Lista pavimentación de Mar Mediterráneo en Costa Verde de Boca del Río
TRES VALLES, Ver., 6 de octubre de 2016.- “El gobierno es el culpable de estas tragedias, si el gobierno nos permitiera viajar por Veracruz, no hubieran muertos nuestros hermanos migrantes”, asegura un migrante que logró sobrevivir a 24 horas de viaje y quién fue abandonado por “polleros” este martes en el sur de Veracruz.
Cuatro muertos, 11 lesionados y 30 migrantes desaparecidos, fue el saldo de un nuevo episodio en el tránsito duro y cruel al que se someten miles de centroamericanos en busca del sueño americano en su paso por Veracruz.
Para Francisco Rodríguez Aquín, ciudadano de la localidad de Quiché en Guatemala, el martes 4 de Octubre fue el día donde contempló la muerte de cerca, pues estuvo a punto de morir asfixiado y observó como sus compañeros de viaje caían desvanecidos por la falta de oxígeno en un contenedor, donde no cabían 57 personas.
Luego de levantarse este miércoles, se bañó y nos permitió hacerles unas preguntas; ahí sentado sobre una colchoneta que le prestaron en el DIF de Tres Valles, miraba fijamente al reportero, mientras éste formulaba sus preguntas. Con la voz cansada, tronándose los dedos y una lágrima en los ojos, recordó que el pasado viernes cruzaron frontera de Guatemala-México y llegaron a un rancho del municipio de Comitán, Chiapas.
“Nos dijeron que ya venía la combi y todo eso, que íbamos a la ciudad de México, para mí todo estaba bien, pero lo que paso es que ya nos traía la muerte, era lo más duró” expresó.
Subieron a una camioneta, no sin antes pagar 15 mil pesos cada uno, eran 57 personas, varones, mujeres, niños y bebes. De ahí no sabían por dónde transitaban-relata encogiendo los brazos-“veníamos bien así parados, apretados, con todo y niños”.
Sólo escuchaban el llanto de los menores, el ruido de las llantas, abrir una botella hasta tomarse la última gota y el olor característico a sudor en un viaje de 24 horas.
Aproximadamente a las tres de la tarde, la situación dentro del vehículo era insostenible. A parte de viajar parados no habían probado alimentos en todo el día, ya no tenían fuerzas para estar de pie, cada uno pedía su propio espacio empujando al compañero de al lado, pero todo era en vano.
“Lo que sucedió es que ya no podíamos respirar, hacía mucho calor, fuimos presionando al chofer que abrieran las puertas, pero ya era muy tarde se murieron mis compañeros choquiles”, recuerda Francisco.
Fue hasta las ocho de la noche cuando los gritos de todos los migrantes y golpes al interior, hizo que los “polleros” entraran a un predio particular en la localidad de Novara, allí abrieron las puertas que estaban selladas y no permitían el paso del aire.
Como pudieron bajaron, algunos se cayeron, se levantaron y huyeron al monte, otros ya no tenían fuerzas de correr, tuvieron que ser auxiliados por los pobladores del lugar, mientras quienes los transportaban bajaron los cuerpos y como si fuesen animales los tiraron bajo unos mangos y huyeron.
El llanto era difícil de esconder, quienes fueron trasladados a hospitales no hubieran soportado estar media hora más dentro de la camioneta, relata la dueña del sitio donde fueron abandonados los migrantes y que nunca se imaginó ver de cerca el dolor de un ser humano al ser tratado de esa forma, viajar en condiciones inhumanas y ser abandonados a su suerte, dejándolos morir.
Ella y su familia no salieron de inmediato, por temor a que un comando armado fueran los protagonistas de tal agresión, sin embargo al llegar el agente municipal, llevaron agua y comida a quienes yacían en el suelo.
En el mismo sitio donde los resguardaban las autoridades de Tres Valles, yacía un niño de 9 años y dos jovencitas de 17, ellas sólo querían llegar a Estados Unidos y encontrarse con sus hermanos, su objetivo era estudiar, lo que no podrán hacer en Guatemala.