Carlos Ramírez/Indicador político
La peor historia: a la solución diferente
En la ironía en el origen de Andrés Manuel López Obrador, de los cuatro aspirantes a la presidencia del país, es el único que ha militado en el PRI.
Por eso, a nadie debe extrañar, su cinismo, que es un mentiroso, autentico simulador y depredador experto de un sistema, pero que es el que va arriba en las encuestas de las preferencias presidenciales y ya por varios meses, supuestamente inalcanzable.
Pero en el análisis frio y real, ¿a qué se debe el notable crecimiento de AMLO en las preferencias presidenciales que lo tienen con un pie en los Pinos? La respuesta es muy simple, la gente está molesta y agobiada por los errores de los eternos personajes del poder priista y por lo mismo, se apuesta ya a un cambio de camiseta.
También, hay que entender, que mucha a gente no le interesa sí el personaje que va a llegar supuesta a los Pinos por el poder del voto electoral del pueblo, este bonito o feo, sea bueno o malo, es honesto o no, simplemente la apuesta es hacia un cambio para darle la oportunidad a que entre a la cancha, el más malo de los candidatos, pero cuando el pueblo se decide por algo, cuidado.
Todo esto viene a colación por la enorme resistencia de López Obrador a todos los ataques sistemáticos que ha recibido a los largo de los últimos meses.
Bien, pudiera hacerse la analogía con aquella parte histórica de la llegada de Napoleón a Paris, y en donde la prensa acusaba de la cercanía del mounstro, hasta por fin la llegada del “excelentísimo emperador”.
Así, el político tabasqueño, asistió a la cueva del lobo de Milenio y se presentó estoico para dejarse golpear, humillar, ofender, lastimar y denostar por un grupo de pillos, sí una gavilla, o simplemente los clásicos piratas o filibusteros de siempre, que por años han sido parte de un sistema agónico, pero que les ha dado para vivir en la opulencia mediática.
Como un torero, diestro en el ruedo al que le hubieran soltado varios todos de lidia, incluida una vaca, se dio a la tarea de cuidarse de todo tipo de embestidas, hasta que al final, lo hicieron tartamudear, con su tozudez indomable casi doblada y con el carácter a punto de las lagrimas sin demostrar odio y sin resistencia, con todo el aguante y hasta de tolerancia a quien se le pretendió crucificar ante un público que abarrotó históricamente la señal y dobló el rating de la historia en la tele, pero que al victimizarlo lo siguen haciendo crecer como el sistema lo hace también con Ricardo Anaya.
No es posible, que ante un grupo de analistas en la televisión en un programa de “periodistas” supuestamente de alto nivel, todos lo hayan intentado reprobar y amilanar, pero el famoso “Señor López”, resistió a la peor prueba mediática nunca antes vista en la deplorable condición de la información de sumisión económica de siempre en este país.
En el análisis natural de las cosas sobre el posible triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador y su Morena, con todos sus errores, dislates, torpezas discursivas y propuestas derivadas de Alicia en el País de las Maravillas, es muy simple, ante tanta corrupción, inactividad en el servicio público, inseguridad, impunidad, intolerancia y desgracia social para millones de mexicanos, pobres y ricos venidos a menos, la peor salida a seguir en lo mismo, es buena, y simplemente es una opción diferente.
En pocas palabras, el poder de López Obrador, no es de él, es de un pueblo molesto, cansado, angustiado y paupérrimo, que en el silencio y dentro de su ser, se dice así mismo: “ya estamos hasta la madre”, con todo y los berrinches de Carlos Marín y su equipo de analistas expertos en ser parte de un gobierno en turno y que son camaleónicos, pero por lo pronto deben seguir con el programa, con el guión, con la línea pues, que a nadie extraña.
En otro asunto, con el supuesto pre-infarto a Fidel Herrera en la semana, se dijo que mucha gente fue a la iglesia a dar gracias, pero no se dijo, por qué daban gracias. Otros en redes sociales con los comentarios irónicos y crueles, está es la realidad de la condición humana. Así las cosas.