Carlos Ramírez/Indicador político
A pocas horas de cumplir la primera quincena del gobierno espurio de Claudia Sheinbaum, por todo el país aparecen pruebas que confirman lo que advertimos aquí en repetidas ocasiones; que viviremos otro sexenio de terror.
Y hablamos de la confirmación de un gobierno terrorista porque, por ejemplo, apenas el pasado 25 de septiembre del 2024, en el Itinerario titulado: “¿Avalará Claudia el narco-estado?”, dije que todo apuntaba a que, el de “La Señora Presidenta”, sería otro “narco-gobierno”, amparado en el terror, igual que la gestión de López Obrador.
Y, en efecto, en los primeros 14 días del gobierno de Sheinbaum, los mexicanos y el mundo hemos sido testigos de actos de terror y barbarie que poco o nada le han importado a la presidenta y a su gobierno.
Terror y barbarie como el asesinato y decapitación del alcalde de Chilpancingo, capital del estado de Guerrero, quien cumplía cuatro días en el cargo y a quien horas antes le habían matado a su secretario de seguridad y al secretario de gobierno. A pesar del peligro, nadie le brindó protección.
Pero el terror llegó al extremo cuando las bandas del crimen organizado depositaron sobre el toldo de la camioneta del funcionario, la cabeza cercenada, a manera de advertencia ejemplar; macabra señal que parecía decir: “¡Que el mudo sepa lo que pasará a los servidores públicos que no se someten a las bandas criminales!”.
Pero ese era apenas el principio, ya que, por ejemplo, en Sinaloa, Sonora, Chiapas, Jalisco y Tabasco, entre otras entidades, los grupos criminales se desataron en los primeros 14 días de la naciente gestión federal, mediante crímenes, secuestros, balaceras, bloqueos carreteros, saqueos, quema de vehículos, asesinatos por negarse al “pago de piso”; levantones –sobre todo jóvenes– y, en general, la implantación del terror como “forma de gobierno”.
Pero no era todo, ya que en Tamaulipas se produjo otro acto terrorista que tampoco parece haberle importarle al gobierno federal; el intento de secuestro del diputado local del PAN, Vicente Verástegui quien logró burlar a sus captores sano y salvo; ataque al que siguió el crimen del fiscal de Jalisco.
Por si fuera poco, en esos 14 días se endurecieron los casos de censura a periodistas y medios; represión ordenada por las administraciones de Morena en los tres órdenes de gobierno; municipal, estatal y federal.
Primero se ordenó el cierre del programa emblema de análisis y crítica en el canal 11 de la televisión oficial; luego se acrecentó la persecución de los críticos en medios como Excélsior, Grupo Imagen y en concesionarias como Fórmula, entre otros.
Pero, otra vez el extremo apareció cuando el dueño del canal 66 de la televisión de Mexicali, Baja California, despidió en vivo al conductor del programa “Ciudadano 2.0”, Gustavo Mecalpin.
Resulta que el periodista “cometió el pecado” de criticar a la familia de la gobernadora “morenista”, Marina del Pilar; postura que desató no sólo la represión oficial sino el terror de despedir al periodista en pleno programa, en vivo, frente a la audiencia.
Sí, otro acto de “terror oficial” y otro mensaje ejemplar: “¡Vean lo que les pasará a los periodistas críticos!”, fue la verdadera advertencia.
Más aún, con el cinismo que le caracteriza y frente a la ola de violencia en todo el país, el ex panista y el mayor lambiscon de la “4-T”, Manuel Espino, propuso dialogar con las bandas criminales, en lugar de combatirlas.
Todo ello mientras que en redes se convirtieron en tendencia videos de helicópteros de la Sedena, volando a baja altura en regiones controladas por el crimen organizado, exhibiendo una bandera blanca, en señal de rendición. Es decir, en los hechos, militares y marinos rindieron la plaza en entidades como Sinaloa, Sonora, Guerrero, Chiapas, Jalisco y otras.
Pero no es novedad. Resulta que la gestión de AMLO también arrancó con actos terroristas y mensajes ejemplares. En mayo de 2018, Obrador pagó millones de pesos para difamar y calumniar en redes al columnista y crítico televisivo, Ricardo Alemán. Y aquí seguimos seis años después.
También en el de López, como todos saben, decenas de periodistas y críticos fueron perseguidos y echados de sus medios; se produjo un atentado de Estado contra el periodista Ciro Gómez Leyva; ataque nunca aclarado, al tiempo que en todo el país fueron asesinados 81 periodistas; la cifra más alta en el mundo y el mayor ejemplo de impunidad oficial.
Ese sexenio arrancó con el supuesto “accidente” que costó la vida a la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso y a su esposo, el senador Rafael Moreno Valle; “accidente” que, curiosamente, nunca fue investigado a fondo.
Además y por orden directa de AMLO, Rosario Robles fue llevada presa de manera ilegal; mientras que también pisaron la cárcel empresarios y políticos perseguidos por López, en claros “mensajes ejemplares”.
Por eso, al final, la pregunta obligada: ¿Por qué y para qué el uso del terror en los gobiernos mexicanos dizque de izquierda, como los de Morena?
La respuesta la saben todos aquellos que conocen dictaduras como las de Mussolini, en Italia; Hitler, en Alemania; Stalin, en Rusia; Franco, en España, además de Chávez y Maduro, en Venezuela, entre otras.
Sí, “el terror” es la forma de gobierno de las tiranías. Al tiempo.