Raúl López Gómez/Cosmovisión
La pandemia y la solidaridad humana
En Boca del Río, a pesar de estar en la Fase Naranja, el alcalde Humberto Alonso Morelli, está muy pendiente con el personal del ayuntamiento boqueño de evitar aglomeraciones de la gente y por supuesto todo en orden por las tareas de previsión y orientación a la población.
Los parques públicos por lo mismo seguirán cerrados y en el bulevar Manuel Avila Camacho, la gente camina, hace ejercicio y se da una gran movilidad, sin problema con bastante orden y disciplina. Los negocios cumplen con las disposiciones de funcionamiento al 25 por ciento.
Es importante, en el momento actual del control de la pandemia en esta región, seguir cumpliendo con todas las acciones de prevención para seguir bajando los contagios y por ende las defunciones en zonas complicadas en diversos puntos de la entidad.
El amplio reconocimiento a todo el personal de la primera línea en los hospitales en donde, médicos, enfermeras, camilleros, asistentes y áreas administrativas muy firmes en la atención de todos los casos.
El exhorto a la población a que se abstengan de salir de casa sólo para lo indispensable, seguir de forma moderada en las actividades y proteger a niños y adultos mayores.
Las medidas sanitizantes han sido vitales y ya es parte de una forma de vida, sin problema, todos se cuidan y a quienes no les gusta usar el cubre-bocas se les exige ya como una medida necesaria e indispensable de prevenir el contagio.
Seguir con mucha decisión en esa gran cultura de la solidaridad humana de ayudar a los más necesitados en estos difíciles momentos para los que menos tienen.
Por fin, en esta nueva época se ha visto que el esfuerzo conjunto y es como se logra avanzar en los problemas que a todos atañen, y dejar de pensar en que todo lo deben resolver las instancias de gobierno.
La solidaridad humana y espiritual con todas las familias a las que esta pandemia, los ha puesto a prueba en los casos en donde se contagian seres cercanos y en forma especial cuando van el hospital y logran la recuperación.
Pero también, el dolor envuelve a quienes lamentablemente han perdido un ser querido, un amigo o un compañero por esta la mayor pandemia en la historia de la humanidad.
El dolor se enfrenta con estoicismo y con una voluntad férrea de seguir adelante por los niños que son los de las nuevas generaciones y los adultos mayores, los de la experiencia, los del temple de acero que son sabios en el tratamiento de los momentos difíciles y son la columna vertebral en las grandes familias mexicanas, siempre unidas en las buenas y en las malas.
A todos los que han dejado de celebrar fiestas, cumpleaños y aniversarios a esperar, y ya habrá tiempo para disfrutar de los buenos momentos.
Estar en la unidad del hogar en la convivencia familiar, espiritual y en orden. Tener paciencia entre unos y otros, y entender que los niños y jóvenes se han visto transformar en seres que han madurado al entender la dimensión de la problemática que a todos a tocado vivir.
Los niños y jóvenes son los que en esta emergencia han dado el mayor y mejor ejemplo, porque estoicos, fuertes y muy conscientes de la realidad se han adecuado a los nuevos tiempos, celebrando, sin celebrar y festejando sin festejar, por lo que da mucha emoción en los nuevos las caravanas de niños y sus papás en los coches para pasar a desearle un feliz cumpleaños a un niño que se emociona con una acción sin precedente de ver a sus amistades pasar en un tumultuoso festejo.
De igual forma, se hacen los fines de cursos en las escuelas niños y papás pasan en caravana frente a la escuela a decir, gracias nos vemos pronto en el nuevo ciclo escolar a sus compañeros y maestras.
El ánimo positivo y elocuente ha sido la mejor medicina ante la pandemia, y siempre todo con mucha precaución para cuidar a los reyes del hogar y a los jefes de jefes de la familia, los abuelos siempre necesarios y vitales en los momentos de mayor unidad y reciprocidad.
El mundo sigue, la vida sigue, y muchos en verdadera fe espiritual renovados en sus creencias y en la energía universal, de la vibración del ser celestial que da fortaleza a todos, y que cada quien en su albedrio le puede orar y llamar como sea.
O como diría el famoso ingeniero don Luis Martínez Wolf, “Soy ateo, gracias a Dios”. Así las cosas.