Raúl López Gómez/Cosmovisión
Desaparición forzada, el infierno de la impunidad
Este martes se conmemoró el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, y en el contexto de Los Desaparecidos, la Tragedia de Veracruz, es fundamental abordar este fenómeno que organismos internacionales y nacionales señalan como una de las situaciones más graves en México en materia de violación a los derechos humanos.
Las cifras llamadas “oficiales”, particularmente en los casos de «ciudadanos extraviados o ausentes» -como le llaman las autoridades ante el temor de pronunciar la frase «desaparición forzada»-, están sujetas siempre a manipulaciones; aun así, en 2015 se registraron más de 567 denuncias en Veracruz por la participación directa de elementos de seguridad estatales y municipales en el plagio de igual número de personas.
La «desaparición forzada» es el arresto, la detención, el secuestro o cualquier otra forma de privación de libertad que sea obra de agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúan con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la negativa a reconocer dicha privación.
Esto lamentablemente se ha vuelto cotidiano en Veracruz y en México.
La colusión y complicidad con los grupos delincuenciales por parte de los policías es una de las causas de la desaparición forzada, aun cuando no debemos perder de vista que la represión institucional es también motivo.
En Veracruz, y en el resto del país, la desaparición forzada implica para las familias de las víctimas, más que en cualquier otro caso, enfrentarse a un infierno de impunidad ante la inacción de las autoridades que no se atreven a reconocer la participación de policías, militares, marinos o algún otro servidor público.
No hay peor escenario, porque quien está obligado a esclarecer el destino de las víctimas puede ser el propio autor de la agresión o cómplice de ésta.
Tierra Blanca y Papantla, por mencionar sólo dos casos ocurridos en este año, en donde ocho jóvenes fueron detenidos por policías estatales y municipales, sin que haya certeza sobre su destino trágico ni las razones, son claro ejemplo de lo que ocurre en Veracruz: la desaparición forzada como una de las prácticas de los cuerpos de seguridad que paradójicamente son los responsables de velar por la seguridad de los ciudadanos.
*Este texto es responsabilidad absoluta del autor.