¿Supremacía constitucional o supremacía dictatorial?
Réquiem a don Rafael Macfú Barragán
Entregó su alma al creador este domingo después de las cuatro de la tarde, atendido con mucho esmero y eficiencia en el Hospital de Pemex del Puerto de Veracruz.
Tenía 87 años de edad y originario de las Choapas, para avecindarse en la ciudad de Veracruz con la finalidad de que los hijos estudiaran una carrera profesional, cuando ya era jubilado
Después de muchos años de estar jubilado en Pemex, al desarrollarse como tomador de tiempo, precisamente en aquellas épocas en donde todo se hacía en largas sábanas de papel y a lápiz con la contabilidad en una antigua e incipiente calculadora se hacía casi todo manual y de forma mecánica, pero más aun se debía de tener una excelente formación intelectual para los números y una impecable ortografía, además de una vasta cultura que se hizo como autodidacta.
En los años cincuentas y sesentas, se tenía que dar un difícil paso, abandonar el añorado pueblo para emigrar a la ciudad para que los hijos pudieran estudiar.
Después, don Rafael, hizo de sus compañeros jubilados de Pemex, toda una confraternidad y acá en estos lares se hizo parte de un grupo que venía ya desde las Choapas y las reuniones una vez por semana eran parte de la bohemia y recordar las crónicas petroleras, además de las andanzas de juventud.
Con el tiempo, adquirió una mayor formación intelectual y disfrutaba de las noticias, pero sobre todo del rey de los deportes por lo que no se perdía las transmisiones por televisión de cualquier liga, pero sólo disfrutaba que corriera la bola.
Sus canciones como un bohemio romántico de la música de la época solo dos canciones eran parte de su mayor goce y disfrute “Nuestro Juramento”, de Julio Jaramillo, que interpretaba a su esposa doña Aurora Solís Reyes: “si yo muero primero, es tu promesa, sobre mi cadáver dejar caer, todo el llanto que brote de tu tristeza y que todos se enteren de tu querer”.
Muñequita Linda de Alfredo Sadel, que cantó a la menor de sus hijas: “Muñequita linda de cabellos de oro de dientes de perla de labios de rubí”.
Sus nietas y nietos, bisnietos, fueron su adoración siempre cercano a los niños, le daban la alegría siempre y dispuesto a festejar los cumpleaños con el financiamiento del pastel como un detalle de siempre.
Don Rafael Macfú, construyó su mundo, en la pared de su casa puso la figura de la lotería al centro de quien carga al mundo, figura característica de la lotería mexicana, y alrededor puso las fotos de su esposa y la de sus hijas y de su hijo, luego de sus nietos y hasta alcanzó a los bisnietos. Sobre este mundo giró su vida siempre.
Se convirtió al cristianismo, después de recibir el milagro, cuando después de un diagnostico severo y catastrófico a doña Aurora su esposa, por lo que había sido desahuciada, le vino la salud y las buenas noticias de que no había tal enfermedad como lo habían notificado los estudios clínicos de alta especialidad unos días antes. A partir de ese día siempre dio gracias Dios al momento de sus alimentos. Y se hizo una parte esencial de su vida.
Don Rafael Macfú, con la fortaleza de la descendencia china de la que siempre se mostró orgulloso, pasó a mejor vida, como un hombre feliz y creyente en Dios, entregó su alma al creador, rodeado del cariño extremo, abundante y muy cercano de toda su familia. Recibió los santos oleos por el padre Gerardo García Gómez.
Descanse en paz a quien también fue un amigo más que un suegro para sus yernos y su nuera. Ya está junto con su grupo de jubilados, sus queridos compañeros en el cielo, seguramente allá seguirá una larga fiesta de celebración por la reunión, al último miembro de este grupo de compañeros que se vieron siempre como hermanos y compadres. Descanse en paz. Así las cosas.