Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
Primero los invito a pensar, por un momento, cada una de las siguientes preguntas.
¿Saben por qué, todos los días, el presidente mexicano violenta, de manera deliberada, la Constitución y las leyes electorales?
¿Por qué razón, sin pudor y sin vergüenza, se ha convertido en el jefe de campaña de sus “corcholatas”?
¿Por qué solapa, a diario, las raterías y el despilfarro de todos aquellos aspirantes presidenciales de Morena y sus aliados?
¿Por qué razón, de viva voz, el presidente lanzó una guerra sin tregua contra una mujer, a su vez precandidata presidencial, como Xóchitl Gálvez?
¿Bajo qué premisa perversa, López Obrador, utiliza todo el peso del poder presidencial y todos los recursos del Estado –recursos públicos y poder autoritario–, para anular, aniquilar o destruir a una candidata presidencial, como la senadora Gálvez?
¿Por qué, a pesar de las reiteradas violaciones constitucionales y de romper todas las reglas electorales, el mandatario mexicano sigue tan campante, como si nada pasara?
¿Por qué el desacato presidencial a una orden judicial que lo obliga a otorgar el derecho de réplica a la senadora hidalguense?
¿Por qué el desacato de AMLO frente a los ordenamientos del INE y del Tribunal Electoral, que resolvieron que el presidente debía poner fin a la campaña difamatoria y calumniosa contra la empresaria, legisladora y precandidata presidencial, de nombre Xóchitl?
¿Y por qué en abierta violación a la legislación fiscal, a la Ley de datos personales y a sus propias facultades como jefe de Estado y jefe de gobierno, el presidente mexicano difundió un supuesto expediente de las empresas de la senadora Gálvez –documento sin el mínimo rigor aritmético–, lo que convierte al mandatario mexicano en un vulgar delincuente?
La respuesta a todas las interrogantes anteriores no tiene más explicación que la perversidad reeleccionista de un enfermo de poder como el presidente mexicano, López Obrador.
Dicho de otro modo, resulta que AMLO se ha empeñado en violentar de manera contumaz, no sólo la Constitución sino todas las reglas existentes en materia electoral y de protección de datos personales, no por ignorancia, sino para provocar una crisis constitucional capaz de anular la elección del 2024.
Sí, López Obrador sabe, a ciencia cierta que si sus opositores, sus adversarios, los periodistas o las organizaciones civiles se empeñan en integrar un expediente de todas sus violaciones a la legislación electoral o, en general, a la Carta Magna, entonces se habrá llegado a la hipótesis de anular la elección presidencial.
¿Y qué significa que sobre la contienda del 2024 –para renovar al jefe del Estado y del gobierno mexicano–, pueda caer la guadaña de la anulación de todo el proceso electoral para renovar al Congreso y al ejecutivo federal?
Poca cosa, que López Obrador tendrá en su mano la llave para abrir la puerta de entrada a una crisis constitucional que le daría acceso directo a la reelección.
Sí, por eso los empeños presidenciales por exhibir frente al mundo sus dotes como el mayor violador no sólo de la Constitución sino de todas las leyes que de ella emanan.
Pero vamos por partes.
Para nadie es nuevo que desde Palacio se catalizó el choque frontal entre el presidente y la senadora Xóchitl Gálvez.
Todos saben que la empresaria hidalguense acudió a un juez para exigir su derecho de réplica; que acudió al INE y al Tribunal Electoral para denunciar violencia política de género en su contra.
Y todos saben que un juez le ordenó al presidente otorgar el derecho de réplica y que los árbitros electorales le ordenaron al tirano de Palacio poner fin a la persecución política contra la senadora Gálvez.
Y todos saben que en el extremo del abuso del poder, también desde Palacio, AMLO exhibió un expediente de los supuestos ingresos de las empresas de la senadora Xóchitl; montaje que fue reproducido hasta la náusea por los paleros mediáticos de Palacio.
Lo que pocos saben, sin embargo, es que todas esas violaciones a la Constitución y a muchas de las leyes que regula la Carta Magna, pueden ser causal de anulación de la elección presidencial del 2024.
Y de la posibilidad de anular la elección, a la eventualidad de una crisis constitucional y de la reelección del tirano de Palacio, no hay más que un paso; un paso que la mafia de López Obrador dará sin dudarlo si Morena pierde la elección presidencial del 2024.
¿Lo dudan? Se los dije.
Al tiempo.