Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
Cuidado con Quálitas (2)
Quienes hicieron el favor de leerme ayer, se enteraron del viacrucis por el que está pasando un buen amigo mío, que tuvo la mala suerte de que le chocara su coche una señora, bienintencionada es cierto, pero que tiene contratado su seguro con una compañía ineficaz, aunque barata: Quálitas.
Rápidamente vuelvo a contar que el ajustador de la aseguradora le dio una orden de servicio, para que en el taller Turbo Wash que está en Arco Sur de Xalapa le sustituyeran el espejo retrovisor, que había quedado inutilizado.
El accidente fue el 6 de junio de 2017, hace cuatro meses y 21 días, y es la hora en que no ha conseguido que le reparen el daño.
Primero estuvo hablando con los responsables del taller, pero solamente le dieron largas, así que decidió llamar a Quálitas. Ahí solamente le dieron largas, y nadie le ayudó para acelerar la solución total de su accidente.
Se nota que lo único que les preocupa es cobrar a sus asegurados, y no tienen interés en ofrecer un servicio de calidad.
Al ver esta situación, nuestro buen amigo llamó a la Procuraduría Federal del Consumidor (la Profeco, que atiende en el conocido número 01 800 4688722) y ahí le contestaron que como las compañías aseguradoras son entidades financieras, la oficina encargada de recibir las quejas era la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros.
Desde el propio 01 800 de la Profeco lo comunicaron con la Condusef, en donde volvió a contar su historia, y preguntó qué podían hacer para ayudarlo a resolver el problema.
Del otro lado de la línea, el telefonista le preguntó si tenía una computadora, a lo que contestó que sí, que estaba precisamente enfrente de ella y la tenía encendida.
El empleado le pidió que entrara la página de Condusef, que encontrara un formato para poner una queja, que lo imprimiera, lo llenara a mano y lo llevara personalmente a la oficina de Condusef.
En ese momento le dio la mala noticia de que la única oficina que tienen en el estado se encuentra en el Puerto de Veracruz.
—¿Cómo —preguntó—, tengo que trasladarme desde Xalapa sólo para entregar un papel? ¿No lo puedo mandar por Internet?
El otro le confió que lo podía hacer por ese medio, pero que así nunca le iban a hacer caso.
—La verdad, no tenemos personal suficientemente capacitado que dé seguimiento a las quejas que se presentan por Internet —confesó el telefonista.
Así que le recomendó que le invirtiera en el viaje, y ya en la oficina de Veracruz (que está en Juan Enríquez No, 128, esquina con Xicoténcatl, en la colonia Ricardo Flores Magón) le dirían si lo podían ayudar en algo, aunque tampoco le podía asegurar que le darían una solución.
Viendo las respuestas que había recibido del taller Turbo Wash de Xalapa, de la aseguradora Quálitas, de la Profeco y finalmente de la Condusef, el buen amigo decidió apelar a una instancia mayor, confiado en que esa plenitud sí conseguirá resolver su ya añejo problema:
Ya tiene compradas cuatro veladoras grandes de vaso de cristal, unos nopales con espinas que se amarrará en las rodillas y su pasaje de ADO a la ciudad de México para el domingo.
Irá la Villa de Guadalupe y entrará de rodillas desde la entrada principal hasta la santa imagen de nuestra madrecita morena, y le pedirá fervorosamente que lo auxilie en esta causa difícil y desesperada.
Sólo ella…
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