![](https://veracruz.quadratin.com.mx/www/wp-content/uploads/2017/10/cropped-Raúl-López-Gómez-2-107x70.jpg)
Raúl López Gómez/Cosmovisión
El orgullo de ser mexicanos
Las grandes mayorías de este país, son parte de un esfuerzo diario colectivo de mucho trabajo. Todos –millones- como un ejército salen a las calles a las calles a trabajar con una absoluta disposición de llevar diariamente el sustento al hogar, siempre pensando en los hijos que deben salir adelante en estudios, sin importar el gran sacrificio de los padres.
En un enorme caledeidoscopio de colores, imágenes y acciones de unos y otros se puede observar, a una gran maquinaria de personas desde niños, jóvenes. Adultos y hasta personas de la tercera edad, haciendo el enorme esfuerzo por sacar en el día a día para los gastos mínimo y lograr la subsistencia.
A todos como héroes anónimos, se les puede ver al rostro en donde se puede observar alegría y un estoico reflejo de que las condiciones de pobreza no son ninguna limitación para salir a la calle a ganarse unos pesos, que al final de la jornada se puede juntar lo suficiente para poder decir, misión cumplida de una sola jornada.
Unos recogen cartón, papel periódico, archivo muerto, metal, cobre, aluminio, ropa, botellas de plástico, latas de refresco o cerveza, recipientes de habón o aceite y en general todo lo que en la industria del reciclaje se cotiza en pago mínimo de pesos por el kilo, pero que después de mucho caminar en el día y la noche se pueden juntar cantidades insospechadas a bordo de triciclos, carritos, diablitos y todo en los que se pueda transportar por la calle el preciado material.
En las calles –los sin rostro—perdieron el miedo, la pena y el orgullo para realizar la labor de recolectar de la basura las materias primas que son objeto de venta en los centros de acopio.
Hombres y mujeres, ancianos y hasta los niños participan en esta labor recorriendo kilómetros y los puntos principalmente de fraccionamientos en donde es común que se ponga en la basura todo lo que para los ojos de estos personas, “son oro puro”.
Otros ya más modernizados, utilizan viejos vehículos para rescatar estufas, refrigeradores, climas y todo lo que representa valor por el fierro, el cobre y hasta bronce que se consigue en lo que se considera inservible, cuando la gente sabe que es más barato tirar o dárselo a los que recolectan “el fierro viejo”.
En esta amplia gama de auténticos “servidores públicos y sociales”, también aparecen los “mil usos”, que pintan, realizan trabajos de albañil, jardinería y todo lo que signifique ganarse unos pesos a cambio de prestar una acción por la que se obtienen ya un poco más de ganancias.
Las señoras o mujeres jóvenes salen a buscar el ingreso diario en el trabajo domestico, en donde el pago va de 200 a 300 pesos diarios por una jornada que la hacen maratónica hasta de más de diez horas, pero al final se cumple el objetivo de lograr la anhela cifra para la contribución de la economía del hogar.
Los ingresos de la economía informal que también se traduce en las ventas de todo tipo de objetos en las calles y avenidas, son parte de toda una legión de luchadores mexicanos que salen a ganarse el sustento diario que puede ser de 100 hasta los trescientos pesos, y a veces en una buena jornada pasan de los 500 pesos.
Los que venden nieve, helados, esquites, elotes, volovanes, pan o lavan coches, apoyan acomodar los coches con el clásico viene-viene, conocidos como franeleros. Los que van un poco más allá con las frituras, dulces, limpieza de calzado y hasta con una cajita de cicles salen a ganarse unos para poder sobrevivir ante un mundo desequilibrado, en donde los que son más viven con lo menos, que simplemente rebasa el famélico salario mínimo de 80 pesos que no sirve ni para pagar el transporte público.
Los millones de mexicanos de la economía informal que realizan las actividades de comercio en la calle, plazas y mercados, junto a todos aquellos que son los adoradores del doctor Simi, en donde tienen medico gratis y medicina a bajo costo, aunque sea y se agradece significantemente, porque aquí ya nadie se muere tan fácilmente con el apoyo de la medicina social que da la instancia oficial.
Los muchos de este país, que se dice, son los más felices sobre la tierra, que ríen y cantan, que nunca pierden la fe y la esperanza en Dios, a quien todos los días se encomiendan para que los libre de todo mal, sin importar, sol, frio y todas las inclemencias del tiempo. Simplemente no les importa su pobreza la que viven con estoicismo y apego cristiano. Nada más. Hay que apoyar a los que menos tienen, que esa sea la consigna y la misión diariamente. Así las cosas.