Carlos Ramírez/Indicador político
A un año de la odisea de AMLO y de Morena
Venciendo resistencias, superando debilidades y creando fortalezas, el presidente Andrés Manuel López Obrador y su partido Morena, ya están cumpliendo un año de la proeza de sacar al PRI de los Pinos y de Palacio Nacional, en donde la radiografía de lo que encontraron fue un “cochinero”, lleno de corrupción y de abusos en el ejercicio presupuestal, que apenas a siete meses de iniciado el mandato se comienza a darle rumbo a un barco que andaba zozobrando y ahora al parecer la nave ya va a buen puerto.
Entre detractores y enemigos de verdad, AMLO, sale adelante en su intención de por primera vez en más de cien años, darle su lugar de preminencia a los pobres, que durante los últimos noventa años enfrentaron estoicos el peso de los abusos del poder, de la corrupción y de la impunidad que prevaleció, y aún falta tiempo para erradicar el cáncer de las viejas estructuras priista y de sus aliados.
Los primeros pasos, han sido llenos de confrontación y de una guerra a los que se fueron y se resisten a despegarse de la ubre presupuestal de la que robaban millones de pesos, y también de dólares de los jugosos negocios de todo lo que le quitaban para poder llevar una vida de privilegio y de abundancia.
Poco a poco, lentamente se están creando los nuevos ordenamientos administrativos y financieros de este país, a fin de darle viabilidad y consistencia al uso de los recursos públicos.
La Cuarta Transformación, no ha sido fácil, también ha tenido una fase de medidas dolorosas, como la de meter de forma urgente el orden en las adquisiciones de medicamentos en la red hospitalaria pública del sistema de salud pública, de la que estaban pegados una red de políticos que obtenían ganancias multimillonarias en dólares por el trasiego y hasta simulación de las medicinas a costas de la propia salud del pueblo.
Comienzan a darse los pasos necesarios, para que los hospitales y clínicas obtengan medicamentos y servicios de calidad, sin el acoso de los clásicos “esdrújulos, pulpos chupeteadores, cafiaspirónomicos, juanletranescos y pitufos, malditos desgraciados, perversos, pútridos, méndigos…, como decía en sus parodias el clásico de don Jesús Martínez “Palillo”: “esto se acabó”.
El estilo de gobernar
Con Andrés Manuel López Obrador a la cabeza, hizo la odisea de quitar a las anquilosadas y obsoletas estructuras, que poco a poco se van cambiando en el régimen de la Cuarta Transformación.
Ahora se trabaja en el apoyo y esclarecimiento de las matanzas que marcaron a cada época y cada sexenio, las persecuciones y los formatos de control rígidos y muy despiadados, principalmente con los pobres, sí los débiles y miserables que fueron víctimas de los despiadados, que nunca se tocaron el corazón para avasallar y pasar como una aplanadora, por quienes sucumbieron simplemente al poder, hoy ya no se acuerdan de esos abusos.
Acteal, Aguas Blancas, Ocosingo, Juárez, Ayotzinapa, la Guardería ABC y muchos casos en los lugares que quedaron marcados con sangre, pero los que se fueron olvidaron, y ahora quieren hasta se olviden de la memoria colectiva, y que se les celebre por los abusos de poder y los daños colaterales.
Lo que quedaría, para los que se fueron, sería esperar escuchar, analizar, pero nunca convertirse en detractores porque a más de provocar a que se les persiga por parte del político tabasqueño AMLO, este está demostrando sapiencia, prudencia y tolerancia porque actúa sin rencor, sin odio y “sin barrer para atrás”.
Aunque es cierto, a algunos políticos “el agua les llegara a los aparejos”, por algo simple son los hechos y los abusos de poder que cometieron y no necesitan de persecución política, sino que simplemente la aplicación de la ley para que se haga justicia y se atiendan las demandas de los familiares de las víctimas, que lo exigen y lo demandan al nuevo gobierno.
Ahora, sigue revisar las acciones de las instancias judiciales, que andan por la calle de la amargura, alimentando calenturas ajenas, cuando se les conoce en igual forma como un reducto del pasado, por la manera de operar desde el máximo tribunal. Así las cosas.