Pablo Jair Ortega/Columna sin nombre
· Anaya busca seducir a Madero para borrar su imagen de traidor
· Lo quiere contentar con una senaduría tras incumplirle en 2015
· Zapata organiza la producción de hamacas y las envía a Oaxaca
Esta historia inició antes del sexenio.
El dirigente panista Gustavo Madero autorizó –palomeó, en el argot político- la candidatura del queretano Ricardo Anaya para diputado federal.
Lo impresionó con sus discursos, su inteligencia, su lucidez, desde sus tiempos de secretario particular del gobernador Francisco Garrido.
Compartió con él muchas experiencias y, cuando terminaba el docenio federal panista, le informó sobre el diálogo con el presidente electo Enrique Peña, varios priístas y el perredismo de Los Chuchos.
Jesús Zambrano presidía entonces el Partido de la Revolución Democrática (PRD), pero Jesús Ortega lideró la iniciativa con José Murat, Santiago Creel y el equipo de campaña de Peña.
A Anaya le pareció soberbio emular el Pacto de la Moncloa con un proyecto de compromisos puntuales y sectoriales al final bautizado como Pacto por México.
Todo avanzaba con regularidad, pero Madero ya había ofrecido al guanajuatense Luis Alberto Villarreal la coordinación de la fracción de Acción Nacional (PAN) en la Cámara de Diputados.
No importaba.
A la sombra crecería más Anaya.
Lo demás es historia: lo aupó hasta entregarle el partido en demérito de otros cuadros como Ernesto Cordero y Juan Manuel Oliva, por citar a los más conocidos.
En mal momento tomó esa decisión, lamentaría después Madero.
OFERTA A MADERO… ¿PARA CALLARLO?
Antes de las elecciones intermedias (2015) me asomé al proyecto del PAN para la segunda mitad del sexenio.
La radiografía de Gustavo Madero, Ricardo Anaya y los dos principales operadores del comité ejecutivo nacional azul, Santiago Creel y Marco Antonio Adame:
Las reformas estructurales no avanzaban como prometían, el gobierno de Enrique Peña se había debilitado con escándalos y frivolidad, la inseguridad regresaba, la situación económica seguía estancada, los reportes de pobreza eran desalentadores…
Madero y su staff decidieron dar un golpe de mando para reposicionar al PAN:
El iría a la Cámara para conducir diputados designados por él mismo, haría pinzas con la bancada azul en el Senado de la República para presionar y postrar a la administración panista y, al final de esta estrategia, ir otra vez por Los Pinos.
Madero buscaría la Presidencia, claro.
Pero el otrora joven maravilla traicionó a su mentor y en lugar de darle foro y la coordinación del grupo parlamentario en San Lázaro, designó al michoacano Marko Cortés.
Perdido en equipo parlamentario formado por sí mismo, Madero aceptó la invitación para una segunda posición en su natal Chihuahua.
Ahora, cuando algunas cosas no se le dan y tiene en contra cada día más senadores, Anaya ha tomado una decisión audaz:
Ofrecer el Senado a Madero y hacerlo coordinador.
¿A cambio de qué?
De no denunciar las traiciones, la palabra incumplida.
Anaya no puede correr más riesgos y dividir más al PAN.
HAMACAS PARA SUFRIR MENOS EL SISMO
1.- El gobernador de Yucatán, Rolando Zapata Bello, celebró su quinquenio en el poder de manera generosa.
Organizó a artesan@s -mayoritariamente cooperativistas- juntó más de dos mil 750 hamacas y las envió a Oaxaca y Chiapas junto con 44 toneladas de víveres, un centenar de toldos y 600 kilogramos de metate de fibra de henequén.
Y 2.- otro gobernador, Manuel Velasco, dio la bienvenida a la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública, donde Chiapas figura entre los más seguros.