Pablo Jair Ortega/Columna sin nombre
Tiro en el pie
Este lunes a las 18 horas se reunirá la Comisión de Justicia Partidaria del PRI, y salvo que ocurra un milagro pareciese que la suerte de Javier Duarte de Ochoa está echada, y que se optará por suspenderle sus derechos partidarios, la antesala de la expulsión, bajo la tesis de que le ha fallado a sus gobernados, de que la PGR ha iniciado formalmente una investigación en su contra; pero en la realidad, la causa principal es usar al mandatario veracruzano como experimento en la redefinición de acciones del partido ante la crisis en la que está inmerso, que podría agravarse si en las elecciones del año entrante, como todo apunta, pierde su último gran bastión que es el Estado de México.
Es cierto también que Javier Duarte de Ochoa ha contribuido, y mucho, a construir su infierno.
Si es o no responsable de lo que se le acusa, corresponderá a la autoridad definirlo, pero el mandatario no supo, no quiso o no pudo enfrentar la crisis mediática y política que se recrudeció con la contundente derrota del partido en junio pasado.
Los resultados del desdén o incapacidad para enfrentar esta circunstancia saltan a la vista. Lo que se ve no se juzga, diría el popular y recién fallecido Juan Gabriel.
Sin embargo, la decisión del PRI de sancionar a Javier Duarte y eventualmente a otros gobernadores señalados por la opinión pública y sus enemigos políticos de supuestos actos de corrupción significará un tiro en el pie, y la determinación confirmará lo que los ciudadanos sienten y piensan: el PRI -no fulano o zutano- es corrupto, y costará mucho revertir esa percepción de cara a la elección presidencial de 2018.
El PRI está contra la pared, sea cual sea la decisión que hoy tome.
*Este texto es responsabilidad absoluta del autor.