
Raúl López Gómez/Cosmovisión
El pasado jueves 19 de junio la Secretaría de Seguridad Federal informó del cateo y aseguramiento de una refinería clandestina en el municipio de Coatzacoalcos, Veracruz en un operativo en el que solo participaron fuerzas de seguridad pública federales. En el lugar se encontró la instalación de infraestructura destinada al mercado ilícito de hidrocarburos en el que se producía diésel artesanal o alternativo, nafta ligera o solventes y aceites tratados o combustóleo ligero. Durante el operativo se encontraron 500 mil litros de petróleo crudo, pero no se informó de la detención de ninguna persona.
La noticia fue una bomba mediática inmediata por las diversas implicaciones y las múltiples interrogantes que provocó, comenzando por el hecho de que la refinería clandestina operaba a plena luz del día a unos cuantos kilómetros del complejo petroquímico de Pemex “Cangrejera”, ubicado en el municipio de Agua Dulce, sitio de donde se presume le surtían de la materia prima. Tampoco se explica cómo es que, a pesar del despliegue constante de elementos de la Policía Estatal y de la Guardia Nacional en toda esa zona, precisamente por el incremento desmedido de la actividad delictuosa, no se hubiese descubierto dicha operación ilegal.
A muchos analistas también les llamó la atención el hecho de que, según se deduce de lo informado por la SSP, ni en el operativo ni el proceso de investigación hubo intervención alguna del gobierno estatal y sus corporaciones de seguridad. Hay quienes lo han interpretado como signo de desconfianza.
Aunque las autoridades se han reservado informar sobre las personas y funcionarios públicos involucrados en la operación de la refinería ilegal, por lo que diversos medios de comunicación han investigado, se sabe que comenzó sus operaciones en el 2019, poco después de que se iniciara la cruzada del gobierno del ex presidente López Obrador con la que supuestamente se erradicó el huachicol del país. La refinería operó impunemente los últimos 6 años sin que ninguna autoridad le causara alguna molestia, con lo que queda demostrado que el combate al robo de combustibles fue una total simulación.
Hasta el momento, se sabe que dicha infraestructura era operada en terrenos adquiridos por la empresa fachada Energía Ecorenovable S.A de C.V, constituida en 2012 en la ciudad de Villahermosa, Tabasco, por los “empresarios” Ramón Pérez Córdoba y Sandra Luz Villegas Abad, aunque actualmente es administrada por Valentina Dionicio García.
Según una investigación de El Universal, los trabajos de construcción de la mini refinería comenzaron desde 2017 e inició sus operaciones poco después del inicio del sexenio del presidente López Obrador, aunque originalmente dedicada al reciclaje de residuos peligrosos, tales como aceitosos de hidrocarburos sucios y emulsiones y lodos aceitosos de origen.
Sin embargo, en algún momento sus operarios se dieron cuenta de que la producción de combustible ilegal como el diésel y otros derivados del petróleo les resultaría mucho más rentable y decidieron cambiar de giro a su negocio. Para 2021 comenzaron a realizarse diversas adecuaciones a la planta procesadora de combustible, mismas que quedaron concluidas a principios de 2023. Durante ese tiempo, a pesar del constante movimiento de maquinaria pesada, obras en construcción y recurrente entrada y salida de camiones de carga, ninguna autoridad decidió investigar lo que ahí ocurría.
Según investigaciones de campo realizadas por el portal surestesur.com, uno de los principales operadores de la planta eran Olimpo Fuentes Domínguez, jefe de operaciones, quien fue despedido de Pemex hace siete años por presuntas irregularidades, Jesús Román Noriega, ingeniero de campo, Luis Alberto Arrocha Alvarado, administrador, Valentina Dionicio García, gerente general, Martha del Rosario Ávalos Domínguez, abogada.
Según pudo recabarse en entrevistas con múltiples trabajadores de la refinería, esta operaba en la total clandestinidad e irregularidad, y ellos laboraban en precariedad arriesgando su integridad y constantemente sufrían accidentes o quemaduras, no obstante, carecían de seguro social.
Lo más inquietante, sin embargo, es que los trabajadores afirman que constantemente acudía personal de Pemex para realizar inspecciones y brindar asesoría técnica a sus operarios. Además, aseguran que uno de los clientes principales de la empresa era la trasnacional del sector energético Baker Hughes; misma que el sexenio pasado estuvo ligada a diversos escándalos de corrupción en la que estuvieron involucrados los hijos del ex presidente López Obrador, pues hubo tráfico de influencia para la asignación de multimillonarios contratos de Pemex a favor de dicha trasnacional para la exploración de nuevos pozos en aguas profundas.
A pesar de la promesa de la presidenta Claudia Sheinbaum de “llegar hasta el fondo de la verdad en este asunto, tope donde tope”, existe mucha incertidumbre sobre sí de verdad se atreverá a castigar de forma ejemplar a los funcionarios públicos que resulten implicados en este asunto. Pues no cabe ninguna duda que la refinería artesanal montada en Coatzacoalcos solo pudo ser posible con la colusión de funcionarios de alto nivel, no solo para pasar desapercibida y evitar cualquier molestia, sino para recibir la asesoría técnica y conseguir los canales de distribución de sus productos refinados.
Porque lo mismo que con el llamado “huachicol fiscal”, es decir, con el contrabando ilegal de gasolina y otros combustibles de Estados Unidos hacia México, la injerencia directa de autoridades de alto nivel es innegable. La pregunta es si el gobierno federal de verdad tomará cartas en el asunto o como en muchos otros hechos escandalosos le apostará al olvido y la desmemoria de la gente. Por lo pronto, huelga decir que, a pesar de la mucha propaganda, la terca realidad se ufana en desmentirlos una y otra vez: nunca se logró aniquilar con la corrupción al interior del gobierno de la 4T, probablemente ni siquiera se intentó, por lo que proliferó, se enraizó y, dicho en términos energéticos, se hizo mucho más refinada. Ya es hora de que los pocos que siguen creyendo en la engañifa se quiten la venda de los ojos.