Andi Uriel Hernández Sánchez/Contrastes
Seguramente pocos recuerdan el poema corto de José Emilio Pacheco.
“De viejos, son todo aquello que criticaron a los 20”.
Y es que hoy, en el 2023, los santones y vividores de las históricas gestas estudiantiles de 1968 y 1971 no solo aplauden la militarización que cuestionaron y combatieron a los 20 años, sino que rinden culto a la moderna version del criminal y represor Gustavo Díaz Ordaz.
Sí, porque López Obrador es hoy la versión moderna y recargada del presidente mexicano más represor de la historia.
Más aún, Obrador pasará a la historia como el presidente mexicano que llevó la militarización del país a extremos impenables, como movilizar a seis mil guardias nacionales en todo el Sistema de Transporte Colectivo Metro.
Pero contrario a lo que muchos imaginan, el Metro fue militarizado no para el beneficio de los usuarios –lo que se habría conseguido con un programa eficiente de mantenimiento–, sino para rescatar del despeñadero a su malograda “delfina”, Claudia Sheimbaun, quien a pasos agigantados se convierte en la peor gobernante de todo el país.
Lo paradógico, sin embargo, es que buena parte de quienes rinden culto al rey López Obrador, se construyeron en la polìtica al amparo de los hechos criminales de 1968 y 1971, lo que convierte al poema de José Emilio Pacheco en un pasaje clave de la historia mexicana del ultimo medio siglo.
¿Dónde están todos aquellos que el 2 de octubre y el 10 de junio de los últimos 55 años se manifestaban en repudio del ataque militar lanzado por los gobiernos de Díaz Ordaz y Echeverría contra los jóvenes en 1968 y 1971 del siglo pasado?
Resulta no solo esordecedor sino paético el silencio de los “sesentayocheros” frente a la militarización de la vida nacional y ante al mensaje de escándalo que manda el dictador López al inundar de militares todas las instalaciones del Metro.
Un mensaje de represión y paralisis de la capital del país en preparación y prevención de eventuales protesas sociales ante un potencial golpe de Estado, por un lado, y de previsibles movolizaciones callejeras en repudio al “cantado” robo de resultados electorales en los comicios del 2023 y el 2024.
Por eso obliga cuestionar a los mexicanos que vivieron en carne propia la represión de 1968 y 1971.
¿Por qué el silencio y la complacencia de toda una generación de jovenes quienes, de viejos, son todo aquello que cuesionaron a los 20 años?
¿De qué genética defectuosa fueron moldeados muchos mexicanos que vivieron la represión de 68 y el 71, al extremo de que hoy aplauden la militarización; hoy guardan silencio, ya no se adueñan más de las calles para protestar contra el dictador, el represor y el tirano que en el 2023 nos arrebata libertades y derechos fundamentales?
Lo cierto es que tampoco asistimos a una novedad. ¿Por qué?
Porque curiosamente, el 18 de enero de 2019 –a semanas de la toma de posesión de López–, en el Itinerario Político titulado: “¡AMLO, peor que Díaz Ordaz!”, aquí dije que la creación de la Guardia Nacional sería para eso, para la represión de la protesta social.
En aquella ocasión, como ya es costumbre, menudearon las mentadas de madre, los insultos y la descalificación. “¡Estas loco!”, me dijeron.
Y es que en aquella entrega dije que la cración de la Guardia Nacional no era otra cosa que el fortalecimiento “del poder absoluto de López Obrador, al mejor estilo de Díaz Ordaz”.
Así lo explique: “la cultura política de Obrador lo llevará a someter a los tres órdenes de gobierno y los poderes de la unión; a destruir la división de poderes y a limitar libertades básicas como las de expresión, de prensa, de manifestación y de libre tránsito”. (Fin de la cita)
Volví al tema con el Itinerario Político del 26 de diciembre del 2021 titulado: “¡Se los dije: López, el nuevo Díaz Ordaz!”.
Así lo dije: “Lo cierto, sin embargo, es que más allá de las diferencias evidentes en el tiempo, en la cultura cívica y democrática, hoy López Obrador es peor que Díaz Ordaz. ¿Por qué?
“Porque antaño, en los tiempos de Díaz Ordaz, el reclamo social y estudiantil era a favor de conseguir básicos democráticos, como libertad de expresión, libertad de manifestación, pluralidad política, sufragio efectivo, libertad de prensa y fin de presidencialismo autoritario y centralista.
“Hogaño, en cambio, López llegó al poder gracias a todas esas libertades y, contrario a Díaz Ordaz, el gobierno de Obrador se empeña en regresar a los tiempos “preciviles”, a los años en los que no existía libertad de expresión y de prensa; libertad de manifestación; en donde no había pluralidad y en donde prevalecía el presidencialismo autoritario y centralista.
“Es decir, que el gobierno de Obrador hace todo por convertirse en un grosero remedo del gobierno de Días Ordaz. Al Tiempo”. (Fin de la cita)
El tiempo, siempre el tiempo.
¿Tuve o no razón?
Lo cierto es que hoy está a la vista de todos que López Obrador es la moderna versión del represor y criminal Gustavo Díaz Ordaz, mientras que muchos mexicanos de la generación de 1968 y 1971 son todo aquello que criticaron a los 20 años; de viejos le aplauden y se santiguan ante el tirano.
Al tiempo.