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Raúl López Gómez/Cosmovisión
Tatiana Clouthier y la dignidad
Desde el cielo don Manuel, le sonríe a su hija y le da seguramente un mensaje de aprobación a una de las decisiones más difíciles de su vida.
Apóstol de la democracia en este país, por la que ofrendó su vida y nunca tuvo miedo al perverso sistema de aquel tiempo que nunca perdonó, ni perdonaba a quienes daban muestra de poder ciudadano y de convencimiento a las masas.
Así “Maquío”, caminó y se postuló a la presidencia del país con un movimiento que cautivó y llamó a la reflexión a pesar de que las viejas estructuras no permitían el discernimiento, la oposición y menos la dignidad está por encima de todo como un principio y modelo de vida.
La historia de la democracia en México, no se puede estudiar sin la trayectoria y el ejemplo de don Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, quien ante todo fue el carácter y la recia presencia de lucha ante el poder omnímodo ante el que nunca se dobló.
Hablar de su muerte inesperada y confusa aquel tiempo con un accidente dudoso, quedó para siempre como una parte de una lucha inacabada y difícil para la democracia en México, a la que después su hija Tatiana, retomó con mayor fuerza como si el espíritu de du señor padre se hubiera apoderado de su voluntad.
Se le vio muy trabajadora y entusiasta como la coordinadora general de la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador, que llegó fortalecido por una alianza de partidos sin estructura electoral al 1 de julio, pero con el respaldo de grandes personajes que toda vida habían militado con fuerza en el panismo, y el cual abandonaron cuando pensaron que los ideales de democracia al interior del partido se habían quebrantado, incluso traicionado entre muchos de sus dirigentes y miembros.
Como un ícono, un emblema, un símbolo y más como una mujer de lucha, Tatiana Clouthier Carrillo, como lo hiciera muchos años su padre, logró cautivar y convencer a millones de que en México, de que era necesario el camino de la democracia para construir un nuevo país, desde el derrumbe de las viejas y obsoletas estructuras políticas anquilosadas, y hasta impregnadas hasta la medula de corrupción e impunidad.
Con el triunfo de AMLO, después del 1 de julio a Tatiana se le ubicó como una aspirante natural al cargo de subsecretaria de gobernación, cargó que no aceptó a causa de que “ya saben quién”, comenzó a repartir puestos a los ex priistas que lógicamente fueron sospechosamente y directamente los más director enemigos de don Manuel, en su lucha electoral.
Con el tiempo, Tatiana se dejó deslumbrar por el efecto AMLO, y le otorgó a su movimiento todo el peso político y de dignidad logrado por su señor padre y su familia en varias décadas de gran trabajo electoral de acercamiento con la gente.
Luego de su decisión irrevocable de no aceptar el cargo ofrecido como premio de consuelo, el espíritu de su Papá, de nuevo influyo en ella, y quizás ensueños le pidió abstenerse de seguir en ese carro, para encomendarla a seguir de pie y caminando en su propia lucha.
Simplemente como siempre con la dignidad por delante, a quién de ya se le ve como la más viable candidata presidencial para dentro de seis años con la fortaleza que le dan su prestigio, talento y convicción a base de valores éticos y morales muy sólidos de verdad, a quien no buscó reflectores para ser, cuando ya se es alguien en la política de este país, y ya se contribuyó con lo más preciado que es la vida del ser querido, un ícono de la democracia en este país en una época difícil.
Tatiana Clouthier, ahora más encumbrada y hecha, demostrará lo que es el verdadero poder de la mujer mexicana en la política de este país, y está consignado ya entre el beneplácito de la gente que la tendrá bajo la lupa para seguirle más de cerca en su cargo de diputada federal en donde ha dicho que sigue en la lucha de AMLO y sin romper lanzas, aún.
A pesar de todo el carácter y la firmeza lo tiene. Porque ante la decisión de no ser, para estar y seguir, es la diferencia, en el antes y como antes. Y el después de seguir igual sin poder. Nada más con el prestigio familiar a cuestas. Eso es tener dignidad y ganarse el respeto de siempre en el día a día. Al tiempo. Así las cosas.