
Carlos Ramírez/Indicador político
Hace muchos siglos ya, el filósofo griego Heráclito de Éfeso planteó la afirmación de que “las cosas son un dejar de ser para llegar a ser”, como una forma de expresar el constante flujo de la realidad, y en el primer tercio del siglo XX, el filósofo Antonio Gramsci observó acerca de su sociedad que “la crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer; en este interregno aparece una gran variedad de síntomas mórbidos”.
Hoy el mundo está convulsionado como consecuencia de los intereses antagónicos entre los países, nos encontramos en un espacio de tiempo en el que se están presentando acontecimientos que muestran a una sociedad en crisis, enferma, que está por estallar, para dar paso a algo nuevo en el mundo entero.
El orden liderado por los Estados Unidos está en su fase de agonía, está llegando a su fin, el mundo pues está de parto, pero el mundo multipolar no acaba de nacer. Sin embargo, es urgente crear un nuevo orden internacional que pueda impulsar el desarrollo económico, el bienestar de los pueblos y preservar la paz con base en la cooperación de las naciones.
La humanidad ha evolucionado y llegamos al final de una larga ola de la historia humana que comenzó hace más de 500 años con el descubrimiento de América y de la ruta a la India por mar. Estos descubrimientos marcaron el inicio de más de cuatro siglos del colonialismo europeo, alcanzando su parte más álgida con el dominio global británico desde 1815 hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914. Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos estableció su hegemonía, se convirtió en la cabeza del imperialismo que quiso tragarse al mundo, dominando territorios y adueñándose de las riquezas de los países sometidos.
Durante este largo período, Asia estuvo marginada. Según estimaciones macroeconómicas aceptadas por especialistas, en el año 1500 el continente asiático producía el 65% del PIB mundial, pero para 1950 ese porcentaje se había desplomado al 19%. En el 2025, Asia ha recuperado de nuevo su lugar en la economía global; hoy en día, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional, Asia representa alrededor del 50% de la economía mundial.
Según Jeffrey Sachs (Geopolítica, 23 de abril) el mundo multipolar nacerá cuando el peso geopolítico de Asia, África y América Latina corresponda a su creciente importancia económica. Sin embargo, este cambio se ha retrasado porque Estados Unidos y la OTAN se aferran al deseo de controlar al mundo por todos los medios a su alcance, con guerras y medidas económicas coercitivas.
Estas son las razones de la guerra económica que ha desatado Donald Trump, a pesar de lo cual Estados Unidos está en quiebra, el capitalismo norteamericano agoniza. Primero, porque se ha desindustrializado, segundo, porque tiene una enorme deuda exterior, tercero, por la desdolarización del comercio mundial y, cuarto, porque el capital financiero se ha convertido en capital especulativo que no produce nada.
Trump cree que, poniendo aranceles, logrará que las grandes industrias que se establecieron en territorios extranjeros, en los que la mano de obra es barata, regresarán a establecerse a territorio norteamericano y que, con el dinero que recabe con los aranceles podrá pagar la enorme deuda que es del 120% del PIB de los Estados Unidos. Sin embargo, no logrará ninguna de las dos cosas.
La realidad le está demostrando a Trump y al grupo de magnates que lo acompañan en su gobierno que la bonanza industrial de Estados Unidos terminó como consecuencia de su baja productividad y que se ha rezagado en el terreno tecnológico. De un lado, los grupos de poder económico estadounidense lo han presionado porque los aranceles afectan a sus empresas establecidas en otros países y lo están obligando a que se modere en la imposición de dichos impuestos, y, por otro lado, China ha tomado medidas valientes y enérgicas, respondiendo con una política de fortaleza, imponiendo a Estados Unidos un arancel de 125% y prohibiendo la venta de tierras raras y minerales, indispensables para producir aviones, motores eléctricos, radares, sistemas de comunicación y misiles. China controla el 90% del procesamiento mundial de esos elementos.
A esto hay que agregar el proceso de desdolarización que se ha iniciado en el mundo como consecuencia del comercio al margen de los Estados Unidos, promoviendo el intercambio entre diversos países utilizando sus monedas nacionales.
Y si Estados Unidos está siendo derrotado por China en el terreno de la producción y en el de la tecnología, en lo militar también ha sido superado por Rusia. La guerra en Ucrania la iniciaron los norteamericanos a través de una guerra por delegación, Rusia simplemente se defendió para no ser desarticulada y sometida por Estados Unidos y la OTAN. Sin embargo, Rusia ya ganó la guerra en Ucrania y salió adelante a pesar de las sanciones económicas en su contra.
Los excesos políticos, económicos y militares de Estados Unidos reflejan los verdaderos síntomas de la debilidad de un viejo orden mundial moribundo. Las consecuencias de la política de Trump, aumentarán el aislamiento de Estados Unidos y la desconfianza entre sus propios socios. Mientras que se fortalecerán las alianzas regionales entre grupos de países y China. Y también se fortalecerán estructuras globales que ya existen como los BRICS, que son una posibilidad real de desarrollo para muchas naciones débiles.
Así pues, tal como lo vaticinó el filósofo griego Heráclito de Éfeso desde el siglo V antes de Cristo, el imperialismo encabezado por Estados Unidos está dejando de ser, lo sepamos o no, estemos de acuerdo o no, para dejar paso al mundo multipolar. No olvidemos que la humanidad ha evolucionado y sigue evolucionando, desde la comunidad primitiva, pasando por el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo, por lo que es inevitable el surgimiento de un orden internacional nuevo.
Esta es la razón profunda de que el mandatario de Estados Unidos este asumiendo una actitud desesperada, pues después de tantas amenazas al mundo entero, en los últimos días anunció que buscará negociar con China “bajar considerablemente” la tasa de aranceles hacia los productos chinos. Estemos atentos del curso de los acontecimientos.