
Bernardo Gutiérrez Parra/Desde el Café
Nadie debería sorprenderse del último saqueo burdo que la administración del ex gobernador Cuitláhuac García hizo con una obra tan absurda y onerosa como la remodelación del estadio de futbol “Luis ‘Pirata’ Fuente”, en la que se invirtieron indebidamente más de 1,200 millones de pesos del Instituto de Espacios Educativos, según informó en enero del año pasado Ricardo García Jiménez, a la sazón director general de esta dependencia de la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV), la cual, por ese entonces, ya encabezaba como encargado Víctor Vargas Barrientos, ex coordinador de Delegaciones Regionales e incondicional del ex titular Zenyazen Escobar, quien tres meses antes había renunciado para buscar en 2024 la candidatura de Morena a la diputación federal por el distrito electoral de Córdoba.
Ahora que el fin de semana anterior fue oficialmente inaugurado con un torneo cuadrangular sin la participación de un equipo representativo de Veracruz, quedaron al descubierto una serie de defectos en su diseño y construcción. Los aficionados porteños que asistieron detectaron, por ejemplo, escaleras que no llegan a nada; nuevas torres de palcos que obstruyen la visión de los espectadores que ocupan un sector de las gradas populares; la pésima calidad del césped sembrado; la deficiente iluminación y, por si fuera poco, los baños inundados.
Entrevistado en enero antepasado, el aún gobernador Cuitláhuac García, actual director del Centro Nacional de Control del Gas Natural (CENAGAS), dijo optimista que el estadio estaría concluido en octubre de ese año y que, para entonces, Veracruz volvería a contar con un equipo profesional de futbol de la Liga BBVA MX. No cumplió, porque esta obra, como muchas otras de su administración, no sólo tuvieron sobrecosto sino también defectos y retrasos.
Para su fortuna, en el proceso de entrega-recepción, la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas (SIOP), a cargo de Leonardo Cornejo Serrano –un ingeniero industrial químico guanajuatense que el sexenio anterior, como funcionario de Pemex, fue el encargado de asignar todos los contratos durante la construcción de la refinería de Dos Bocas que dirigió como secretaria de Energía la gobernadora Rocío Nahle– aceptó de conformidad los estados financieros y técnicos de esta inútil y faraónica obra, la que de momento se usará para espectáculos artísticos, como el de la cantante colombiana Shakira, que se presentará el miércoles 24 de septiembre próximo como parte de su tour 2025 “Las Mujeres Ya No Lloran”.
Cuitláhuac no le cumplió a la afición porteña, pero Nahle todavía tiene cinco años por delante para hacerlo. Sin embargo, en el equipo de gobierno de la mandataria morenista no se ven operadores políticos, empresariales y deportivos de alto nivel con la suficiente influencia en la Federación Mexicana de Futbol (FMF) para poder conseguir una franquicia de primera división que tenga como sede el coloso de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río.
En 1990, el entonces gobernador Dante Delgado regresó el futbol del máximo circuito profesional a la entidad con la adquisición de la franquicia de los Potros-Neza, del Estado de México, con el apoyo del empresario xalapeño Alfredo Chedraui Obeso y de Gerardo Gallegos Cázares, ex directivo de la FMF.
Y, en el sexenio del ex gobernador Miguel Alemán Velasco (1998-2004), el ex socio y ex ejecutivo de Televisa consiguió que volviera a ascender al máximo circuito futbolístico el equipo escualo con la compra de la franquicia de los freseros de Irapuato, Guanajuato. En esa ocasión, Los Tiburones Rojos no sólo fueron superlíderes del torneo de liga sino también campeones de Copa, pues por su relación con Emilio Azcárraga Jean obtuvo en préstamo a varios jugadores del equipo América, propiedad de la televisora de Chapultepec, incluido Cuauhtémoc Blanco, el ex gobernador de Morelos y actual diputado federal de Morena que fue bautizado por los aficionados jarochos como “El Tiburón Blanco”.
Pero Nahle ya dejó pasar la primera oportunidad de conseguir una franquicia, la del club Gallos Blancos de Querétaro, vendido la semana anterior en 120 millones de dólares por el Grupo Caliente, de Jorge Alberto Hank Inzunza, al empresario estadounidense Mark Spiegel. Sin embargo, la mandataria veracruzana todavía podría adquirir a los zorros del Atlas de Guadalajara, equipo que acaba de ser puesto en venta por el Grupo Orlegi que preside el empresario Alejandro Irarragorri, investigado por la Fiscalía General de la República (FGR) por una presunta defraudación fiscal de más de 17 millones de pesos.
En otras circunstancias, el titular de la SIOP bien podría ayudar a su jefa a hacer una “vaquita” con todos los proveedores de Pemex a los que asignó contratos millonarios en el sexenio del ex presidente López Obrador, pero resulta que la mayoría de todos esos empresarios están al borde de la quiebra porque esta es la hora que la petrolera estatal no les ha podido pagar lo que les debe. Y, si no, pregúntenle a la presidenta Sheinbaum con qué reclamos la recibieron los trabajadores de esas compañías en su última gira por Coatzacoalcos, en sur de Veracruz.
El jueves de la semana anterior, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) expresó su preocupación por los adeudos que Pemex mantiene con los proveedores, pues señaló que esta situación ha provocado que empresas pequeñas y medianas (pymes) se enfrenten a una “severa crisis financiera” ante el incumplimiento de pagos por parte de la empresa pública.
En su comunicado, la Coparmex recordó que Pemex acumula una deuda financiera total superior a los 2 billones de pesos, la cual creció 3.8 por ciento al cierre de 2024.