Raúl López Gómez/Cosmovisión
Hoy quiero referirme a un tema importante que tiene que ver con las amenazas que ha venido haciendo el presidente electo de los Estados Unidos de América en contra de México.
Los antorchistas consideramos que estas amenazas son peligrosas para el país, razón por la cual necesitamos analizarlas con el mayor cuidado y detalle posible para estar en posibilidad de tomar las medidas que más convengan a los mexicanos.
¿Cuáles son estas amenazas?
Primera, imponer aranceles de hasta el 35% a los productos que exporta México hacia los Estados Unidos.
Segunda, la deportación masiva de los mexicanos residentes en los Estados Unidos que según la revista buzos de la Noticia son 11 millones, de los cuales 4 millones son indocumentados.
Y tercero, que declarará a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas lo que implica, de acuerdo con las leyes de Estados Unidos, la posibilidad de que su ejército pueda intervenir abiertamente en nuestro país.
¿Por qué consideramos peligrosas dichas amenazas?
Si se imponen estos aranceles a las mercancías que exporta México se provocará una grave crisis que puede llevar a la quiebra de la economía mexicana, debido a que del 100% de las mercancías que México exporta el 85% tiene como destino el mercado de los Estados Unidos. Los productos mexicanos se encarecerían mucho, no encontrarían compradores, o al menos habría una disminución muy drástica en la venta de estos.
Ante este hecho, el gobierno mexicano ha amenazado también con ponerles aranceles a los productos estadounidenses, medida que también afectaría a los consumidores mexicanos, como consecuencia de que nosotros importamos más de la mitad del combustible, la tecnología y los alimentos básicos que se consumen en este país.
Somos, pues, una colonia económica de los Estados Unidos y las sanciones que propone Trump nos afectarán gravemente. Pues dichos aranceles afectarían tanto a los productores que exportan mercancías, como a los consumidores mexicanos. Esa situación significa llevarlos a la quiebra económica, lo que incrementará la pobreza.
Las deportaciones de los mexicanos indocumentados también afectarían a nuestro país, debido a que en México no existe la capacidad de garantizarles un empleo y esto significa que miles de familias se quedaran sin ingresos. Al mismo tiempo, dejaran de ingresar al país las remesas que mes con mes en el pasado y en la actualidad han estado enviando los migrantes y que sirven de sostén a la economía mexicana. Por tanto, ambas situaciones también provocarán mayor pobreza.
La declaración de los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas va a provocar que el ejército estadounidense ingrese a nuestro territorio, lo que equivaldría a una invasión directa a nuestro país.
Y quizá haya quienes piensen que esto nos conviene, porque si nuestros gobiernos no han sido capaces de frenar el narcotráfico y la actividad del crimen organizado, lo mejor sería que los estadounidenses se hagan cargo del problema, pero cuidado, no debemos dejarnos engañar, porque esto en realidad es una trampa.
Es una trampa porque el ejército norteamericano no entrará al territorio nacional para combatir al crimen organizado, pues el negocio del narcotráfico en realidad pertenece a las grandes empresas trasnacionales norteamericanas que han encontrado en el tráfico ilegal de las drogas un jugoso negocio que les deja inmensas ganancias con muy poca inversión.
La propaganda mediática nos presenta como los grandes beneficiarios de este negocio a unos cuantos capos mexicanos que viven huyendo de la persecución judicial en las serranías, como, pero ellos son unos simples subalternos de los verdaderos dueños del negocio.
Los jefes de la distribución de droga en el interior de Estados Unidos, por lo que se sabe, manejan un perfil muy distinto a la imagen instalada del narcotraficante latinoamericano, son mafiosos que no parecen mafiosos, narcos «invisibles» que se mimetizan con la clase media alta de ese país.
Estados Unidos tiene la mayor población de adictos a los narcóticos en todo el mundo y el gobierno estadounidense, que dispone de tecnología de punta y un sistema de salud de primer mundo, no ha podido hacer nada para detener el crecimiento de estas adicciones.
En realidad, si el ejército norteamericano ingresa a nuestro territorio vendrá por otros fines muy distintos al combate del crimen organizado, seguramente con la intención de garantizar nuestra total dependencia económica y política hacia el imperialismo norteamericano, controlar directamente nuestros recursos naturales y desaparecer todo intento de organización de las clases trabajadoras mexicanas. La verdadera intención de Trump es convertir a México en el estado número 52 de su país, los Estados Unidos.
Los imperialistas norteamericanos pretenden apoderarse de nuestro territorio y de nuestras riquezas, ¡pero ojo sin los mexicanos!, pues para Trump y los multimillonarios que gobernarán junto con él, nosotros somos una raza inferior, que les estorba en sus planes expansionistas.
Para comprobar esto, basta ver y escuchar el trato que nuestros paisanos reciben en Estados Unidos, que ahora están siendo amenazados con ser deportados en masa, y la forma tan brutal en cómo están reprimiendo las caravanas de migrantes de Centro y Sudamérica que cruzan México con la intención de llegar a Estados Unidos. ¡La vida de los mexicanos no será para nada mejor si los imperialistas ponen en marcha su plan de invadir y anexarse México, esto incrementará aún más la pobreza y la opresión!
Ante este panorama, ¿qué está haciendo y qué puede hacer el gobierno de México? Muy poco. Confrontar al ejército de Estados Unidos no está al alcance del ejército mexicano, porque éste se encuentra ocupado en otras tareas, como la construcción del Tren Maya, distribuir libros de texto, llevar vacunas, etc., y no está preparado para enfrentar a las tropas norteamericanas.
Al mismo tiempo, las clases trabajadoras no están organizadas porque a través de los programas sociales, el gobierno de la 4T ha promovido la desorganización, la desmoralización y el individualismo entre las clases trabajadoras, por lo que el pueblo mexicano tampoco está preparado para enfrentar al ejército norteamericano.
La posición correcta que deben de asumir los mexicanos es hacerle tal como lo están haciendo otros pueblos en el mundo para defender la parte del planeta que nos tocó, debemos asumir una posición nacionalista. México es de los mexicanos, es la única patria y riqueza que tenemos, y si no la defendemos que no nos sorprenda que el día de mañana estemos política, económica y socialmente sometidos al gobierno norteamericano y seamos víctimas de una brutal opresión de ese gobierno y sus jefes, los dueños de los grandes monopolios imperialistas.
Debemos reivindicar el nacionalismo mexicano, aunque parezca anticuado, pues lo viejo se vuelve moderno según las vueltas que da la realidad, hay que despertar el amor por nuestra patria, porque será un muro de contención ante quienes intentar apoderarse de nuestro territorio. Tal como lo están haciendo los países integrantes de los BRICS.
La única solución que le queda a los pobres de este país es abrir los ojos, educarse, politizarse y organizarse. No hay otra salida. Porque el gobierno mexicano está asumiendo una actitud de sumisión con los planteamientos de Trump: recientemente la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que su gobierno colaborará con Estados Unidos para frenar la inversión china y el intercambio comercial con ese país. También presentó el «Plan México» que estará vigente durante todo el sexenio, en el cual el gobierno mexicano se propone sustituir todas las importaciones de productos asiáticos con producción nacional.
Ahora bien, toda esta problemática no es un error del capitalismo, sino que es la consecuencia de la evolución dialéctica de este modo de producción que, si bien es cierto que al principio fue exitoso, ahora en los tiempos actuales ha entrado en su fase de agotamiento, de decadencia, y para subsistir no le queda otro camino que instrumentar guerras genocidas por todo el mundo. Todo con la intención de compensar la pérdida de las ganancias del capital, pérdidas que están sufriendo como consecuencia de la Ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, tema que iremos abordando más adelante.