Gabriel García-Márquez/Sentudo común
Desde los tiempos del pasado ancestrales en el devenir de los seres humanos, la lucha por el poder ha sido la premisa en el día a día.
El crecimiento y caída de los imperios, con los hombres y mujeres del poder han sido parte de la historia.
Pero también, los que han disputado, ideas y creencias han sufrido de la censura, opresión y persecución de los poderosos.
En México, por primera vez en casi un siglo los ciudadanos se unieron para quitarle el poder al PRI y a sus aliados, con la elección histórica del 2 de julio de 2018, y fue así como llegó al poder presidencial Andrés Manuel López Obrador con su Morena y también toda una camada de políticos entre gobernadores, legisladores, alcaldes y funcionarios de confianza, muchos reciclados de la clásica desbandada de partidos políticos de todos los colores.
Se dio inicio a la famosa Cuarta Transformación y a toda una nueva era política de ajustes y desajustes a todo el desgarriate del pasado.
La óptica real, es que el país vive en la pluralidad con cierto nivel de respeto entre los grupos políticos opositores, que en unas son aliados y en otras separados, porque hacen de la actividad política como en la arena del pancracio se pelean, pero no se lastiman, nada más hasta lo necesario, en la simulación y los acuerdos.
AMLO, es el auténtico, y prefiere que no lo imiten. Que su nombre como marca registrada no se utilice en calles, ni tampoco se hagan monumentos a su figura corporal, el fin es que no se vanaglorie a la imagen, y preferible perpetuar el nombre por las ideas por razones de cambio de las estructuras y por el triunfo al fin de un ciclo que duró casi cien años en el poder en el país con sus efectos y defectos propiciados.
Pero, AMLO que es el original y prefiere no malas copias, y ante ese dilema, sabe que llegará pronto el momento de poner en la picota del voto con elecciones decisivas y definitivas a calificar el mandato de Morena y la Cuarta Transformación por el voto ciudadano.
Los expertos en el análisis de la política, como el maestro Adolfo Beauregard Tejeda de la dinastía del profesor ilustre Luis A. Beauregard de la Cuenca del Papaloapan, dice que para el 2024, se vendrán las elecciones más disputadas y decisivas, en donde se calificarán todas aquellas acciones buenas y malas del presidente, de cada gobernador, de cada legislador, alcalde y de todos los políticos indistintamente del partido o grupo al que pertenezcan.
También, dice que se verá la calificación definitiva aprobatoria o no para propios y extraños, y que a los que no cumplieron a cabalidad se les retirará el respaldo con el voto de castigo, ese que ya conocen muy bien en el PRI y sus aliados.
En el caso de la elección presidencial del 2024, todo parece indicar, que la gana Morena, no así los gobernadores, legisladores y alcaldes de la pluralidad de los partidos políticos que estarán sujetos a minuciosa revisión de su labor.
Aunque, sin descartar a los 40 millones de miembros de la clase media, por el momento apunta el maestro Adolfo Beauregard, que se deja por abierta la puerta a una indecisión popular incierta.
Por lo que estará, por verse de que lado se pondrán en la balanza, los del voto indeciso ante los casos de mal gobierno de los del pasado de los cien años, pero también los efectos de la polarización, discriminación, ataques despiadados, y suspensión de programas de salud, fideicomisos y privilegios que cayeron como balde de agua fría a los millones de mexicanos que creen que la 4T, les afectó en sus intereses y en su modo de vivir. Y ahí estará la clave por descifrar.
La imagen presidencial de AMLO, incólume, supera récords históricos de aceptación y aprobación, más los programas sociales y de bienestar con la justicia social a trabajadores con un salario mínimo decoroso nunca antes concedido.
Pero, el tema electoral del 2024, será como un partido de un clásico, no se conoce el resultado y los ciudadanos ponen y quitan el respaldo también, en un tema indescifrable.
Aquí, cada quien sabe la ruta que le dará a su voto personal, familiar o de grupo.
Algo real, la política es veleidosa, incierta y difícil, y aún más, la democracia desde siempre ha sido imperfecta.
Sólo para la reflexión, los que han cumplido estarán tranquilos, y los que no, serán los que no podrán dormir, porque saben que se han excedido en el difícil manejo del poder.
Y el pueblo, puede pasar facturas pendientes con el voto de castigo, como su única acción reivindicadora a su visión y condición de defensa a su causa perdida.
Y el que entendió, entendió, parafraseando al maestro Catón. Andale. Así las cosas.