
Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
Otra vez la doble moral de los gobiernos, los políticos y simpatizantes de Morena.
Sí, de nueva cuenta la “chairiza” se escandaliza frente al “mal menor”, pero prefieren voltear para otro lado, frente a “la verdadera tragedia”.
¿Y cual es “el mal menor” y cual “la verdadera tragedia”?
En el primer caso, nos referimos a la remota posibilidad de que el gobierno de Estados Unidos decida imponer un impuesto de 5% a las remesas que envían los mexicanos que trabajan en aquel país.
Posibilidad que provocó una verdadera escandalera populista no sólo en Palacio, sino entre los legisladores “morenistas” que parecían disputar “el privilegio” de la defensa de los intereses de los migrantes mexicanos.
Y, en el segundo caso, hablamos de ese impuesto silencioso –pero no por ello menos pernicioso–, llamado “cobro de piso”; una verdadera renta que han impuesto mediante la violencia los grupos criminales dominantes, a lo largo y ancho del país.
Renta que, en todos los casos, es exigida mediante un clásico del crimen: “¡El dinero o la vida!”.
¡Y ay de aquel que se niegue a pagar las cuotas exigidas, porque entonces pagará con la vida!
¿Cuántos casos se reportan, de manera cotidiana, de comerciantes, empresarios, industriales y hasta vendedores ambulantes que son “ejecutados” por negarse al cobro de piso?
Familias completas de tortilleros, polleros, carniceros, taqueros y comerciantes, en general, han sido asesinadas en todo el país, por negarse al “cobro de piso”, frente a la complicidad abierta de “autoridades” federales, estatales y municipales.
Por eso, ante esa nueva contradicción de la espiral de ingobernabilidad, impuesta por los políticos del partido en el poder, vienen las preguntas obligadas.
¿Qué resulta más nocivo para los ciudadanos; un eventual gravamen de 5% a las remesas o el “cobro de piso” generalizado, en todo el país, a todos los productos que consumen los ciudadanos?
¿Por qué desde Palacio se propone una campaña para echar abajo el potencial impuesto a las remesas, mientras que los tres ordenes de gobierno –federal, estatales y municipales–, se suman a la complicidad de los grupos mafiosos que cobran piso hasta al más humilde comerciante?
Y es que “el cobro de piso” no es más que un impuesto que pagan los ciudadanos en general, pero sobre todo los que menos tienen.
De esa manera, todo aquel ciudadano que compra un kilo de tortillas, de limones, de aguacates, de carne o pollo; de pescado frutas o verduras, debe pagar entre 20% y/o 50% de sobreprecio, que va directo a los bolsillos de los grupos criminales.
Sí, “el cobro de piso” no es otra cosa que una renta que, mediante la violencia criminal, impones las mafias dominantes en México.
Y nadie escapa de esa renta criminal.
Basta recordar el caso de Javier Santos, de 13 años, quien vendía refrescos en la calle y que apenas el 1 de mayo del 2025 fue asesinado por negarse al “pago de piso”. La barbarie ocurrió en Cochoapa, Guerrero.
Según habitantes del lugar, la banda criminal de “Los Ardillo” son los encargados del “cobro de piso” en casi todo el estado de Guerrero.
¿Y por qué la “señora presidenta”, su gabinete de seguridad, además de legisladores y gobernadores de Morena, no hacen una escandalera por ese impuesto?
Nadie dice nada porque los gobiernos de Morena mantienen una abierta complicidad con los grupos criminales dominantes en todo el país.
Pero la atrocidad es mayor si acudimos al mapa del dominio criminal en México, dado a conocer por el gobierno de Estados Unidos.
Resulta que, según la DEA, 19 de las 32 entidades del país están bajo el control del Cártel de Sinaloa y (CJNG).
En pocas palabras, el “cobro de piso” es un impuesto que pagan los mexicanos en los estados como Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Coahuila, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí, Oaxaca, Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán, Quintana Roo, Morelos, Ciudad de México, Tamaulipas, Jalisco, Nayarit, Guanajuato e Hidalgo, entre otros.
Sí, todos en Morena callan ante ese impuesto criminal llamado “cobro de piso”, que ha cobrado cientos de vidas.
¿Hasta cuando?
Al tiempo.