Raúl López Gómez/Cosmovisión
Niños y jóvenes, primero sería la frase adecuada para el análisis de la problemática actual de los modelos educativos en el orbe.
Ante el cambio de paradigma en la era digital y con el avance de la carrera de la información en forma desenfrenada, y también después de la peor pandemia en la historia de la humanidad, niños y jóvenes, no reciben el trato ideal y actuado a sus necesidades de convivencia con el entorno.
Se trata de una era de cambio de la máquina de escribir, a la computadora, la radio y la televisión, a las redes sociales que lo tienen todo al alcance y a la mano.
Pero, los niños y jóvenes de la época actual son víctimas de todo, y por eso viven en su mayoría angustiados y con altos niveles de ansiedad.
Los infantes y adolescentes de ahora no son los mismos de hace diez años, ni los del siglo pasado.
Al enfrentar el problema de que en las aulas son atendidos por maestros y maestras que no definen su código lingüístico, que no se han adaptado a la era digital y que prácticamente, se convierten en cuidadores de una supuesta guardería.
Pero, también los niños y jóvenes, estoicos que nacieron en la era del ciberespacio, son respetuosos de los modelos educativos que con dificultad les imparten sus maestros.
Ante el cambio de paradigma, los niños y jóvenes de la época actual se enfrentan a un sinfín de problemáticas, primero a la desatención de padres y maestros.
Son víctimas de la soledad en sus hogares, ante el encierro obligado de que no hay posibilidad de que salgan a jugar a un parque, menos a las calles.
No hay ley de educación que garantice su aprendizaje, y menos de protección a una realidad a la violencia en el hogar y en las calles, por la permanente exposición al peligro.
¿Pero entonces que hay por hacer en su protección?
Muchos años antes en México, existió el INPI (Instituto Nacional de Protección a la Infancia)
También, antes los niños tenían en las escuelas públicas desayunos escolares, y podían estar en guarderías, mientras las madres trabajan.
Después se pensó en darle pago a los abuelos para que realicen las tareas de niñeros.
Y por el estilo, niños y jóvenes están a su suerte, sin estudiar música, literatura, ballet o algún deporte, entre muchas actividades extra-escolares.
No hay que dejar pasar aquel manifiesto de Jacques Delors, a la humanidad con su informe a la Unesco hace varias décadas: La educación encierra un tesoro.
La educación tiene la misión de permitir a todos sin excepción hacer fructificar todos sus talentos y todas sus capacidades de creación, lo que implica que cada uno pueda responsabilizarse de sí mismo y realizar su proyecto personal.
Esta finalidad va más allá de todas las demás.
Los cuatro pilares de la educación planteados por Jacques Delors en el año de 1966 se encuentran: Aprender a conocer, aprender a ser, aprender a convivir y aprender a hacer.
Reconocimiento amplio e inolvidable al mexicano Rodolfo Stavenhagen, que participó de forma brillante en esa comisión.
En su mensaje al mundo, el informe a la Unesco sobre la educación vigente aún, concluyó: que esa labor debe ser un clamor de amor y de respeto del maestro por los niños y jóvenes del presente y futuro.
(En recuerdo del maestro y periodista Ignacio Oropeza López) Así las cosas.