
Raúl López Gómez/Cosmovisión
Entre las ofensas y el viento a Juárez, se da la auténtica y verdadera simbología de lo que acontece en el ambiente político y todo lo que se le parezca.
Los mensajes del presidente AMLO, al mundo son sal en la herida y de alto riesgo, pero en el debate, se buscará quien tiene la razón a lo que viene.
Ablandar a “la clase media”, que no abona al respeto de un país, por “el egoísmo”, “por quienes son racistas y discriminan a los demás, y son peores que los ricos”, dice el presidente.
Pero, en la lucha por el poder y con una clara visión de demócrata, AMLO llegó a la presidencia del país con el respaldo de más de treinta millones de votos de mexicanos, entre los que predominaron, los de la clase media. Ahí está el detalle, diría don Mario Moreno.
Ahora, además el presidente ha sido muy directo, así en la metáfora y en la realidad, de que se percibe con nitidez, de quitarle el filo al INE y al TRIFE, en una intención de corregir todo lo que no funciona, parece una opción real y decidida.
Aunque, los expertos, se quedan callados y no dicen nada, quizás ante el espanto o la sorpresa de la que no se han podido reponer, luego de que los exégetas del derecho de este país, todos en su mayoría retirados del Poder Judicial de la Federación, expresan con seguridad de que el presidente “no puede”, reelegirse, y tampoco invariablemente, hacer las reformas que se propone.
Los expertos, creen en que se debe respetar la división de poderes, y por lo mismo la sentencia de que “el poder judicial está podrido”, es susceptible de malas interpretaciones.
Por eso, coinciden muchos de los personajes que realizan una actividad jurídica dentro del poder judicial federal, o del poder judicial en las entidades federativas, de que, además, enfrentar un enorme riesgo de lo que representa la administración de justicia en el país, también es una labor de elevada peligrosidad.
Y no les extraña mucho, aquello de descalificarlos y de ponerlos a todos en el mismo rasero, y ante eso los expertos en el campo del derecho, que se han pasado toda la vida estudiando, para sobresalir en el desarrollo profesional de la ciencia jurídica, ahora son descalificados de un plumazo.
Ojalá, y el presidente AMLO, corrija el rumbo es importante, pero también, dé marcha atrás a una sentencia desafortunada, que pone en mayor riesgo a uno de los más elementales poderes dentro del pacto federal.
Nadie discute, su visión de plena legalidad y respeto desde la Constitución General de la República y de seguir conservando ese gran espíritu demócrata, por el cual millones de mexicanos le han depositado su confianza, pero lo mejor es ya un discurso conciliador y no apostar a la polarización. Ya no son tiempos de conflicto por la pandemia y las crisis de inseguridad y de la economía, entre otras.
Las facultades del presidente, no se pueden, ni deben extralimitar, como factor grave de riesgo para la gobernabilidad, la legalidad y el respeto al marco del derecho, recordando que tenemos un país, en donde existe la división de poderes, nadie puede osar intervenir en su competencia.
Desde los más sagrados escenarios del campo del derecho y la academia en este país, se muestran callados, ocultos y temerosos a enfrentar con un debate serio al presidente, qué por supuesto atemoriza y subyuga a los impartidores de justicia, en donde como en todo, también puede haber elementos malos, pero no por eso se les puede medir con la misma vara.
En el mismo sentido, los que operan acciones desde los diversos foros del campo del deber legal de la impartición de justicia en el país, por supuesto que sienten calambres, y mucho temor a qué desde la cúpula del poder presidencial, de la que se les denostó, y se les culpa desafortunadamente de todo lo malo, ahora se les ofende y se les humilla, como nunca antes se había presentado esa situación.
Recordando, que el propio Benito Juárez, fue de los más avocados a defender el estado de derecho, y de que su lucha por este país, ha sido el gran legado de respeto a los dogmas del derecho con una clara visión universal.
Optar, por el acoso y la reprobación al poder judicial, en cualquiera de sus campos de competencia y jurisdicción, claro que son preocupantes.
Pero, en la realidad, se considera que a nadie ofende, como los recordatorios familiares, en este país, que hasta se resbalan, con la opción de uso del mejor bálsamo, que cura todas las heridas, y no caer en ese juego de los dimes y diretes, que sólo sirven para alcanzar la nota mediática, y por supuesto los reflectores en el día a día, aunque no se les hace caso, como aquel que pregona en el desierto. ¿y ahora quien podrá defendernos? Como diría el Chapulín Colorado, y el gen priista que lo delata hasta en el color. Así las cosas.