Carlos Ramírez/Indicador político
Peña Nieto, mal y de malas
No cabe duda que los políticos priistas bien deberían darse una buena limpia, hacer una manda o un acto de contrición, algo debería ocurrírseles, porque cuando no les llueve, les cae encima una tormenta o se les aparece un huracán. Tal es el caso de muchos gobernadores priistas, ex gobernadores y, por supuesto, de nuestro presidente Enrique Peña Nieto, quien encabeza, al menos en los días recientes, la ola de señalamientos.
No le bastaba, al parecer, el repudio social que ya enfrentaba y que lo ubica en las encuestas como el presidente peor calificado en la historia reciente, aunado al despiadado aumento de la gasolina y la luz, y la violencia creciente que se vive en buena parte del país, pues quiso arribar a su cuarto informe poniéndole la cereza al pastel con su desafortunado encuentro con el candidato republicano Donald Trump.
El aspirante a suceder a Obama en la Casa Blanca ha basado su campaña en el ataque sistemático contra los migrantes, pues ha insultado a los connacionales que realizan los trabajos que, como dijera el diplomático Fox, “ni los negros quieren hacer”.
Ha llamado violadores y delincuentes a los mexicanos que viven y trabajan en aquel país, y ha prometido levantar una muralla en la frontera norte, la cual deberemos, dice, pagar los mexicanos.
La visita de Trump y la tibieza del presidente Peña, que muchos analistas calificaron de indignidad, pues no tuvo el valor para defender a los mexicanos migrantes, han generado una crítica devastadora contra el mandatario, y lo ha puesto contra las cuerdas.
La pifia de recibir a Trump y no mostrar firmeza frente al republicano le costará muy caro a Peña Nieto, quien luego de percibir la magnitud del rechazo por el encuentro, trató de controlar los daños a través de una entrevista a modo por televisión con la hoy maniatada periodista Denisse Marker, y con un texto que publicó en El Universal, que seguramente alguien le redactó.
¿Quién asesora al Peña? Probablemente nadie.
Una de las características de todo gobernante es que una vez en el poder, éste los aniquila, los vuelve soberbios, los hace ciegos y sordos y viven la mayor parte del tiempo en una burbuja en donde se creen el cuento de “fueron felices por siempre”, alejados de la realidad, ajenos al reclamo social e inmersos en el autoengaño del “no pasa nada” y “todo es culpa de enemigos políticos”.
Ése es el síndrome de nuestros gobernantes, para desgracia del país.
*Este texto es responsabilidad absoluta del autor.