Carlos Ramírez/Indicador político
Después de consumado el robo del siglo, de que pasaron por encima de la constitución y todas las leyes que de ella emanan, para afectar a los trabajadores de los sindicatos portuarios de Veracruz, despojados por una supuesta requisa o rapiña, piden al presidente AMLO que se les devuelva lo robado en tiempos salinistas.
Convencidos de que fueron engañados de nuevo por otro gobierno más, después de que los del gobierno neoliberal de Carlos Salinas, les robó edificios sindicales, cuentas bancarias y la fuente laboral a los sindicatos portuarios de Veracruz, muchos trabajadores han muerto en el camino de una lucha incesante, cruel y despiadada la que han sido sometidos todos estos años.
Pero, con el gobierno del presidente AMLO, fundaron una esperanza de justicia y en un acto totalmente político de Derecho, no se han concretado los avances a la solución de la problemática.
Aquella vez, el fin que justifica los medios mediante todas las tropelías, artimañas y chicanadas, los sindicatos portuarios sufrieron el peso del poder, pero nunca pudieron recibir justicia y sólo tuvieron olvido.
El fin de quitarles las fuentes de trabajo y darlas en premio a empresas privadas nacionales y extranjeras, que se siguen burlando de la pobreza y necesidad de los más de 500 trabajadores sobrevivientes.
Y como siempre la justicia pronto llegará, dicen como la canción pero la esperanza por lo pronto fenece con el fin del gobierno de AMLO y la 4T, que deja a los trabajadores portuarios, como las quinceañeras en las primaveras, soñando en el amor y en el cuando y como llegará algún día.
Los trabajadores portuarios, lo que pretenden, es que el “Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado”, se haga presente con la solución de una añeja problemática que tiene como base la determinación del entonces presidente Adolfo López Mateos, que ante la falta de liquidación a los trabajadores por parte de la empresa inglesa Pearson and Son, les otorgó la concesión de una proporción de la operación portuaria, y después vino el diablo y se los quitó un 30 de mayo de 1993.
Y no les devuelven sus activos, maquinaria y las cuentas congeladas por el gobierno de la “solidaridad” de Salinas. Andale. Así las cosas.