Raúl López Gómez/Cosmovisión
No, que nadie se equivoque, el presidente mexicano no solo fue “doblado” por el imperio del norte, presidido por Donald Trump.
También “dobló” a López Obrador el imperio criminal que tiene a México y a los mexicanos bajo la mayor crisis de violencia y muerte de la historia.
Pero no es todo, ya que el no menos potente imperio de la corrupción fue otros de los poderes fácticos que “dobló” al jefe del Estado mexicano, cuya prole y más cercana claque fueron alcanzados por la transa, la ratería y los “moches”, a los más altos niveles de la política y del poder.
Y, por si fuera poco, Obrador “dobló las manos” ante el imperio de la “mafia del poder”; aquel poderoso grupo empresarial que por décadas sostuvo al viejo PRI; que era el espantajo preferido de AMLO y que hoy está detrás del “grupo asesor” del gobierno populista del tabasqueño.
Y es que, en efecto, aquel fajador de barrio, que lo mismo insultaba a Trump que pregonaba una vocación de honestidad valiente, que combatía a la horrible “mafia del poder” y prometía acabar con las bandas criminales al día siguiente del arranque de su gestión, hoy no es más que el zurrón de lo que pregonó: un corderito que come de la mano de los imperios que lo doblaron.
Pero lo cierto es que a nadie debe sorprender la cobardía del presidente mexicano frente a las amenazas externas y tampoco ante los embates internos que han convertido a su gobierno en una de las peores gestiones de la historia.
Y los fanáticos y lacayos de la Cuarta Transformación podrán decir misa y se podrán rasgas las vestiduras pero los hechos, demoledores, confirman que el verdadero traidor a la patria se llama López Obrador.
Y si lo dudan, vamos a los datos duros.
1.- En las hemerotecas de todos los medios –prensa, radio y televisión–, se puede encontrar la escandalera mediática que montaron López Obrador y sus seguidores por la decisión de Enrique Peña Nieto de reunirse, en su momento, con el candidato Donald Trump.
Lo menos que le dijeron fue traidor a la patria. Más aún, en “declaración banquetera”, AMLO dijo lo siguiente: “Trump ninguneo a Peña Nieto, exijo que se de a conocer la entrevista de Peña con Trump, que se difunda. Si es cierto lo que se difundió hoy con Carmen Aristegui es una humillación…y en desagravio, Peña Nieto debe pedir perdón al pueblo de México…”.
¿Hoy pensarán igual y pedirán lo mismo los lacayos de AMLO, luego de las revelaciones del propio Donald Trump?
A su vez, López Obrador realizó campaña al sur de Estados Unidos, con un libro dedicado a Trump, en el que aparecía como verdadero león detrás de su presa.
Sin embargo, una vez convertido en presidente, el cambio fue radical y en lugar del león retador y exigente, apareció un corderito que se dejó ningunear por Trump, desde el mismo día de su primer encuentro, según confirman las imágenes y las reseñas del encuentro.
Y sí los mexicanos, no habíamos tenido “a un presidente que se doblara” de manera tan vergonzosa frente al imperio del norte, para eso estaba AMLO, el cordero que se sacrificó al convertirse en lacayo del imperialismo.
En realidad lo que dijo el fin de semana el expresidente estadounidense no es más que la confirmación de lo que muchos mexicanos saben hoy: que López Obrador no fue más que un lacayo de Donald Trump.
2.- Pero también el presidente mexicano ha sido un lacayo de las bandas criminales que tienen sometido a todo el país. Y el mejor ejemplo fue la inconstitucional y vergonzosa liberación de Ovidio Guzmán, motejado como “El Chapito” y el saludo a la madre del mayor criminal de la historia, Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”.
En los hechos, López Obrador ya entregó México a las mafias del crimen organizado, las que financiaron su campaña, las que han impuesto narco-gobernadores y que cuentan con toda la protección y la impunidad oficiales.
Pero le presidente “se dobló” ante el crimen desde que era candidato, cuando ofreció “amnistía” a las bandas criminales y les regaló el ilegal “abrazos y no balazos”. Sí, López es un corderito frente al crimen.
3.- Pero el imperio de la corrupción también dobló a López. Vale recordar que una de las más potentes ofertas de campaña fue la lucha contra la corrupción, imperio que, según prometió López, sería derribado.
Pero ese imperio ya había contaminado desde su gestación al partido Morena y al movimiento motejado como Cuarta Transformación. ¿Por qué?
Porque Morena fue posible gracias a una montaña de corruptelas que hoy están a la vista de todos y que alcanzaron a toda la familia presidencial, a todos los cuadros del partido, a todos los candidatos y a todos sus gobiernos.
Hoy el “signo de la casa” es precisamente la ratería y la corruptela. Y es que una condición para pertenecer al partido oficial y al gobierno de AMLO es tener una cola larga y sucia.
Sí, les guste o no a los lacayos de AMLO, el imperio de la corrupción también tiene “doblado” al presidente y el mejor ejemplo es la impunidad familiar por la Casa Gris.
4.- Pero la “joya de la corona” se llama “la mafia del poder”, un selecto grupo empresarial cuya metamorfosis fue milagrosa.
Pasaron de ser el demonio de los tiempos del viejo PRI a los Ángeles del Paraíso de la Cuarta Transformación; un puñado de oportunistas de empresa cuya única convicción es la ganancia y a la ganancia; sea con los tricolores, los amarillos, los azules o los rojos.
Así, lacayos como Ricardo Salinas Pliego pasó de satanizar al gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas en el DF, a adorador de AMLO en Palacio: igual que Carlos Slim, Emilio Azcárraga, que Francisco Gonzáles, que los Vázquez Raña…
Sí, López Obrador también “se dobló” con lo que él mismo motejaba como “La Mafia del Poder”, una mafia que lo usa para saquear a país frente a sus narices.
Al final de cuentas, aquel feroz león que no dejaba viva a ninguna presa política; el valiente fajador de barrio llamado López Obrador, terminó en “correlón ratoncito” que se esconde en los rincones para no dar la cara.
Así la verdadera Cuarta Transformación.
Al tiempo.