Teresa Gil/ Libros de ayer y hoy

EL FINAL Y LA CAÍDA EN EL ABISMO

Aunque el jefe del ejecutivo le dio tremendo tapabocas a su canciller Luis Videgaray, por el que fue considerado el destape de José Antonio Meade, la moneda sigue en el aire.

Con esa gente nunca se sabe que tipo de enjuagues planean.

Pese a que se convocó a la asamblea del destape oficial del PRI o  de “elección” para el 18 de febrero,  puede haber mecanismos que aún desconocemos que obliguen a un  hecho consumado en fecha anterior.

En vísperas de que se plantee un esbozo de lo que puede ser nuestro futuro, los sucesos y las cifras dan vueltas en nuestras cabezas y la pregunta incierta aparece por doquier, ¿que va a ser de nosotros? La esperanza se capta en los que creen en cambios verdaderos, pero como en aquella vieja canción francesa “el viento cruel amenaza”.

Desprendidos de toda autocrítica, los del poder se preparan a dar su golpe de asalto y utilizan sin menor recato las mismas estructuras públicas que deberían de ser de todos.

Luis Videgaray el llamado canciller, presuntamente sin respaldo presidencial, aprovecha actos formales para levantar la guardia de uno de los aspirantes presidenciales, a quien matiza de elogios y adjetivos ante representantes extranjeros ¿Pensará que los diplomáticos no están enterados de lo que pasa en el país? Han leído, tal vez, antes de ir a ese acto, las cifras espeluznantes de un mes tan bello como octubre para encontrar la muerte más atroz: 2 mil 754 homicidios, el más surtido en cadáveres de los últimos tiempos.

Quizá vieron  o leyeron en los medios las cifras de los feminicidios, ciento uno en la capital, en solo seis meses, una por cada dos días en la antigua ciudad tranquila.

Mientras ellos escuchan al ex secretario de Hacienda, varias mujeres, hombres y niños están siendo asesinados en México y el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio, estaría por doblar las manos ante la “compleja” seguridad del país. Nada detiene el alud de tantos hechos adversos. Hechos que ni siquiera impactan a la opinión.

La sensibilidad se ha ido endureciendo. Mientras, la fiesta de los destapes causa desasosiego ante un Frente Ciudadano por México vacilante, ante un PRI soberbio y ante un Morena que sabe el peligro en que se encuentra.

Quizá por ello AMLO anuncia su destape formal el día de la Virgen de Guadalupe.

No está por demás recurrir a los mitos; ya lo hizo el cura Hidalgo ¿Cual será el final y la caída al abismo de los que ahora ostentan el poder? A medida que pasan los días el tiempo se acorta, por eso EPN trata de retrasar ese  momento y  prolonga lo más posible el nombre del que cree puede ser su sucesor; ¿lo logrará? Con la narración El problema final ( Conan Doyle Ediciones Orbis S.A 1983, Grandes Maestros del Crimen y Misterio), el doctor John H. Watson cierra Las memorias de Sherlock Holmes. Es en ese episodio en donde el gran detective cae, junto con su enemigo el profesor Moriarty al abismo de una cascada en donde tras estrepitosa caída, ambos, los dos genios, mueren. “Allí, -escribe consternado Watson-, en lo más hondo del espantoso caldero de agua en remolinos y de espuma hirviente, quedarán para siempre el más peligroso de los criminales  y el campeón más distinguido de la justicia que ha tenido su generación”.

Es de todos sabido que la desaparición de Holmes fue masivamente repudiada por los fans de Doyle al grado de que obligaron a este a revivirlo  y seguir escribiendo varios capítulos más.

En la secuencia de las obras- hay que recordar que el inicio es Estudio en escarlata donde Waltson conoce a Holmes-, Waltson llega a las Memorias que se integran por once episodios y una nota preliminar.

En la primera, Estrella de plata, es donde Doyle habla del perro que no ladró porque conocía al asesino.

Releerlas no solo recuerda y recrea, sino que se adivina y descubre la influencia que ha tenido Doyle en otros escritores de la novela policial clásica entre ellos Ágatha Christie que tiene episodios similares y novelas casi con el mismo nombre como El signo de los cuatro de Doyle y Los cuatro grandes de Christie.

La caída  al abismo de Holmes pudo remediarse en la mente de un escritor, pero nada remediará la caída al abismo de quienes inevitablemente se dirigen a él, sin nadie que los rescate.

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