Bryan LeBarón/A 5 años, no dejemos solo a nadie
Evitar la apología del delito
Hay que comenzar el año con una fuerte campaña de una autentica convicción de valores éticos y morales desde la familia, el entorno de amistades, la escuela, la universidad, los centros laborales a partir de promover a la educación como un factor de cambio para inhibir la violencia que agobia a todos, en un país en donde a veces hasta puede perderse la capacidad de asombro por el aumento en la incidencia de la delincuencia común.
Es pertinente que desde la propia sociedad agobiada por los temas de violencia y delincuencia común se dé un cambio hacia la educación como un fin de transformar la mentalidad de unos y otros en donde hay que ver entre unos y otros a seres humanos buenos y malos, con una óptica equivocada que se da en el factor de desconfianza hacia todos.
El sentido falaz de medir en un mismo rasero para todos, es una visión equivocada que tiene a una población padeciendo el vivir con miedo a ser víctimas de robos o hechos violentos.
Hay que cambiar la visión y comenzar por dar el saludo, la gente ya no quiere ni contestar un saludo, que ahora hasta se convierte en una ofensa o simplemente en una acción de mal gusto, cuando se puede pensar que ya no se debe saludar a nadie, porque no hay que saludar a desconocidos en la vía pública o en centro de espacios públicos.
La educación es el factor elemental de cambio de una sociedad y sería positivo cambiar desde el seno familiar en pro del fomento a que se dé un principio elemental de mejorar el nivel educativo.
Los elementos del lenguaje son parte de una condición generalizada de modismo que en toda una época se afectó desde la televisión, sí los medios masivos de comunicación y ahora desde las redes sociales,
El uso de pocas palabras entre la población juvenil de todos los estratos sociales dan parte de que el modelo educativo en las escuelas y en la familia anda un poco fuera de rumbo.
Las expresiones coloquiales son parte de lo que se cree es parte del lenguaje, sí de este país en forma equivocada, desde las palabras altisonantes graves que se cree son de menor potencial de ofensa y que se hacen del sentido común como los modismos, ya que se hicieron parte del uso que no rebasan a más de 20 palabras en una conversación: no mames, wey, cabrón, ulero, asu, pa, chingao, chingada madre, a toda madre, pasu madre y por el estilo los clásicos del barrio de antes, que ya quedaron del dominio público y ahora van en aumento en su uso.
Sin duda, los comediantes han dejado huella entre el público y que han seguido de generación en generación en este país, con el “Wey” de Luis de Alba, así como el “chido” que se puso de moda por la influencia televisiva.
Las influencias de los modismos del lenguaje de un mundo latino, también se hacen sentir y cada vez, las palabras usadas demuestran el país de origen entre unos y otros. Que además se cree son correctas.
Hace falta, mucho trabajo desde las familias y las instituciones educativas, pero desde la propia sociedad en general abonar en algo en contra de la violencia de género, porque se dan altas incidencias de feminicidios, y que lastiman a toda la población.
Hay que comenzar el año, con un principio de elemental convicción de evitar la apología del delito y de evitar la violencia de género. Así como el uso equivocado del lenguaje.
Lograr una cultura de mayor respeto a la mujer es urgente, y aquí desde la familia, comenzar por cambiar esa idea ancestral equivocada de que a las mujeres se les maltrata, por el sólo hecho de una lucha desigual de sexos, y desde una intensa campaña entre la gente, ir dando importancia de que a las mujeres se les respeta: por eso está bien el efecto de: “vámonos respetando”.
Ojala, se comience el año con una visión de que no es posible vivir en la desconfianza entre vecinos y en general entre quienes conviven en el día a día, y entender que ya no se trata de resolver el problema con alta presencia policiaca, sino más bien de que es necesario partir de un cambio de paradigma, y buscar entre lo que se está fallando y poco a poco transformar a todo un país, en un mejor modelo de entendimiento y convivencia entre unos y otros.
Uno de los más graves factores de riesgo entre la población es el alto consumo de bebidas embriagantes y tabaco entre la población juvenil, ojala se ponga atención a este problema desde la propia familia también. No se necesita cerrar o disminuir horarios de las tiendas de conveniencia de 24 horas, sino desde el hogar no ser tan permisivos, y todo conduce al tema de la educación, y con eso reducir incidencia de accidentes y delitos.
Hay que promover desde la población infantil y juvenil la lectura y la música, desde las propias actividades artísticas que ayuda a cambiar y sensibilizar al ser humano. Entiéndase apostar a la educación y a la cultura, desde la familia y la escuela, urge. Y entender que muchas el problema no es de dinero, sino de la convicción por la honestidad, ante todo en todos los aspectos.
Además de no pensar que toda la responsabilidad de la educación y de la situación es responsabilidad del maestro, a quien siempre se culta de todo, como la salida fácil a los problemas sociales. Así las cosas.