Raúl López Gómez/Cosmovisión
Hay hechos en el gobierno de AMLO que no pueden llamarse precisamente de perdón, pero que funcionan como tal. Casos que no son sino de una omisión interesada. El mismo lo ha señalado en el caso de los bancos, en el que tuvo que hacerse de la vista flaca, para evitar la desestabilización. Irónicamente en la Rayuela del 6 de septiembre del diario La Jornada, se destaca que como cuesta estar estabilizado. En el caso de Estados Unidos en el que algunos críticos de esos del tipo de “no me defiendas compradre”, querían equiparar a AMLO con el servilismo de antiguos gobernantes, dejaba claro que era fundamental mantener una relación tranquila, aunque el país del norte abusivo como siempre le cargó la mano, sobre todo en el caso de los migrantes. Pero hubo casos que él prefirió mantener en el sigilo por diferentes razones, uno de ellos con Enrique Peña Nieto al que no tocó para nada y en el escandaloso Segalmex, asunto en el que legalmente Ignacio Ovalle pasó de largo en todas las investigaciones. Hay casos y eso lo sabremos después, en los que la tranquilidad del país estaba por encima de un ajuste de cuentas que podría generar una hecatombe
LOS PRIÍSTAS NO PERDONABAN; SE HACÍAN DE LA VISTA GORDA
Hay muchos casos a lo largo de la historia moderna, que ameritaban una grave sanción entre ésta la cárcel. Pero que fueron dejados de lado porque había amistad con el ejecutivo o porque tampoco convenía. Pero a diferencia de ellos, AMLO en su administración si procesó a verdaderos culpables, con el resultado judicial que todos conocemos, aunque eran personajes menores como el de Emilio Lozoya y otro el de Rosario Robles, favorecidos ambos por el Poder Judicial. En regímenes anteriores se habló de chivos expiatorios y hubo una lista entre la que estuvo el sonorense Jorge Diaz Serrano en su momento funcionario de petróleos también como Lozoya. El perdón en otros tenía la realidad del silencio, aunque hubo declives fatales que todos conocemos, más en la etapa de Salinas de Gortari, que todavía no quedan muy claros.
NICOLÁS BRAVO, EL GRAN PRÓCER QUE APLICABA EL PERDÓN AL ENEMIGO
Hay un personaje famoso, un gran revolucionario que es conocido como el Héroe del perdón, que como tal y su grandeza, lo llevó a reposar junto a los otros grandes héroes de la patria. Me refiero a Nicolás Bravo, el gran luchador guerrerense, que sirvió al lado de su paisano Vicente Guerrero y que en su momento estuvo con José María Morelos y Pavón. Pero a diferencia de estos grandes independentistas asesinados en plena juventud y madurez, Nicolás Bravo tuvo una larga carrera. No solo sufrió la cárcel en dos momentos sino que con el paso de los años participó incluso en la famosa batalla contra Estados Unidos, en la que los Niños Héroes mostraron su heroísmo el 13 de septiembre de 1847. El había nacido en ese mismo mes, el 10 de septiembre de 1786 y logró llegar participando en varias batallas por la defensa del país, a 1854. En ese lapso en el que puede decirse que estuvo con los grandes próceres, siendo él uno de ellos, participó en todas sus batallas, fue vicepresidente de Guadalupe Victoria y tres veces presidente interino del país. Pero la causa por la que se le conoce como el Héroe del perdón, es por el que aplicó a trescientos españoles prisioneros en una batalla en Veracruz en la que él había salido victorioso. Es un caso que se destaca incluso en el Congreso de la Unión donde se le rinde homenaje por su gran calidad de revolucionario y ser humano. Contradictoriamente cuando su padre cayó en la cárcel, ante su negativa de traicionar a su patria, el padre fue asesinado a palos por los oficialistas españoles.