Andi Uriel Hernández Sánchez/Contrastes
El escándalo ya es mayúsculo.
Un escándalo que debiera escandalizar a todos los mexicanos y, sobre todo, al mundo entero.
Y es que, en los hechos, el presidente mexicano reconoció que el Estado mexicano está en manos de un “narco-gobierno” y que, por tanto, el jefe de las instituciones, es un “narco-presidente”.
Sí, así de realista, así de contundente, por duro que parezca y por rudo que resulte.
En efecto, un escándalo que no sólo sacude al mundo entero, sino que significa, sobre todo, un inédito en la diplomacia mexicana y, sobre todo, en la relación bilateral entre México y Estados Unidos.
Y es que cuando López Obrador se queja de “intervencionismo” y de “espionaje” contra el Estado mexicano y contra su gobierno –porque la DEA infiltró al cártel de “los chapitos”–, lo cierto es que el mandatario mexicano les otorga rango de instituciones del Estado a las mafias de la droga; mafias como el cártel de Sinaloa.
Peor aún, con Obrador defiende a ultranza a “los chapitos”, confirma que mantiene una alianza con el grupo criminal del patriarca de las drogas, motejado como: “El Chapo” Guzmán.
Pero no solo eso, sino que ratifica que esa banda mafiosa es protegida por el gobierno de la Cuarta Transformación y que a esa misma razón obedecen sus frecuentes viajes de López a Badiraguato, Sinaloa.
Incluso, el presidente mexicano también acepta que gracias a esa alianza se debe el apresurado amparo judicial promovido a favor de Ovidio Guzmán, para no ser extraditado a Estados Unidos.
Y por si faltaba algo, de igual manera se confirma que detrás del pacto mafioso está la orden del mismísimo presidente mexicano para liberar a Ovidio Guzmán en 2019 y también el intentó de Palacio por la repatriación a México del “señor Joaquín Guzmán Loera”, como respetuosamente llama el presidente al capo.
En pocas palabras, queda claro que el presidente mexicano terminó atrapado no sólo en sus propias mentiras y contradicciones, sino que cayó “redondito” en la red diplomática que le tendieron desde el gobierno de Biden.
Una trampa diseñada para exhibir la alianza del gobierno mexicano con el más poderoso capo de las drogas. Una trampa del gobierno norteamericano cuyo objetivo siempre fue ratificar que el de López Obrador siempre ha sido un “narco-gobierno”.
Pero si a la estratagema anterior se le agrega el más reciente escándalo de corrupción del titular de la Sedena –el general Cresencio Sandoval–, entonces se cierra el círculo perfecto de la instauración en México de un “narco-gobierno”; una mafia oficial que es defendido por un puñado de generales corruptos y al servicio del crimen.
Dicho de otro modo; resulta que hoy el mundo sabe que México está en manos de un “narco-presidente”, que la democracia está en peligro a causa del “narco-gobierno” de la Cuarta Transformación y que igual que ha ocurrido en las tiranías bananeras del continente, el Ejército mexicano fue sometido –igual que no pocos contrapesos–, por la vía de la corrupción.
Y por pura casualidad, el mensaje de fondo que manda el gobierno norteamericano al anunciar una persecución contra la banda de “los chapitos”, es que las instituciones castrenses del Estado mexicano son tan corruptas que no son capaces de la captura y contención de las mafias de las drogas, como los cárteles de Sinaloa y Jalisco.
Por eso, porque los militares mexicanos son altamente corruptos, el gobierno de Biden ordenó infiltrar a “los chapitos”; indagatoria que nunca llevaría a cabo el corrupto general mexicano, Cresencio Sandoval.
Lo simpático del tema es que frente “al pataleo” de AMLO, Biden endureció la exhibición pública –la ridiculización–del presidente mexicano.
Y es que mientras que AMLO lloriquea porque la DEA y el Pentágono supuestamente espían a su gobierno, la prensa norteamericana revela que el gobierno de Obrador es el que más ha espiado a los mexicanos en la historia.
Sí, López puede decir misa y acusar al gobierno de Biden de ser el demonio, pero lo cierto es que el mandatario mexicano es un poderoso aliado de las bandas criminales y su gobierno no sólo es un “narco-gobierno”, sino que es el que más ha espiado a los mexicanos.
Pero tampoco ahí no termina la historia.
También desde Estados Unidos vino la noticia de que el gobierno de AMLO se negó a firmar una declaración conjunta que entregaron al Consejo de Seguridad de la ONU, 46 democracias del mundo, las que expresan su preocupación –según el Artículo 19 de la carta de derechos de la ONU–, por la detención arbitraria, en Rusia, de un reportero norteamericanos del WSJ.
Es decir, que el gobierno de México está en guerra abierta contra la administración de Biden en Estados Unidos; sí, una estupidez de Obrador que sin duda será letal para los mexicanos.
Al tiempo.