Raúl López Gómez/Cosmovisión
Ante la incertidumbre, el temor al contagio, incluso a la muerte, de escenarios insospechados en todo el mundo, se ha visto en forma generalizada en millones de personas en el orbe del retorno de la fe en Dios, o en las creencias que se dan en cada lugar como parte de la energía universal que gobierna un ser supremo, al que se le pide la paz, el perdón y la misericordia para que salga adelante toda la humanidad.
En contraste, hay quienes en ese temor que produce debilidad, acuden a la violencia como un efecto de extremado nerviosismo que los ha puesto en unas conductas insospechadas nunca antes vista, con altos niveles de violencia, incluso del desorden mental, como causas del estrés extremo que se produce desde los mismos medios de comunicación, redes sociales y hasta de los mismos gobernantes, que no se inmutan a la verdadera situación que está causando una pandemia que agobia con contagio y muerte.
Muchos seres humanos han retornado a la fe en Dios, se han convertido a creer en que pronto llegará el mundo mejor, al que todos los seres del planeta se habían acostumbrado.
Los expertos especialistas en el manejo de la mente y de las emociones, profesionales y científicos han recomendado no estar pegados a la televisión o a la radio, incluso a la internet para recibir el bombardeo de todo tipo de mensajes, que con sólo escuchar una música estridente pone a trabajar a la adrenalina y por lo mismo se generan los males que afectan o agravan a la salud, y más delicado aun cuando ya se tienen algunos padecimientos crónicos.
Los profesionales de la salud con las diversas especialidades médicas y hasta del espíritu abonan a que la gente se mantenga en calma, que se haga oración, ejercicio, se ejerza el dialogo familiar, se lea la biblia, y diversas lecturas de carácter motivacional en general todo lo que signifique algo positivo para la mente.
También, no caer en el juego de quienes buscan atemorizar a la gente las cifras catastróficas de la pandemia, aunque es importante saber de la letalidad y de las medidas sanitarias, pero evitar caer en el catastrofismo.
Con todo este tiempo de estrés, por el aislamiento y los riesgos del contagio, muchas personas son irascibles o violentas, y por lo mismo no se contienen ante el enorme estrés al que se han sometido al cumplirse ya un año del bombardeo mediático.
Las personas que han encontrado en la soledad positiva del aislamiento como lo diría Carl Jung, han tenido una gran oportunidad de leer, estudiar idiomas, tocar el instrumento musical abandonado, practicar algún deporte en casa o incluso la meditación, y el yoga.
Otro de los más serios problemas y amenazas de una nueva era en la educación, es de que los maestros y maestras inexpertas en los novedosos modelos virtuales, someten a una extrema actividad hasta perversa a los niños y jóvenes, que caen en la desesperación por un estrés innecesario y que hasta los extienden a los propios padres de familia.
Ante la imposibilidad de hacerlo de forma presencial, ahora exigen el uso del teléfono celular a los niños y jóvenes, exponiéndolos al uso de las redes sociales sin control y que son un real peligro para los menores de edad, sin supervisión.
Los maestros, ahora exigen evidencia –de que están trabajando en las tareas—y por eso el nivel escolar está siendo sometido a un nuevo esquema del que no se tiene experiencia. Y se busca justificar la razón de la educación a costa del sufrimiento de niños, jóvenes y de padres de familia.
Todo esto, es parte de una pandemia que agobia a la gente, y en otros casos hay que sumarles a las exigencias de los que ofrecen servicios que quieren pagos, cuando en este momento el dinero escasea con la falta de empleo.
Asé es que, hay que esperar a que pronto lleguen los tiempos mejores, y no caer en ese juego de quienes quieren dominar a los demás a base del miedo, la amenaza y la incertidumbre. Así las cosas.