Jorge Robledo/Nuevos dictadores
Sigue siendo la tarea del periodista o comunicador la más difícil, incomprendida y de riesgo en el mundo.
Pero también, la más apasionada y delirante de placer, el de llegar con un mensaje de una noticia a los lectores, sí el público siempre expectante de la información.
Con el paso de los años se sigue aprendiendo a caminar junto a los grandes del periodismo en el día a día.
Personajes admirados y admirables que viven para informar, analizar y hasta debatir sobre la información en la ciudad, región, país y contexto mundial.
Los recuerdos fluyen de los grandes maestros del periodismo en la cercanía como amigos, gurús y compañeros.
Todos grandes seres de luz y de una personalidad de adalides de la pluma en mano siempre dispuestos a servir a la sociedad, como auténticos gladiadores del sueño imposible descrito con sabiduría en el Quijote de Miguel de Cervantes Saavedra.
Desde don José Pablo Robles Martínez, Alfonso Valencia Ríos, Francisco Gutiérrez, Ignacio Oropeza López, Francisco Blanco Calderón, Cecilio García Cruz, José Guillermo Wong Saavedra, Marco Polo Villanueva Cuenca, Manuel Salinas Arellano. Marcos Malpica Rivera, Antonio Sola, Raúl Peimbert, Petra Cruz Ortiz, y muchos colegas más que sus nombres escapan a la memoria por la emoción, pero no por eso el agradecimiento siempre.
A los amigos que acompañan en el día a día que lo saben, Ignacio Morales Lechuga, Adolfo Beauregard, Rodolfo Molina, Antonio Cabañas Saldaña y Zocimo Castellanos Sobrevilla, gracias.
Al amigo, colega y compañero Rodolfo Herrera, presidente de la Asociación de Periodistas, el especial agradecimiento por lograr lo impensable, el organizarnos en un gremio en la unidad.
A todos los colegas gracias, Seguiremos Informando.
En el Día de la Libertad de Expresión, también el agradecimiento a quiénes se suman estoicos a estar desde las tribunas alentando con su apoyo y reconocimiento, la modesta labor desempeñada de verdadero servicio social y público.
A todos los lectores más todavía por su paciencia y grata compañía a la distancia, pero cercana de corazón. Así las cosas.