Carlos Ramírez/Indicador político
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) –la fuerza política que, por años, reclamó la paternidad de las izquierdas en México–, está a un paso de la extinción.
Pero también está a punto de la traición, no sólo de su origen y su objetivo histórico –la democratización de la vida nacional–, sino de la generosidad que le dio vida, gracias a uno de sus más reputados fundadores.
Si, la fuerza política que nació gracias a Heberto Castillo –para abanderar las mejores causas de la democracia mexicana–, hoy puede terminar como aval de la destrucción de la democracia en México.
Y es que una vez que sus precandidatos presidenciales quedaron fuera de la competencia para construir el opositor Frente Amplio, tanto aspirantes como dirigentes del partido “negro-amarillo”, patearon la mesa y coquetearon con la posibilidad de aliarse al impresentable Movimiento Ciudadano, que no es más que “la meretriz” de la política mexicana.
Es decir, asistimos a la misma “tara” política de AMLO: “si no gano, me hicieron trampa y si no vuelvo a ganar, entonces arrebato”,
Pero también es cierto que a nadie debe sorprender esa incongruencia del perredismo y, sobre todo, su carencia absoluta de generosidad política.
¿Y por qué?
Porque igual que la mayoría de los políticos mexicanos, los perredistas heredaron “taras políticas” como la ambición sin freno, el poder por el poder, la corrupción, la mentira y la incongruencia; todas herencias genéticas incompatibles con un proyecto ciudadano como el Frente Amplio
Curiosamente, eso lo advertí aquí el pasado 26 de febrero del 2023, en el Itinerario Político titulado: “Sí existe oposición, pero falta generosidad”, luego de la multitudinaria manifestación cuidadana en defensa del INE; expresión civil que, para muchos, fue “La Primevera Mexicana”.
Así lo dije: “La movilización ciudadana bautizada como “La Primavera Mexicana” confirmó que México es mucho pueblo para tan poco presidente.
“La protesta social del 26-F también ratificó que existe muy poco Zócalo para tanto pueblo con hambre de libertad.
“Y se comprobó que la sociedad mexicana organizada es mucho más grande que sus partidos opositores.
“Y por eso obliga preguntar: ¿Están listos los partidos opositores, frente a una sociedad civil organizada que dio una de las mayores lecciones en defensa de la democracia?
“La respuesta a la anterior interrogante es un rotundo “¡no!”.
“En efecto, ni los partidos opositores ni los políticos de la llamada oposición están listos para echar del poder a Morena y menos para acabar con esa impostura llamada Cuarta Transformación.
“¿Y por qué no están listos? Porque muchos de ellos son víctimas de las mismas “taras políticas” que moldearon a Morena y a López Obrador.
“Las “taras” de la ambición sin freno, del poder por el poder, de la corrupción, la mentira y la incongruencia; todas ellas fallas genéticas que vieron nacer como priistas a los hoy morenistas; que los vieron crecer como perredistas; correr en sus mocedades como panistas y que ya de viejos son la peor expresión de la política mexicana; la escoria llamada Morena.
“Lo cierto, sin embargo, es que no hay muchos políticos o ciudadanos confiables para una emergencia como la que hoy vivimos; no hay muchos mexicanos dotados de generosidad, honestidad, congruencia y la sabiduría que, por ejemplo, mostró Heberto Castillo en la presidencial de 1988.
“Para los que no lo saben y para quienes lo han olvidado, Heberto Castillo fue, antes que el político que fundó el PRD, un reputado maestro universitario y un reconocido científico.
“Honesto, congruente, leal y solidario, Heberto ya era candidato presidencial en los previos a la presidencial de 1988 y ya había fundado su propio partido, cuando entendió el momento histórico que le tocó vivir.
“Por eso, en el mayor gesto de generosidad política que se haya visto, declinó su candidatura presidencial a favor de Cuauhtémoc Cárdenas y le entregó el registro de su naciente partido, el (PMT)
“Sí, gracias a la generosidad de Heberto, Cárdenas fue candidato presidencial en 1988; gracias a esa generosidad nacieron no solo el Frente Democrático Nacional, sino el PRD y gracias a esa generosidad fue posible la semilla de la democracia electoral mexicana, que se confirmó en las históricas jornadas de 1996 que dieron vida al IFE y al cadáver conocido hoy como INE.
“Por eso volvemos a preguntar: ¿Cuántos políticos mexicanos y cuantos ciudadanos que ambicionan al poder, cargan en sus alforjas con la generosidad de Heberto Castillo?” (FIN DE LA CITA)
En efecto, a pesar del esfuerzo ciudadanos y ante el peligro de un fraude de Estado, para el 2024 no hay nada seguro para la sociedad organizada.
Al tiempo.