Carlos Ramírez/Indicador político
Aquí lo dije apenas el pasado 11 de diciembre.
Dije que estaba en marcha el “golpe de Estado” contra el Poder Judicial.
Dije que, por esa razón, la “división de poderes” corría un serio peligro.
Dije que México estaba a un paso de la dictadura de un solo hombre.
Y dije que “el golpe” contra el Poder Judicial era la pieza faltante para asestar la puntilla a la democracia mexicana.
Hoy, fatalmente, López Obrador aniquiló la agonizante democracia mexicana y consumó su anhelado “golpe de Estado” contra el Poder Judicial.
Sí, cual “golpista bananero”, AMLO finalmente colonizó a la Suprema Corte–, sino al máximo árbitro electoral; al Tribunal Federal Electoral.
Y con esos golpes a la democracia, tiene en sus manos el resultado de la contienda electoral federal y, sobre todo, el camino libre para su Maximato.
Pero vamos al paso a paso.
1.- Todo comenzó con una ilegal renuncia del ministro de la Corte, Arturo Saldívar, quien no solo se sumó a la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum sino que dejó una vacante el La Corte, para facilitar el “golpe de Estado” contra el Máximo Tribunal.
Y siempre con el aval de Palacio, el Senado de la República procedió a sustituir el asiento del ex presidente de La Corte, pero la bancada de Morena y sus aliados reventaron toda posibilidad de acuerdo y llevaron al extremo los procedimientos para que el presidente eligiera a la ministra suplente.
Sí, con una impudicia pocas veces vista, Obrador designó a una incondicional; a la golpista Lenia Batres, hermana del jefe de gobierno Martí Batres y cuya labor será destruir desde dentro a la Suprema Corte.
2.- Así, al tiempo que se cocinaba en Palacio la imposición de una “ministra carnal”, en el Tribunal Federal Electoral se urdía la caída de su presidente, Reyes Rodríguez Mondragón, quien finalmente fue doblado por los chantajes, las presiones y las amenazas de Palacio.
Y es que luego de los primeros embates para derribarlo, Reyes Rodríguez se dijo convencido de seguir en el cargo, pero horas después, no resistió la presión y tampoco “los cañonazos” y se dobló.
3.- De esa manera, y una vez que resultó exitosa la guerra contra el entonces presidente del Tribunal Federal Electora, López Obrador se apoderó de la máxima institucion calificadora de las elecciones.
Y es que en votación secreta y nada transparente, una mayoría de magistrados afines al poder presidencial, llevaron a la presidencia del Tribunal Federal Electoral a la morenista Monica Soto; “lopista” confesa.
Un “golpe de Estado” contra el árbitro electoral supremo, lo que confirma que la elección presidencial del 2024 ya es una elección de Estado.
4.- Pero aún hay más. Resulta que el pasado viernes 15 de diciembre del 2023, venció el plazo que impuso la Suprema Corte al Senado de la República para designar a los tres comisionados faltantes del Instituto Nacional de Acceso a la Información INAI.
Es decir, que al incumplir el mandato de La Corte, el Senado de la República se coloca en la figura de “desacato” de un mandato judicial, lo que en una democracia vigente y saludable amerita severas sanciones.
Sin embargo, de eso se trata, de exhibir “la debilidad e inoperancia” del Máximo Tribunal. Y es que La Corte también dejó que pisotearan su autoridad en la ilegal renuncia del ex ministro presidente, Arturo Saldívar.
Y frente a esa montaña de ilegalidades, trampas y engaños, aparecen las preguntas obligadas.
¿Por qué no pasa nada…? ¿Dónde están los contrapesos, la Fiscalía General, el Congreso de la Unión, la Suprema Corte? ¿Dónde están los críticos, los intelectuales, la sociedad civil, los empresarios…?
La respuesta la conocen todos. Resulta que la democracia mexicana es un sistema colapsado y atrapado por un solo hombre.
Por un político corrupto y mentiroso que, para ocultar sus trapacerías y para mantenerse en el poder, no solo rompió la columna vertebral del Estado mexicano, al desaparecer la División de Poderes y colonizar las instituciones autónomas, sino que más que un partido político, creó una mafia política.
Sí, un cártel político, de nombre Morena, que no solo ostenta el mayor poder político, sino que corrompe todo lo que está en su entorno, que negocia y pacta con las bandas criminales, que hace negocios con el poder empresarial y somete a los medios.
Un cártel político que destruye instituciones, solapa las raterías de su claque y su prole que destruye la democracia e instauró los “narco-gobiernos”.
Y es que, en una democracia vigente y funcional, por mucho menos de la corrupción de Estado, de la alianza oficial con las bandas criminales y por el “golpe de Estado”, ya estarían presos AMLO y su pandilla criminal.
Pero en el México de hoy no pasa nada porque el Estado democrático está colapsado, porque fue atrapado por un populista mentiroso, corrupto y corruptor y porque la sociedad mexicana parece indiferente a la debacle que ya está aquí. ¿Hasta cuando?
Al tiempo.