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Carlos Ramírez/Indicador político
Respeto a los electores
El personaje que actúa como un mercenario del periodismo, mejor que se ponga a estudiar un poco la comunicación en tiempos de crisis o de plano que repita la carrera, porque se reprueba, cuando llama “idiotas” a los electores que tendrán su derecho de votar por el candidato o candidata que consideren de su agrado.
Las ofensas, difamaciones y calumnias, van más allá de cualquier razonamiento natural de alguien que se considere normal de sus facultades mentales.
El extremismo de sus argumentos de llamar idiotas a los ciudadanos, tiene su riesgo, porque debe tener presente el susto que unos simpatizantes supuestamente de AMLO le dieron al periodista Carlos Marín, que poco faltó para que le diera el infarto o de plano se pusiera a llorar, cuando en la realidad esto nunca debió de sucederle, y sólo porque le ubicaron mal en un programa de Televisa de hace algunos años, pero sigue en la mente de muchos.
El miedo de este, a quienes llama idiotas, ofende a la inteligencia de millones de este país, es muy simple al demostrar su gran temor a perder su “dieta”, es que se basa en la buena vida que le conceden los privilegios de su pluma sumisa y servil al sistema, que lo tienen muy nervioso, al grado de que ya no sabe como ofender y faltarle al respeto a los ciudadanos que no tienen voz, y al propio candidato presidencial de Morena, por defender al PRI, que lo afecta por su postura intolerante.
Aquí las autoridades del INE, deben ponerle un alto a quien interfiere directamente en el proceso electoral violentando varios ordenamientos de equidad editorial y por lo mismo deben hacerle de ya algún extrañamiento muy firme para que ya le baje a sus pretensiones de servilismo, sumisión y de cínico al más bajo nivel como nunca se había visto, así en ese estilo a ningún periodista en toda la historia del país, con esa capacidad de gran humillación hacia su persona en aras de auto-declararse con su pluma un defensor a ultranza del sistema. Esto ya es parte del pasado y quedó en el olvido.
Pero también, está acostumbrado a ejercer y de forma lamentablemente el periodismo, que deshonrosa por su falta de ética, y es que no tiene cordura.
Y ya son varias ocasiones que lo hace, y en la metáfora, de que cada día busca quedar bien y se siente cómodo al hacerlo sin ningún pudor, en demostración de que cumple con su cometido, pero no es necesario llegar a ese extremo de perdición y mal ejemplo al ofender a quienes no se pueden defender a pesar de ser muchos.
Tal vez, hay algo más, que se ve obligado por el trato que recibe, con ese tipo de acciones y cumplir con su labor de ofender a los electores, con lo único que logra es provocar mayores impactos negativos hacia su pesebre y por lo mismo, su labor no sirve, no tiene sentido y se pierde para simplemente favorecer el voto en contra, y en verdadera promoción en favor de López Obrador, porque lo ha repetido tanto que ayuda en lugar de perjudicarlo. La mentira se convierte en verdad.
Mejor que se ponga a estudiar un poco más de periodismo, o mínimo que lea el manual de Géneros Periodísticos de Carlos Marín, que se muestra profesional, equilibrado y sin cortarse las venas como lo hace este señor, que pretende despertar al tigre, antes de tiempo. ¡Cuidado!.
“Pendejo, lo peor ya había pasado”, Gabo en el Amor en los Tiempos del Cólera. O simple porra alvaradeña al estilo de doña Margara Francisca. Así las cosas.