar la violencia. Por otra parte nunca vimos que las demandas contra el sistema tanto priísta como panista fueran cuestionadas con tanta violencia como ahora. Eso lo hemos visto en la actitud de varios sectores en relación al poder judicial, repetimos, a cuya reforma lanzan la más estricta descalificación. El apoyo que dimos en aquella CNTE que debería de reconsiderar sus posturas, se expresa en este poema que escribí y publiqué en mi libro Ella va todavía caminando (Groppe 2016):
A UN NIÑO
No se necesitaron las flechas
de antaño.
Ni las espadas y los pistolones
que poco les sirvieron
a Pushkin y a Lérmontov.
Ni la bomba atómica
que casi pulverizó
a Hiroshima.
Solo una camioneta
conducida por un policía,
para matar al maestro
que tenía la luz,
en los ojos.