Raúl López Gómez/Cosmovisión
La mujer Juchiteca
Sí las prefieren delgadas y rubias, las encontraran en otro país, la mujer latina es hermosa y frondosa entre las mujeres más bellas del planeta y las más cotizadas por su don de amar al prójimo, dicen maestros de la Universidad Veracruzana, en relación a expresión desafortunada de la famosa escritora y periodista “Elenita” Poniatowska.
Que sí caló hondo entre miles de este país en desacuerdo, y en su contra de quien al sucumbir ante la tentación de sentirse pronto en el poder político de este país, y por lo mismo situarse por encima de la gente del Istmo de Tehuantepec, especialmente Juchitán, osó ofender a mujer de la tierra que le ha brindado cariño, respeto y apoyo en múltiples etapas de su vida profesional, como cuando portó el traje de tehuana para recibir el premio Cervantes en España.
Desafortunada la expresión comparativa de las mujeres juchitecas que dejaron de ser delgaditas al hacer la comparación con jóvenes fotografiadas anteriormente y que ahora se ven gordas y mensas por el consumo de cerveza, esto lo dijo la escritora en una conferencia ofrecida en Oaxaca en fecha reciente, quizás sin pensar en el efecto.
La expresión xenofóbica y que discrimina a la mujer de Juchitán, que es la misma de siempre de pleno arraigo a sus raíces autóctonas y que se constituyen en ser parte de una cultura que ha sido criticada desde las líneas religiosas intolerantes por la festividad de la gente en las “Velas” de los santos patronos a los que se celebra con gran vistosidad y devoción.
La cultura juchiteca famosa por su gran disposición de las mujeres al trabajo y a ejercer el comercio, y salir a lugares distantes a vender sus productos artesanales o comestibles en lugares apartados de su región.
Mujeres en donde en la familia se ejerce un matriarcado que ha sido respetado y parte de una cultura en donde la “mayordomía” forma parte de una gran organización respetada para la celebración de las fiestas tradicionales llamadas “Velas” que pueden durar hasta siete días en ocasión de la importancia del santo patrono del pueblo o de las fiestas de barrios en donde se come lo más tradicional de la comida de la región camarón salado con los totopos, la tortilla de maíz que se hace en horno de leña pero que hacerlas es toda una habilidad culinaria por el reto de que se peguen de forma vertical al candente comal de barro.
El consumo de mezcal y de cerveza entre los adultos es parte de una forma de celebración que se realiza además con los bailes ceremoniosos entre las parejas que no se tocan y se escuchan como verdaderos himnos con la música de la banda del pueblo, en donde prolifera el arte musical que desde niños se forman en cultura de un pueblo arraigado a sus costumbres artísticas de gran rigor y nivel porque dominan instrumentos y leen las partituras como aprender a leer y escribir.
Dios Nunca Muere de Macedonio Alcalá, Nayla de Jesús Chuy Rasgado o la Sandunga, la Llorona y el Feo, son parte de una música que se convierte en parte de la vida de este pueblo lleno de cultura y tradición.
Hablar de Lila Downs que ha puesto en alto a la música de Oaxaca al cantar en zapoteco y la fama del famoso pintor Francisco Toledo, entre los más galardonados en el mundo por su extensa obra plástica, es hablar de un pueblo que se distingue por su arte y por su cultura.
Además, de que muchos juchitecos que ante la expresión de la famosa escritora de la Noche de Tlatelolco, pasa desapercibida, sobre todo en un momento que en Juchitán lucha por la reconstrucción de sus casas dañadas por el sismo del pasado siete de septiembre que afectó a cientos de familias que viven en el temor y la zozobra, pero sin dejar de creer en Dios y de tener un anhelo de estar siempre entre los suyos, entre sus paisanos.
También, ejemplo de su indigenismo, sin duda destaca don Andrés Henestrosa, quien siempre puso en alto el nombre de Oaxaca como un intelectual consumado.
A doña Elena Poniatowska, su expresión la condenó a vivir para siempre en la risa de un pueblo que no le odia, ni le tiene rencor y tampoco se asusta a la desafortunada expresión, porque nadie por poderoso que sea tiene el derecho de humillar a otro ser humano y sólo se le puede ver hacia abajo cuando se le tiende la mano para ayudarle a levantarse.
Y como dirían los ancestros en la clásica expresión festiva del zapoteco: “iscarullo indinastli endabiani”. Eres bonita pero no tienes juicio o “bisana nallely más que mi saloa” hermana te quiero más que a mis ojos.
Entre las mujeres tehuanas o juchitecas es un orgullo portar sus trajes regionales, ataviadas de sus peinados y de sus joyas de origen familiar que se portan con garbo en el momento de la celebración con mucho honor y convicción del respeto hacia su raza y sobre todo a sus costumbres.
En referencia, bien pudiera recordarse el ejemplo de dos destacadas mujeres veracruzanas, la doctora Ida Rodríguez Prampolini, quien jamás permitió que nadie osara ofender, perseguir o mostrar discriminación en contra de la mujer indígena chiapaneca en estos lares, un bello ejemplo que no se olvida de la mujer que fundó el Instituto Veracruzano de la Cultura.
Y en igual forma las palabras de reconocimiento de la rectora de la UV, doctora Sara Ladrón de Guevara, cuando una alumna se presentó a recibir un premio, orgullosamente descalza portando el traje regional de su pueblo de la mujer de la sierra de Zongolica, palabras que se quedan grabadas entre quienes saben y defienden su cultura y más aun conocen científicamente su historia y origen, y por lo mismo hacen ver y exponer con un gran respeto, todo lo que significa de lo nuestro. Así las cosas.