Felipe de J. Monroy/ Jubileo 2025: Llevar esperanza a donde se ha perdido
El debate inusitado y de pronóstico reservado entre el presidente AMLO y el empresario Ricardo Salinas Pliego, alerta sobre el posible enfrentamiento que distrae a la opinión pública que saca del plano principal a las víctimas del huracán Otis en Acapulco y otros municipios de Guerrero.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, se defiende de los recordatorios maternales que dice son a micrófono abierto en la televisora del Ajusco.
Ricardo Salinas Pliego, aduce un mal manejo de la tragedia en perjuicio de la gente en Acapulco y al mal manejo de los tres órdenes de gobierno.
El inquilino de Palacio Nacional, señala que el problema de las diferencias con Salinas Pliego se valen y es que se trata de un problema de dinero, AMLO se muestra firme con el tema del pago de impuestos.
Al empresario y sus empresas le ajustan cuentas desde el gobierno por un caso de pago de impuestos de una cantidad que ronda los 25 mil millones de pesos de un añejo conflicto hacendario que viene desde los sexenios de Fox, Calderón y Peña.
El pleito va más allá y se ve complejo y delicado toda vez que la televisora de Ricardo Salinas Pliego, fue de los pocos medios de comunicación que le abrieron las puertas a AMLO, cuando otros se las cerraron.
Así, por el estilo el ajuste de cuentas con muchos mediáticos que sienten que en el gobierno de AMLO, los han dejado a mitad del río y sin caballo.
Y en la metáfora más cuando el presidente AMLO, se va con el América y se olvida de los equipos de antes.
Aquí, todo comenzó con la llegada en motocicleta a Palacio Nacional de Bernardo Gómez, CEO de la televisora de Chapultepec para pactar un golpe de timón.
El cambio radical de Ricardo Salinas frente al presidente AMLO, se convirtió en una escena de celos, y en un ring de lado y lado, de una lucha de rudos cuerpo a cuerpo, que saben pelear y de los que ninguno cederá a las posturas conciliatorias, cuando se terminó la luna de miel.
Y recuerda aquella histórica frase del columnista Maquiavelo por una disputa entre el entonces gobernador Miguel Alemán y un famoso columnista, quedó en el aire a causa de la elevada tensión mediática.
La guerra de fuerza en una telenovela de víctimas y victimarios, dejó en el destierro a miembros de la familia Alemán Magnani, que fueron aliados y consejeros, y pasaron también a la de perseguidos por el tema de los impuestos.
Aquí, se recuerda que desde el poder el entonces presidente Felipe Calderón, desterró al periodista José Gutiérrez Vivó, director de Monitor, por la amenaza clásica de vendes o le compro a la viuda.
Lo mejor es evitar el choque de trenes de dos colosos que deben dejar de medir fuerzas y mejor dar paso a un mal arreglo que a un buen pleito entre AMLO y Ricardo Salinas, convertido en un “influencer” de amor-odio en la era digital.
Y el presidente AMLO, no debe olvidar que a los amigos justicia y gracia, y a los enemigos la ley a secas.
El político tabasqueño, se unió a los del pasado a los que antes le dieron la espalda y nunca le abrieron la puerta, y hoy recurre en la tempestad a cobijarse con los que fueron detractores.
O simplemente los comunicadores no deben ser aliados de los políticos, y mejor a cada quien lo suyo, como decía Ulpiano con el principio de justicia de darle a cada quien lo que le corresponde. Andale.
Y recordando a Jolopo, “no te pago para que me pegues”. Siempre la misma historia el tema del dinero.
Y el mejor periodista de este país, Julio Hernández “Astillero”, con una frase interesante en su quehacer, mete las manos a la lumbre por AMLO y Jesús Ramírez, de que en este mandato ningún periodista a perdido el trabajo a petición del gobierno. ¿Tanta bondad existe? Y Alicia en el país de las maravillas. Así las cosas.