Raúl López Gómez/Cosmovisión
Las pruebas están a la vista de todos.
Y los testimonios no los ven sólo quienes cierran los ojos o aquellos que juegan el juego de la complicidad oficial.
Y no, no se trata de ocurrencias y menos de hipótesis de trabajo.
En realidad, estamos hablando de imágenes, videos y audios en los que promotores del partido Morena y los llamados Servidores de la Nación, recorren todo el país para recopilar datos de potenciales votantes, a quienes engañan con el cuento de que recibirán la vacuna contra la pandemia, a cambio de entregar los datos de su credencial de elector.
En otros casos, en el extremo del cinismo y la ilegalidad, candidatos del partido Morena distribuyen propaganda electoral con su imagen y su nombre, en la que aseguran que quien vote por ellos será vacunado contra el Covid-19.
Y es que, como aquí lo dijimos en distintas ocasiones, en un acto criminal por parte del gobierno de López Obrador, resulta que la crisis sanitaria, la pandemia y los cientos de miles de muertos por esa causa, están siendo utilizados con fines de propaganda electoral.
Peor aún, el plan de vacunación anunciado el pasado fin de semana no es más que un grosero programa electorero, en el que los ciudadanos tendrán a su alcance la vacuna contra la pandemia, sí y sólo sí comprometen su voto a favor del partido Morena y de sus candidatos.
Es decir, asistimos a los extremos de la ruindad política; al uso clientelar y electoral de la mayor tragedia sanitaria de la historia; una tragedia que ya le costó al país por lo menos 170 mil vidas, según cifras oficiales y más de 500 mil, según números reales.
Pero la tragedia es mayor si se compara el manoseo electorero de la pandemia en México, con la vacunación de socios comerciales como Estados Unidos y Canadá o, incluso, con países de un desarrollo similar al nuestro.
En todos los casos la vacunación avanza con un éxito envidiable, mientras que aquí la aplicación del anticuerpo se ha convertido en una ofensiva zanahoria electorera destinada a ganar votos a cambio de vidas.
Y no son casos aislado y tampoco se trata de imágenes sin contexto.
No, lo cierto es que en redes sociales cada vez son más y de mayor contundencia los testimonios del “modus operandi” de los modernos “mapaches electorales” que recorren todo el país; desde las grandes ciudades, hasta los pueblos más pequeños, para cumplir su inconstitucional objetivo clientelar y electorero.
Se trata de cuadrillas de empleados federales, contratados con dinero publico, que recorren el país en busca de personas a las que afilian a tales o cuales programas sociales –desde jóvenes, madres solteras y mayores de 60 años–, a cambio de los datos de la respectiva credencial de elector.
En realidad, el objetivo central de esos Promotores de Morena y de los mal llamados Servidores de la Nación –además de los propagandistas de distintos candidatos del partido oficial—, es recopilar la mayor cantidad de dato provenientes de las respectivas credenciales de elector para, con ello, suplantar a los votantes en día de la elección de junio próximo.
Lo cuestionable del caso es que, a pesar del número creciente de testimonios del uso clientelar de los programas sociales y del abuso electorero de la vacuna contra la pandemia –todas ellas prácticas que violentan de manera flagrante la Constitución en materia electoral–, nada han dicho sobre el tema el Instituto Nacional Electoral y menos el Tribunal Electoral del Poder Judicial.
¿Y, por qué el silencio de las máximas instancias electorales del país?
La respuesta la conocen la mayoría de los mexicanos; porque el INE, igual que el Tribunal Electoral, son instancias que han sido cooptadas por el poder presidencial.
Dicho de otro modo, resulta que el fraude electoral se realiza desde la cooptación de los datos de la credencial de elector de millones de votantes potenciales, hasta la cooptación de los árbitros electorales.
Y la mejor prueba de ello es que el presidente López Obrador sigue violentando la Constitución, todos los días, en materia electoral. A los ojos de todos, un día sí y otro también, en sus mañaneras, el presidente se mete de manera ilegal en el proceso electoral sin que nadie sea capaz de una llamada de atención y menos de una sanción.
Pero apenas en días pasados la ilegalidad llegó a extremos impensables.
Desde su pedestal mañanero, López llamó a los gobernadores y alcaldes de todo el país, a no meter las manos en la elección de junio próximo.
Sí, el presidente mexicano, igual que en los tiempos del partido único, ya se asumió como el “fiel de la balanza” de las elecciones en México.
Sí, el fraude electoral está en marcha.
¿Aún dudan que vivimos los estertores de la democracia mexicana?
Al tiempo.