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Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
Los niños digitales
Los niños eternos de la generación perdida, hoy presentes en un esfuerzo estoico por darle a los niños de ahora en plena era del ciberespacio, el calor, el tiempo y la presencia básica para construirles una burbuja impenetrable a los efectos de una sociedad deshumanizada, que no les interesa el sufrimiento de quienes sueñan, sienten y se dan cuenta de que hay muchos problemas para seguir en el día a día.
Pero como en la “Vida es Bella” con el actor Roberto Benigni, los padres, abuelos, familiares amigos, maestros y maestros, si todos en conjunto en una amena y alegre sinfonía luchando por darles a los niños de hoy el afecto, la atención y la información con esmero, a quienes son “niños digitales”, que ya nacieron con la nueva tecnología de internet con los celulares y de los juegos de video, que son parte ya hasta de las aplicaciones en la televisión por cable.
No hay, una política, un aprendizaje o una experiencia válida para determinar hasta donde un niño puede acceder al uso de los contenidos en la red de redes.
Los niños de hoy, que hablan inglés y operan con gran facilidad los nuevos aparatos digitales y que son los que le mueven a un teléfono celular, porque le conocen todas las aplicaciones y en segundos dominan un problema, que a un adulto le resulta imposible.
En la realidad virtual de que los niños de hoy, sueñan y tienen las mismas necesidades de siempre con la diferencia, que ahora piden de regalo un teléfono celular o un costoso juego que se conecta a internet.
Los niños que mueven al mundo y que sienten los mismos, y que se pueden comunicar de inmediato con otros niños sin distinción de posición social, raza o credo, se han acostumbrado también a conocer que el tiempo que les tocó vivir su infancia en este mundo, es diferente a la de sus padres, abuelos y quienes les rodean.
El sueño o la ilusión de un niño, son sagrados, porque son los relevos generacionales que pronto estarán tomando las riendas del control de la humanidad.
También es cierto, la generación de los hombres y mujeres que gobiernan o ejercen cargos de poder en instituciones públicas y privadas, olvidando el origen, algunos se convierten en personajes despreciables que sienten que el mundo les pertenece y se convierten en los voraces devoradores de presupuestos que no conciben que se debe vivir en sociedad.
Se requiere más tolerancia de los poderosos con los niños y los padres darle a sus hijos tiempo de calidad en todo lo que se considere unión familiar, para que los niños puedan seguir soñando como también lo hicimos y aun lo hacemos, porque el niño que tenemos dentro es parte de una realidad natural del ser humano.
Los niños necesitan alimentación, vestido, educación deporte, juegos, tiempo de calidad, pero sobre todo cuidados extremos ante una ausencia de valores y muchas veces los niños son victimas hasta en el propio hogar, en la escuela o en su comunidad.
Niños sin ataduras religiosas, libres de pensamiento, pero educados en valores son los factores que dan como resultado que su nivel intelectual sea más ágil.
No discriminar a ningún niño, por pobre que sea, por su raza o color, no debemos nunca olvidar el origen, nuestro origen. Somos los mismos con dinero o pobres, el dinero no cambia la felicidad de un niño que anhela todo, cuando se es niño. Bella etapa que debe cuidarse como parte de un proceso natural de crecimiento.
Hay que pensar en los niños y sus consecuencias, cuando hoy también son víctimas de la modernidad, y de los altos índices delincuenciales, porque no pueden salir a la calle, solos y menos andar en una bicicleta en la vía pública.
Por eso, para los niños, utilizar la mente para volar, soñar y pasar por encima de los negros horizontes, es parte del día a día, y siguen adelante porque son niños. No los eduquen como adultos y no los expongan al peligro. Por favor. Me estás oyendo inútil, diría doña Paquita. Así las cosas.