Pablo Jair Ortega/Columna sin nombre
Felipe Calderón y sus demonios
Está bien, que en el marco de la libertad democrática nacional que se vive en México, se asuman a personajes como el expresidente Felipe Calderón, que en su mandato dejó un río de sangre por los muertos contabilizados en miles y en los famosos “daños colaterales” y que ahora se pretenda erigir en un falso adalid de la seguridad y la justicia, cuando su gobierno quedó estigmatizado por los abusos de poder y muchas cuentas pendientes con la ley hasta en un caso abierto por delitos de lesa humanidad abierto en la Haya.
De vana presencia en Veracruz, para asistir a dar una conferencia con el tema de curarse en salud con los daños causados a la seguridad en su gobierno, pero más que nada en buscar ansioso los reflectores para su agrupación política “México Libre”, que no es nada más que pretender adueñarse de un membrete y convertirlo en partido político, para seguir disfrutando de las prerrogativas, porque junto con su familia no tienen “llenadera”.
Las falaces posturas de auto-liberarse de las consignas nacionales de la gente de su negativo mandato, ahora tiene como premisa subirse al ring con el debate sobre la problemática de la policía federal, a quien se le atribuye mucha culpa, por los sucesos recientes.
Felipe Calderón, anuncia en el manicomio con vista al mar y en la tierra fortaleza de las libertades, que estará en la boleta electoral el 2021, aunque no dijo cómo qué, pero la amenaza ha sido abierta y seguramente que buscará en definitiva que una derrota lo lleve por fin a desligarse de sus intenciones de seguir moviéndose en la política, pero de forma fallida, al tiempo,
Que vino a una boda acompañado de su esposa, que bueno, hacer turismo político de fin de semana, pero en sus apariciones públicas en estos lares, poco logró el famoso michoacano en el sentido de captar los reflectores mediáticos, y sólo se le ve como siempre necesitado de una fiesta para brindar y de los escenarios para entrarle a un debate público que no le corresponde.
Y menos, después de su trágica administración que se enluto a miles de hogares de mexicanos por las víctimas que se originaron en su mandato y no se olvidan.
Ahora, precisamente entre las muchas cuentas pendientes con la justicia está la de la Guardería ABC. Que Felipe, mejor se dedique a celebrar, dar conferencias, y que ponga su despacho, porque se dice abogado y nunca ha litigado, ya que tampoco lo quieren en su alma mater por sus antecedentes negativos.
México y la polarización
Los hechos sin precedente alguno en la política nacional, con el triunfo electoral por la presidencia del país de Andrés Manuel López Obrador y su partido Morena, ha servido de una reducción de presión al problema que arrojaron los más de noventa años de poder priista y sus aliados, que llegó a su fin ante el hartazgo de más de treinta millones de mexicanos, a lo que se pretendieron subir al movimiento algunos famosos oportunistas, que, así como solitos llegaron, solitos se fueron,
A nadie le extraña, que la oferta política de AMLO, ha sido de grandes y acertados resultados al dar cuenta de la necesaria reducción de la enorme brecha entre ricos y pobres, estos últimos que estoicos recibieron los embates del poder por muchos años y aguantaron hasta el cansancio, pero el 1 de julio de 2018, vino el pase de las muchas facturas a quienes se sintieron prepotentes a más no poder.
Con el fin de un ciclo, comenzó otro, pero en la realidad, los que se niegan a dar paso a la Cuarta Transformación del país, es porque andan nerviosos y recelosos a que los pobres por primera vez después de la revolución de 1910, se les esté haciendo justicia, luego de muchos años de que se perdió el rumbo de la justicia social.
Las banderas de López Obrador, son legítimas abonar a los pobres, a los ancianos y a los jóvenes, a atender la demanda energética, reordenar a la industria petrolera, la salud, la educación, el campo y la seguridad, entre los diversos rubros que recibió agonizantes por el nivel de corrupción, impunidad y abusos de poder, entre otras situaciones negativas.
Pero lo más extraño de todo, es que los expresidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, rompan la regla de oro de no meterse en política, después de haber ocupado el más alto cargo de la política de este país, mientras el “atoloachado” expresidente Enrique Peña Nieto, le llegó el segundo aire con una nueva novia, que lo trae arrastrando la cobija, pero ocupado en esos menesteres, no da problemas.
Los que han estado buscando a toda costa polarizar al país en una guerra de ricos y pobres, están confundiendo el rumbo, y quizás están haciendo más daño al país, por lo que no alcanzan a distinguir las consecuencias y por lo mismo, no las estén vislumbrando.
Hace falta, que el presidente AMLO, de una vez por todas integre una comisión de la verdad, del manejo corrupto de los expresidentes y se les consigne o libere, del peso de la presunta responsabilidad se salga de dudas y de delitos, más los abusos de poder que se cometieron en sus mandatos.
A cada presidente, los expertos periodistas de este país, les han dedicado algunos libros sobre sus mandatos abusivos y en donde el ultimo ha sido el que le dedican a Vicente Fox en una profunda investigación periodística, que lo ponen como un personaje de muy mala calaña, que hizo negocios a la sombra del poder y en lo oscurito, en donde se dice que hasta recibió de regalos –violando la ley— acciones y hasta empresas que ahora son parte del emporio familiar, recordándose que cuando llegó a la presidencia “quebrado” hasta debía la cantada, como aquel personaje de la era del rock de la “llamarada”.
Los gritos y sombrerazos son entonces por el temor a la justicia que pronto, seguramente les llegará, y se dice que es necesario para que el país comience en definitiva una nueva era. Así las cosas.