
Felipe de J. Monroy/Ecos de Teuchitlán: actitudes contra la ignominia
En un mundo convulso, la poesía ayuda. Los medios poco lo hacen porque la información corre pareja con lo que está pasando en campo abierto, ¿Como pensar por ejemplo, que la hermana de una mujer que soñó con ser presidenta se vaya a pudrir en la cárcel con 89 años de prisión, por secuestradora?, ¿Como creer que un embajador como Ronald Johnson, que se supone que llega a un país a estrechar lazos, de entrada hable de invasión? ¿en que mundo estamos? ¿Quizá será por eso que algunos poetas como Juan de Dios Peza y Jaime Sabines decidieron irse del mundo en pleno mes de la primavera? No vivieron en nuestro tiempo es cierto, pero los tiempos que ellos vivían antes y en el momento de su muerte, no le pedían nada a este tiempo.
LOS GRANDES POETAS QUE COMPARTIERON LO PROSAICO DE LA POLÍTICA
Juan de Dios primero vivió todo el espectro peligroso de la reforma juarista y hasta le tocó la cercanía de la Revolución en su muerte en marzo de 1910. Sabines se fue en la antesala de un cambio que el sistema nunca pensó, en marzo de 1999, a unos meses de que el partidazo dejara su dictadura en manos de Vicente de Fox. El caso de Peza que ya hemos mencionado en otra ocasión, es extraordinario porque habiendo compartido en su juventud el tiempo de Benito Juárez y el espacio con aquellos grandes que fueron cercanos a él, como Ignacio Ramírez El Nigromante su maestro, también logró en otro siglo, vivir la secuencia del porfirismo. Un hombre que escribió Las epopeyas de mi patria con dedicatoria especial para Juárez y fue miembro de la Academia de la lengua, político, legislador y autor de unos de los más bellos poemas que fueron famosos en su tiempo y posteriormente, uno de ellos del famoso Garrik el gran actor inglés, Reír llorando. De esa época llama la atención que todos esos valiosos personajes compartían las letras, el periodismo, pero también la docencia y la política. Juan de Dios murió a los 58 años el 16 de marzo de 1910. De Reír llorando:
Una vez, ante un médico famoso,
llegose un hombre de mirar sombrío
“Sufro- le dijo-, un mal tan espantoso,
como esta palidez del rostro mio.
SABINES, EL POETA QUE CONVIVIÓ EN LO PROSAICO DEL PRIÍSMO
Bien dicen que todos necesitamos algo para vivir y hasta los más sensibles acuden a la burocracia para obtener algo y lograr el pan. Así le pasó a Juan Rulfo, burócrata reconocido, y a otros como José Rubén Romero, Agustín Yáñez y muchos más que tuvieron que echar mano de los salarios oficiales para sobrevivir. A Jaime Sabines le pasó lo mismo y tuvo que meterse a ese hoyo legislativo en el que en su época, se componía el mundo de las leyes de acuerdo a las necesidades del sistema. Sabines fue legislador y pudo enfrentar las muchas operaciones que le hicieron por una caída que sufrió. Sin reponerse murió en una fecha llena del número 9, el 19 de marzo de 1999, a los 73 años. En la contraportada de su libro Poesía, nuevo recuento de poemas (Editorial Joaquín Mortiz primera edición 1977 y SEP segunda edición 1986), Carlos Monsiváis describe su poesía de esta manera: “Con equilibrio insólito, Sabines junta la imprecación, la duda, la ternura, la blasfemia, la anarquía, la celebración de la soledad. Insiste en la desesperanza, se emborracha para llorar, se rebela torpe, y lúcidamente ante la muerte de los seres queridos”. Más no se puede decir de un poeta. Pese a los muchos dolores físicos que sufrió, nos dejó un halo de la esperanza:
Entreteneos aquí con la esperanza.
El júbilo del día que vendrá
os germina en los ojos como una luz reciente.
Pero ese día que vendrá no ha de venir: es éste.